GEOGRAFÍA - PAÍSES: España - 11ª parte

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Geografía

PAÍSES

España - 11ª parte


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Geografía económica (continuación)

Industria

a industrialización de España ha sido tardía y precipitada en comparación con la de sus actuales compañeros de ruta, los miembros de la CE. Además, se ha caracterizado por la influencia directa del Estado y por la inversión de capitales extranjeros. Los motivos de este aletargamiento industrial podrían encontrarse, entre otros, quizá más estructurales, en la escasez de combustibles y en el problema de los transportes. La creación en 1941 del Instituto Nacional de Industria (INI) --un holding público-- marcó el comienzo de una etapa que, si bien significó un cierto despegue industrial para el país, estableció las bases de la autarquía económica del franquismo. Desde su fundación hasta comienzos de la década de los sesenta, el INI tuvo como prioridad propulsar y financiar la creación de industrias en sectores de base como la electricidad (Endesa, Enher), los hidrocarburos (Repesa), la siderurgia (Ensidesa), los automóviles (Seat, Enasa), la construcción naval (Astilleros de Cádiz, Bazán), los transportes marítimos (Elcano) y los aéreos (Iberia, Aviaco).

Entre 1952 y 1959 la industria nacional experimentó una fuerte expansión que, sin embargo, estuvo acompañada por un marcado proceso inflacionista. Burgos y Huelva fueron los primeros polos que se beneficiaron, a los que después se sumaron Sevilla, A Coruña, Zaragoza, Vigo y Valladolid. Esas regiones disponían de subvenciones para el capital industrial, préstamos bancarios, exenciones fiscales e instalaciones de equipos. Los puestos de trabajo que se crearon a través de este procedimiento no fueron muchos y como las empresas eran de tamaño modesto resultaba casi imposible poder competir en el mercado internacional. En ese período comenzaron a llegar a España las primeras ayudas norteamericanas y, mientras las importaciones procedentes de E.U.A. se duplicaron, las exportaciones españolas hacia dicho país bajaron de 65 a 46 millones de dólares (1951-1954). Pero a partir de 1958, con la puesta en marcha del Plan de Estabilización, la política del Gobierno cambió de signo y optó por incentivar el crecimiento industrial a través de la estabilización económica y la progresiva liberalización. Hacia 1961 el crecimiento se había frenado bruscamente.

Los tres Planes de Desarrollo Económico (iniciados en 1964) intentaron infructuosamente una nueva industrialización; además, la marcada crisis económica que afectó a todo el mundo en los años setenta paralizó aún más cualquier posibilidad de modernización. Mientras tanto, los capitales extranjeros fueron ingresando poco a poco en la trama industrial de España, fundamentalmente a través de multinacionales. Durante la transición democrática España registró altas tasas de desaparición de empleo industrial y la rentabilidad empresarial cayó vertiginosamente. El 9 de junio de 1982 quedó aprobada la Ley de Reconversión Industrial que fijaba un marco de ayudas económicas a los grandes sectores en crisis. Estas ayudas debían establecerse sobre la base de planes de reconversiones sectoriales, que incluían la participación de la Administración, las asociaciones empresariales y las centrales sindicales. Los mecanismos más importantes contemplados en la reconversión fueron: los créditos, las bonificaciones fiscales, el apoyo a las jubilaciones anticipadas, la prolongación del subsidio de desempleo. Las primeras áreas afectadas fueron las de la siderurgia, los aceros, la construcción naval, los componentes eléctricos de automóvil, la textil y la de componentes electrónicos. Algunos de esos sectores --principalmente, la siderurgia, el naval y la minería del carbón-- recibieron, entre 1982 y 1986, más de un billón de pesetas, lo que suponía el 42 % del total de ayudas públicas. Pero, el ajuste que significó este proceso para la población fue una herida muy profunda en el seno de la sociedad española de la que aún, una década más tarde, se siguen padeciendo las consecuencias. Los trabajadores de muchos sectores se resistieron al cierre de fábricas, astilleros y acerías, en un intento por mantener sus puestos de trabajo. En Vigo, El Ferrol, el País Vasco, Asturias, Sagunto, Sestao, Getafe y otras áreas industriales, las manifestaciones y los movimientos de huelga dejaron en evidencia que la reconversión industrial no podía llevarse a cabo por medio de decisiones administrativas, porque de esa forma el resquebrajamiento del tejido social era inevitable. Y, una vez más, el escaso equilibrio económico existente en el país favoreció la entrada masiva de capitales extranjeros. En 1981 la participación de estos capitales en las manufacturas españolas se situaba en el 12,1 %; en 1990, esa penetración alcanzó el índice de 28,8 %.

El escenario económico actual de la industria española se caracteriza por la plena competencia dentro de la UE y el sometimiento a las exigencias que conlleva la integración en la Unión Monetaria Europea. El sector de la alimentación es uno de los que arroja un mayor producto industrial y en él destacan la producción de azúcar, cerveza, piensos, carnes, lácteos, vinos y aceites. Las exportaciones de grasas y aceites del año 1992 ascendieron a 60 365 millones de pesetas. La demanda creciente de tabaco registrada en los últimos años ha dado un notable impulso a este sector, concentrado fundamentalmente en el archipiélago canario. La industria textil, a pesar de haber ocupado un lugar importante dentro de la economía española, no ha alcanzado el nivel de desarrollo de otros sectores. Esta industria se concentra fundamentalmente en Cataluña (el algodón fue la base de la expansión industrial catalana) y en ella destacan la fabricación de prendas de algodón y de tejidos (Sabadell, Igualada, Mataró). Menor importancia tiene la industria de lanas y la de fibras textiles artificiales. A pesar de los importantes cambios sufridos por este sector en los últimos años (en cuanto a calidad, diseño y variedad), la productividad de la industria textil española no se ha equiparado todavía a la de muchos países europeos. La fabricación de calzado, llevada a cabo, sobre todo, por pequeñas empresas, ha conocido un espectacular desarrollo, siendo Barcelona, Baleares y Alicante los principales centros de producción.

En general, la fabricación de productos de cuero ha experimentado importantes avances, entre los que destaca el progreso en los acabados. La deforestación sufrida por el suelo español, aunque no crítica, ha provocado una reducción de la materia prima necesaria para el desarrollo de la industria maderera. Por este motivo, últimamente se ha sustituido en gran medida la madera por diversas variantes de tablero aglomerado en la fabricación de muebles. Estos nuevos productos permiten reducir ampliamente los precios del mobiliario y de otros artículos de madera. La producción de corcho, concentrada en Andalucía, Extremadura y Cataluña, es de gran importancia en la economía nacional; en 1992 las exportaciones de corcho tuvieron un valor de 16 593 millones de pesetas. Hasta mediados del siglo pasado España no contaba con ninguna fábrica de papel; actualmente, la mayoría de las empresas que producen este ingrediente básico para un sinfín de industrias derivadas se encuentran en el País Vasco (Guipúzcoa, Vizcaya), Valencia y en la provincia de Barcelona. Se calcula que cada español consume alrededor de 90 kg de papel al año (cifra bastante inferior a la de la media comunitaria) a través de diversos productos: periódicos, libros, folletos, envases, cartón, etc.

En España existen 7.500 empresas gráficas, que ocupan a unos 120.000 personas. Directamente ligada a este sector se encuentra la industria editorial, que ha conocido un espectacular desarrollo en los últimos años. La producción editorial ha estado ligada tradicionalmente al mercado exterior, especialmente al latinoamericano. En ese sentido, cabe mencionar que los vaivenes financieros de los países de América Latina han provocado durante algunos períodos notables desequilibrios en las exportaciones de los libros españoles. Por otro lado, en España se publican diariamente más de 100 periódicos, además de cientos de revistas semanales y quincenales. La fabricación de productos químicos se inició en España en el s. XIX y su crecimiento fue lento hasta que comenzaron a aplicarse los Planes de Desarrollo. Actualmente, la producción de este sector es de gran importancia para la economía nacional y la mayor parte de las empresas están concentradas en Cataluña, sobre todo en Barcelona y sus alrededores.

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