GEOGRAFÍA - PAÍSES: España - 7ª parte
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Geografía

PAÍSES

España - 7ª parte


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Geografía humana

on unos cuarenta millones de habitantes, España ha vivido en las últimas décadas un importante proceso de transformación de su sociedad. La instauración del sistema democrático y la incorporación del Estado español a la Comunidad Europea (CE), ahora Unión Europea (UE), han sido, sin duda, dos elementos determinantes en ese proceso. El incremento de la población, que entre 1981 y 1991 fue algo superior a un millón, se ha debido al descenso de la mortalidad más que al aumento del índice de natalidad que, por el contrario, disminuyó. La fecundidad, medida por el número de hijos por mujer, se sitúa por debajo de 1,5 y es en la actualidad una de las más bajas del mundo. También la mortalidad infantil ha experimentado un claro retroceso. Por otro lado, la esperanza de vida es ahora de 77 años, mientras que en el último cuarto del pasado siglo XX era de 73. La modificación de todas estas variantes han permitido un cierto equilibrio demográfico en la sociedad española. Por otro lado, estos mismos cambios han determinado que más de la tercera parte de los habitantes de España se encuentre entre los 40 y los 70 años de edad.

El envejecimiento de la población es un aspecto que tendrá importantes repercusiones sociales, políticas y económicas. Los españoles, de los que no puede afirmarse que conformen en sí mismos una etnia, componen la casi totalidad de la población (incluidos unos 300.000 gitanos). Sólo existe un 0,9 % de extranjeros en España, la mayoría de ellos ingleses, alemanes, portugueses, norteamericanos, marroquíes, argentinos y filipinos. Sin embargo, esta cifra sólo contempla a los inmigrantes que residen legalmente en territorio español, por lo que cabe suponer que el porcentaje se incrementaría si fuera posible contabilizar también a los que residen de forma ilegal. El control de la inmigración procedente del Magreb, que llega fundamentalmente a través del puerto de Algeciras, es en la actualidad una preocupación no sólo del gobierno español, sino también común al de todos los Estados que integran la UE. De todos modos, el total de extranjeros que viven en suelo español es baja si se la compara con la de otros países comunitarios como Bélgica (9 %), Alemania (7,4 %) o Francia (6,8 %).

El importante desarrollo económico alcanzado por España en las últimas décadas, sumado a la situación cada vez más penosa de los países del Tercer Mundo y a la instauración de regímenes dictatoriales en algunos Estados, hicieron que España abandonase su posición como país tradicionalmente exportador de población para convertirse en receptor. Después de una etapa de emigración española hacia América, provocada fundamentalmente por la guerra civil, en la década de 1970 se produjo una nueva oleada de emigrantes españoles que tuvo como destino los países industrializados del resto de Europa. Se calcula que, en cinco años, abandonaron el territorio español más de cuatro millones de ciudadanos, de los que una buena parte no ha retornado. Pero, ese fenómeno comenzó a atenuarse hacia fines de 1970 hasta prácticamente desaparecer durante la década de 1980.

Actualmente más de medio millón de españoles residen fuera de su tierra natal, la mayoría de ellos en Francia y en países de América Latina. Las migraciones internas también han provocado importantes cambios en la distribución de la población española y casi podría decirse que son una característica de la demografía peninsular. El movimiento hacia las ciudades comenzó ya en el s. XIX, pero, fue a comienzos del XX, cuando grandes contingentes de población se trasladaron hacia las metrópolis (Madrid y Barcelona) y a las regiones más industrializadas (País Vasco y Cataluña). Actualmente el 78 % de la población vive en ciudades, algunas de las cuales superan los 300.000 habitantes.

Después de la capital del Estado, Madrid, las ciudades más importantes por su número de habitantes son Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga y Bilbao. La distribución de la población en todo el territorio es muy heterogénea ya que, por ejemplo, mientras la Comunidad Autónoma de Madrid tiene una población que ronda los cinco millones de habitantes, las de Murcia y Extremadura apenas superan el millón.

En cuanto a la densidad de población, España es uno de los Estados de la UE que tiene un índice más bajo; sin embargo, no debe olvidarse que debido a la irregularidad en la distribución el número de habitantes por km2 difiere mucho de una región a otra. Un ejemplo evidente de ello resulta de la comparación entre la densidad media de la Comunidad Autónoma de Cataluña y la de su vecina Aragón: mientras la primera es de 188 hab/km2, la segunda es de 25,3. Otro cambio importante que se ha producido en las ciudades españolas, fundamentalmente en las más grandes, es el desplazamiento de los distintos sectores sociales desde un punto a otro de la ciudad. Tradicionalmente, los cascos antiguos estaban poblados por la burguesía pero, poco a poco, y debido al incremento del precio de las nuevas viviendas, se han convertido en centros de asentamientos de inmigrantes, gitanos y colectivos con menores ingresos. Al mismo tiempo, los antiguos pobladores de los barrios históricos se han trasladado a otros más nuevos en los que la arquitectura y el comercio presentan un aspecto más moderno. En el medio rural español existen todavía numerosos centros urbanos en los que la impronta de la sociedad contemporánea apenas puede percibirse. Se trata de poblaciones que conservan la fuerte herencia histórica a través de sus construcciones, sus monumentos y, en algunos casos, sus tradicionales medios de producción agrícola. Muchas de ellas se han transformado en focos de atracción para el turismo.

El español, o castellano, es una lengua románica que se habla en la mayor parte de España y que ha dado lugar al surgimiento de numerosos dialectos, entre los que destacan el leonés, el extremeño, el andaluz, el aragonés y el navarro. Según establece la Constitución, el castellano es la lengua oficial del Estado español. También lo es de veintiún Estados más, que han tenido vínculos históricos y culturales con España, fundamentalmente de la gran mayoría de los países latinoamericanos. Pero, el castellano, que en la actualidad es hablado por más de 320.000.000 de personas en todo el mundo, no es la única lengua que se emplea en España. Existen también otros idiomas que tienen la categoría de lengua oficial dentro de determinados límites jurisdiccionales, según lo establecen los Estatutos de autonomía. Esas lenguas son: el catalán (català), el gallego (galego) y el vasco: vascuence, éuskaro o eusquera (euskera). El catalán es una lengua románica que se usa principalmente en Cataluña, Valencia y las islas Baleares y que ocupa el segundo lugar entre las lenguas más habladas de España. Sus cuatro formas dialectales son: el catalán, el leridano, el valenciano y el mallorquín.

El gallego es también una lengua románica, similar al portugués y menos usada que el catalán, que se habla en Galicia y en algunas regiones de Asturias, León y Zamora. La lengua gallega escrita resulta de la fusión de sus dos principales dialectos, el gallego occidental (hablado en la zona de costa del Atlántico) y el gallego oriental (empleado en el centro y en las zonas del este). El vasco es una lengua de dudosa filiación que se habla en Guipúzcoa, E de Vizcaya, N de Álava y Navarra. Respecto a su origen existen numerosas teorías que no han permitido obtener todavía una conclusión definitiva: para unos, estaría emparentado con el íbero, para otros, con las lenguas caucásicas. Se distinguen numerosos dialectos según las regiones: guizpucoano, vizcaíno, labortano, suletino, altonavarro septentrional, altonavarro meridional, bajonavarro oriental, bajonavarro occidental. La preservación del uso de estas lenguas regionales, que está contemplada en la Constitución española de 1978, ha sido una prioridad para algunos gobiernos autonómicos, fundamentalmente a partir del retorno a la democracia. En Cataluña, por ejemplo, el uso del catalán se ha extendido en los últimos años y ha llegado, incluso, a restar un importante espacio al castellano en la educación y en la administración local. También se ha registrado un destacado aumento en el número de libros editados en esa lengua, así como en gallego y vasco, aunque en menores proporciones. En España ninguna confesión tiene la categoría de «religión estatal», pero la gran mayoría de la población es católica. Entre las minorías religiosas destacan los protestantes, los Testigos de Jehová, algunas comunidades judías y otras islámicas, integradas éstas últimas fundamentalmente por inmigrantes árabes procedentes del norte de África.

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