GEOGRAFÍA - PAÍSES: España - 27ª parte
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España - 27ª parte


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Arte (continuación)

Gótico a Siglo XX (continuación)

letra capitular El s. XVII comprende la época de oro de la pintura española. Predomina la pintura que refleja los temas celestiales con una imaginería terrenal. Destacan las obras de los valencianos Francisco Ribalta y José de Ribera, llamado el Españoleto, así como las de Francisco de Zurbarán.

Al barroco pertenece la obra de uno de los más grandes pintores españoles y del mundo: Diego Velázquez. Su pintura rompió con el clasicismo del s. XVI y fue una de las primeras que mostró la realidad como una mancha de color o como una masa (La Venus en el espejo, Las meninas, Las hilanderas). Bartolomé Esteban Murillo fue otro destacado artista de este período cuya pintura se caracterizó por ser serena y de gran riqueza cromática (Niños jugando a dados, Pícaros comiendo melón).

Las Hilanderas, de Diego Velázquez, uno de los más grandes pintores españoles, y cuyas obras rompieron con el clasicismo del siglo XVI
Las Hilanderas, de Diego Velázquez, uno de los más grandes pintores españoles, y cuyas obras rompieron con el clasicismo del siglo XVI

A mediados del s. XVIII comenzaron a surgir las nuevas corrientes artísticas que se enfrentaron al barroco. La dinastía de los Borbones importó la arquitectura neoclásica francesa que se prolongó con las obras de arquitectos españoles como Ventura Rodríguez (iglesia de San Marcos, Madrid) y Juan de Villanueva (museo del Prado, Madrid). En la pintura destaca especialmente Francisco de Goya, cuyos cuadros de costumbres, retratos y escenas de humor prefiguraron el impresionismo y expresionismo contemporáneos. Entre sus obras más famosas pueden citarse: El dos de mayo, La maja desnuda, La familia de Carlos IV.

El Fusilamiento del tres del Mayo La Maja desnuda
El Fusilamiento del tres del Mayo (arriba) y La Maja desnuda (sobre estas líneas), prefiguran, de la mano de Goya, el impresionismo y expresionismo contemporáneo

La arquitectura de la segunda mitad del s. XIX continuó basándose en concepciones académicas hasta que comenzó a vislumbrarse un nuevo movimiento que revolucionó la construcción, y también a todo el conjunto de las bellas artes: el modernismo. A comienzos del s. XX Cataluña se erigió como la catedral del modernismo; el arquitecto Doménech i Montaner había comenzado a utilizar estructuras de hierro combinadas con otros materiales, como el ladrillo, que dieron como resultado el esplendor emanado del Palau de la Música Catalana o del Hospital de Sant Pau, en Barcelona. También su colega Puig i Cadafalch destacó en la construcción modernista (casa Ametller). Pero de un modo más amplio, en arquitectura y en diseño, sobresalió sin duda alguna la figura original y genial de Antonio Gaudí, naturalista y cultivador del simbolismo. Autor del proyecto de la iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona, Gaudí proyectó también en la misma ciudad el Palacio Güell, el Convento de las Teresianas, la casa Batlló y la casa Milà, llamada La Pedrera.

La arquitectura española de la segunda mitad del s. XX, como la de la mayoría de los países del mundo, puede definirse como racionalista y funcional; en ella se emplean avanzadas técnicas de prefabricación que agilizan la construcción y abaratan costes. Con la llegada de la democracia al país, la arquitectura, como las otras artes, adquirió nuevos bríos, destacándose las obras de los arquitectos José Luis Sert, Oriol Bohígas, Ricardo Bofill, Santiago Calatrava. Entre sus últimas construcciones cabe citar las obras de la Villa Olímpica y la ampliación de los ejes viales en Barcelona, así como la Estación de Ferrocarriles Santa Justa, el puente Alamillo y la remodelación del aeropuerto, en Sevilla.

La escultura modernista tuvo como principal representante al catalán José Llimona (El desconsuelo), formado en Roma. Luego aparecieron las obras de los escultores Manolo Hugué, Pablo Gargallo y Julio González, y más tarde las del madrileño Ángel Ferrant, los vascos Jorge de Oteiza y Eduardo Chillida y los catalanes José María Subirachs y Sergi Aguilar.

A comienzos del s. XX triunfó en la pintura española la tradición hispánica con el valenciano Joaquín Sorolla. En Cataluña aparecieron reconocidos pintores como Ramón Casas y Santiago Rusiñol. Pero las corrientes más destacadas de la pintura de este siglo fueron, sin duda, el cubismo y el surrealismo. Pablo Picasso y Juan Gris fueron los dos pintores más representativos del cubismo, cuyo propósito era representar el espacio de tres dimensiones sobre una superficie plana, eliminando la perspectiva.

En el surrealismo sobresalieron Joan Miró y Salvador Dalí. Dentro de la generación posterior a estos pintores, destacan las figuras de Antoni Tàpies, Antonio Saura, Antonio López, José Caballero, Antonio Clavé, Miquel Barceló, entre otros.

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