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Geografía
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España - 4ª parte
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Geografía física (continuación)
as costas españolas bañadas por el Mediterráneo adoptan unas manifestaciones climáticas bastante homogéneas. Este mar cerrado, cálido y con una inapreciable variación de latitud no adopta la misma función compensadora de las temperaturas que ejerce el Atlántico. Por ello, la larga franja que se extiende del estrecho de Gibraltar al cabo de Creus registra oscilaciones térmicas anuales mucho más elevadas, que alcanzan los 15º de diferencia en Barcelona, 15,6º en Murcia y 14,4º en Palma de Mallorca. La pluviosidad es, asimismo, menor que en el NO de la Península, con menor número de días de lluvia, precipitaciones cortas y más violentas, así como veranos realmente áridos. Las temperaturas medias son suaves, más elevadas que las atlánticas y con variaciones según la latitud de la costa que proporcionan 15º en Girona y 18,5º en Málaga. Sólo el litoral gerundense rebasa los 700 litros por m2, mientras que en el resto de la zona las cantidades oscilan entre los 594,2 y los 415,5 litros por m2 de Barcelona y Castellón de la Plana. En el sector más meridional los vientos húmedos que atraviesan el estrecho gibraltareño procedentes del Atlántico dejan caer una media de 469,4 litros de agua por m 2 al año. Las cantidades más importantes se registran en otoño, de setiembre a noviembre, mientras que los meses áridos se sitúan en verano. La estación árida, con temperaturas cada vez más altas y precipitaciones inapreciables, en Cataluña se reduce a dos meses, pero llega a alcanzar los cinco meses en el S.
La irregularidad y la violencia de la lluvia causan a menudo inundaciones y riadas especialmente demoledoras en las cuencas del Júcar y el Segura. El invierno es tibio y regularmente seco con temperaturas medias que oscilan entre los 7,1º de Girona y los 12,5º de Málaga. Al llegar la primavera se acentúan los valores térmicos para extremarse con el verano en índices que oscilan entre los 23 y los 25 grados, mientras que las abundantes lluvias de abril y mayo se reducen al mínimo. El máximo anual de precipitación se recoge en el otoño, la mejor estación para el conjunto de la zona costera por sus temperaturas moderadamente cálidas.Dentro de la unidad climática mediterránea se aprecian variedades regionales poco acentuadas. El clima de Cataluña es el más fresco y húmedo, con las temperaturas medias más bajas, en contraposición al clima del sector meridional. El clima del País Valenciano actúa de zona intermedia, con medias anuales de temperatura entre los 17 y 18 grados y una cantidad de precipitación cercana a los 400 litros por m2 que definen un territorio más cálido y seco que el catalán. Ceuta y Melilla, enclaves españoles en el litoral norteafricano, participan de las características del SE de la península Ibérica y de la pluviosidad que aportan los vientos húmedos de poniente en el estrecho de Gibraltar. Ceuta, en concreto, registra 694,5 litros de agua por m2 al año de lluvia principalmente invernal.
El archipiélago de las Baleares se inscribe en cada uno de los sectores de clima mediterráneo mencionados: Menorca, con el máximo de precipitación insular, pertenece al tipo catalán; Mallorca al valenciano e Ibiza y Formentera a la región subárida meridional. La región climática del SE se caracteriza por una extemada aridez provocada por su situación al pie de las cordilleras Subbéticas que la aislan de las influencias húmedas atlánticas y de los ciclones de las Baleares. Sólo los cultivos tropicales resisten la sequedad y las elevadas temperaturas, lo que da a la zona un aspecto desértico. En Alicante y Murcia se superan apenas los 300 litros anuales de agua por m2, pero conforme se avanza hacia el S las precipitaciones se mantienen por debajo de esta cifra. Las temperaturas medias rondan los 18º, con una oscilación térmica entre los 12 y los 16 grados --similar a la mediterránea-- y con valores máximos en el mes de agosto. El número de meses sin lluvias es muy elevado: 8 en Murcia y 10 en Almería. Si abandonamos la costa para pasar a las tierras del interior de la Península, la ausencia de influencias marinas provoca un notorio aumento de la oscilación en las temperaturas, más bajas en invierno y más elevadas en verano, que llega a alcanzar una diferencia de 20º en determinadas áreas. Las divisiones climáticas que se pueden establecer en el interior de España son fundamentalmente tres: las regiones montañosas, la Meseta Central y las depresiones de las cuencas hidrográficas del Ebro y el Guadalquivir.Las montañas peninsulares alejadas del litoral, como los Pirineos, presentan temperaturas muy bajas y abundancia de precipitaciones en forma de nieve. La oscilación térmica es de unos 14º, aunque varía según la disposición de los valles y elevaciones. Cuánto más al S se encuentran las montañas mayor es la oscilación entre los valores térmicos y menores son la pluviosidad y la nivosidad. El clima meseteño se caracteriza por una pronunciada sequedad, la falta de lluvias y la gran variación de las temperaturas medias a lo largo del año. La distancia que lo separa de las aguas marinas y las cordilleras que delimitan su periferia ocasionan la descarga acuosa de los vientos húmedos antes de llegar a su interior. Tanto en verano, cuando el aire se calienta mucho a causa de la intensa radiación solar y la falta de brisas marinas, como en invierno, cuando se invierte el fenómeno, se produce en la Meseta el fenómeno atmosférico conocido como centro de acción peninsular. La consecuencia es siempre la repulsión de los vientos cargados de lluvia hacia la periferia de la península Ibérica. El clima es predominantemente fresco, con temperaturas medias anuales que van de los poco más de 10º de Ávila, Soria y Burgos a los cerca de 15º registrados en Toledo y Ciudad Real. Enero y julio son respectivamente los meses más frío y más cálido, mientras que en agosto los valores térmicos son realmente bajos y el tiempo muy variable. La zona --excepto el sector del Sistema Central (600 litros por m2 al año)-- pertenece a la España seca debido a su escasa e irregular pluviosidad, concentrada en otoño y primavera. El registro mínimo se obtiene en Albacete (351 litros por m2) y el máximo en Soria (570 litros por m2). El contraste entre las temperaturas diurnas y nocturnas se acusa sobre todo en el sector más septentrional de la Meseta, al igual que las extremadas variaciones estacionales entre invierno y verano.
La Meseta Sur registra temperaturas por lo general más elevadas y menor pluviosidad que la Meseta Norte, donde suelen darse los inviernos más fríos de la Península. Las elevaciones castellanas disfrutan de un clima de montaña media, frío y lluvioso, con un par de meses áridos. La Cordillera Central y los Montes de Toledo también ofrecen una acusada pluviosidad. En las depresiones de los ríos Ebro y Guadalquivir se dan, a pesar de la distancia que los separa, unas características físicas y climáticas semejantes. Su baja altitud y las altas cordilleras que definen sus cuencas reducen las cantidades de precipitación y elevan las temperaturas máximas hasta niveles extremados. La diferente latitud, no obstante, establece variaciones climáticas entre ellas. Las temperaturas medias anuales en la depresión del Ebro son más bajas que en la del Guadalquivir, con un registro máximo y mínimo de 14,7º y 11,7º en Zaragoza y Vitoria, respectivamente. La oscilación térmica entre las temperaturas del mes más frío, enero, y los más cálidos, julio y agosto, alcanzan hasta los 15 y 18 grados. La pluviosidad también es menor en los territorios surcados por el Ebro, donde suele llover en primavera y otoño y la estación árida dura de uno a tres meses. En Zaragoza se recogen 341 litros por m2 al año, 434 en Logroño y 531 en Huesca. La depresión del Guadalquivir es más cálida y menos seca gracias a las influencias atlánticas que penetran en su interior. Las temperaturas medias son elevadas a lo largo del año y oscilan entre los 15,5º de Granada y los 18,8º de Sevilla. Como en la depresión del Ebro los meses más cálidos son julio y agosto y enero el más frío, con una oscilación anual menos acusada que se establece entre los 13 y los 18 grados. Las máximas de verano alcanzan en las zonas de menor altitud los valores más elevados de toda la Península, con una media de 45 º. Los vientos húmedos del océano traen lluvias sobre todo en invierno que ayudan a paliar los entre cuatro y siete meses áridos que afectan a la depresión. La altitud favorece las precipitaciones, por lo que se dan diferencias importantes entre los registros de la sierra de Grazalema (2 474 litros de agua por m2) y de las ciudades de Córdoba (664 litros por m2) o Cádiz (523 litros por m2). Las sierras que bordean ambas depresiones sobrepasan los 2 000 m de altitud y soportan un clima de alta montaña con nieves y pequeños glaciares semejantes a las elevaciones del Pirineo. El clima de las islas Canarias es de tipo africano, desértico, pero muy influenciado por las aportaciones atlánticas. Las tierras bajas son semiáridas como el SE peninsular, con una temperatura media elevada (20,8º en Santa Cruz de Tenerife) y una escasa oscilación térmica anual. Las moderadas lluvias invernales dan paso a un total de 8 meses de aridez. En las montañas canarias aumenta la pluviosidad hasta superar los 450 litros de agua por m2 y la temperatura desciende a una media anual de 9º.1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29