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Tecnología
AERONÁUTICA
Ramas de la aviación - 4ª parte
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La aviación comercial (continuación)
La pugna por el mercado aeronáutico
os últimos años de la década de 1950 se manifestaron como un punto de inflexión entre los tradicionales aviones de motor de hélice y los dotados con motores a reacción. Este tipo de motor ya había aparecido al finalizar la Segunda Guerra mundial, pero a partir de entonces se mejoraría notablemente hasta convertirlo en un eficaz método de propulsión. Pronto se manifestaría una supremacía de las industrias aeronáuticas americanas sobre las europeas, y un largo intento de éstas por incorporarse con dignidad al mercado de la aviación comercial.
La supremacía americana
A finales de 1950 la industria aeronáutica americana con sus aviones jet comenzaron a inundar el mercado, siendo su predominio casi absoluto. Los Douglas DC-8 y Boeing 707 hicieron su aparición en 1958, erigiéndose como único competidor el Caravelle francés.
Por su parte, la industria aeronáutica comercial de la Unión Soviética se unió poco más tarde con el birreactor Tupolev Tu-104, el cual se vio limitado a la esfera de influencia soviética, por efecto de la Guerra Fría que en esos años se encontraba en su punto álgido, impidiéndose así la comercialización de ese aparato en el resto del mundo occidental.
Boeing 747
DC-10
Los años setenta se iniciaron con un claro dominio de la industria aeronáutica americana, con un mercado repartido entre las empresas Mac Donnell Douglas y Boeing. Los primeros aviones tenían capacidad de hasta 200 pasajeros, ejemplo de los respectivos aparatos DC-9 y B-727; posteriormente esa capacidad se incrementaría hasta 300 pasajeros, ejemplo del DC-10 y el muy renombrado B-747.
La respuesta europea
El consorcio Concorde
Prácticamente, la totalidad del mercado de la aviación civil mundial se encontraba en la década de 1970 en manos americanas, siendo Europa incapaz de competir dignamente en este campo. Esta supremacía ya se había intentado contrarrestar a finales de 1960 con la creación del consorcio franco-británico que diseñó el famoso avión supersónico Concorde, capaz de volar a triple velocidad que los aviones convencionales.
Este coloso del aire fue en la práctica un fracaso; su consumo elevado y la época de su lanzamiento (a principios de la década de 1970), en que el mundo se encontraba sumido en una gran crisis económica, impidió penetrar con éxito en el mercado de la aviación comercial. Como resultado, sólo se construyeron unos pocos modelos, básicamente adquiridos en los países promotores del consorcio (Francia y Gran Bretaña), dejando de prestar servicio a principios del siglo XXI.