INVENTOS E INVENTORES: Historia de los inventos: El mundo secreto del átomo - 4ª parte

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Inventos e inventores

HISTORIA DE LOS INVENTOS

Fuente: Revista "Sucesos"

El mundo secreto del átomo - 4ª parte


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El paso a la radiactividad (continuación)

ecquerel inició su tarea parangonando los experimentos de Roentgen. Envolvió una placa fotográfica en papel oscuro, puso sobre el paquete un trozo de uranio, y lo colocó bajo los rayos solares de un día invernal de París. Al cabo de cuatro horas llevó el envoltorio al cuarto oscuro y reveló la placa fotográfica. En ella apareció la imagen del trozo de uranio, lo que parecía confirmar que este metal despedía Rayos X. El sabio, muy impresionado, se dispuso a repetir el experimento:

Becquerel preparó varios envoltorios de placas fotográficas, buscó trozos de uranio de forma singular, y quiso colocar todo esto al sol, pero el día estaba nublado. A la mañana siguiente tampoco apareció el sol. Becquerel empezó a padecer al ver día tras día el cielo encapotado por las nubes, sin un débil rayo solar. Contrariado por el mal tiempo, tomó sus paquetes de placas, con sus trozos de uranio sujetos encima de cada uno de ellos, y los guardó en un cajón de su mesa de trabajo. Transcurridos algunos días sin que mejorara el tiempo, creyó malogrado el experimento. Decidió anularlo y revelar las placas, porque en el futuro había resuelto usar otras más "frescas". Con enorme sorpresa comprobó que los contornos de los trozos de uranio se habían marcado en todas las placas con gran intensidad. Esto significaba que la emisión de rayos era espontánea, nada tenía que ver con la luz del sol, ni con la fluorescencia. Becquerel repitió sus experimentos en una pieza oscura, con una lámina de aluminio interpuesta entre el uranio y la placa fotográfica, obteniendo los mismos resultados.

El uranio tenia, en consecuencia, la muy extraña propiedad de emitir radiaciones constantemente, sin luz, sin sol, sin electricidad, sin nada. A sus rayos penetrantes, que atravesaban una lámina de aluminio, Becquerel los llamó "rayos uránicos", tal vez para contrastar el conocimiento de su origen con la incógnita de los Rayos X de Roentgen.

La Academia Francesa de Ciencias quedó anonadada cuando, en marzo de 1896, el investigador comunicó el resultado de la tarea que le había sido encomendada. El informe atentaba contra conceptos institucionales sobre la naturaleza inmutable de los elementos que constituyen el mundo.

Los Curie entran en escena

Los científicos quedaron sobrecogidos por este mazazo que destruía su edificio de cristal, y muchos se dispusieron a investigar más allá de las comprobaciones de Becquerel. Entre ellos se contó un singular matrimonio franco-polaco, compuesto por Pierre Curie y María Sklodowska.

Ella había emigrado desde su Varsovia natal impelida por los rigores que imponía el dominio de la Rusia zarista. Después de haber trabajado como doméstica e institutriz mientras proseguía sus cursos de matemáticas y física, llegó a París, a los veinticuatro años de edad, para estudiar en la Facultad de Ciencias de la Sorbona. Un tiempo vivió con su hermana, recibida como médico en el mismo plantel, y ya casada, pero después cambió de uno a otro desván de hoteles y pensiones, comiendo apenas, durmiendo poco, estudiando mucho. Se recibió con distinción.

Mientras solicitaba un laboratorio mejor equipado a la Universidad, se topó con Pierre Curie, que era a la sazón un misógino, dedicado exclusivamente al estudio, para el cual lo había preparado su padre desde pequeño. A los 35 años de edad ya había realizado estudios y hallazgos de alguna importancia. Nunca se había preocupado del amor y las mujeres, pero al ver a María Sklodowska se entusiasmó escuchándola hablar sobre el cuarzo y los metales, en lugar de coquetear o preocuparse de vestidos. Para cortejarla, Pierre le regaló un ejemplar de su trabajo sobre "La simetría en los fenómenos físicos: simetría de un campo eléctrico y de un campo magnético".

LOS ESPOSOS CURIE. Pierre y Marie efectuaron perseverantes investigaciones hasta descubrir el radio y, también, el polonio.
LOS ESPOSOS CURIE. Pierre y Marie efectuaron perseverantes investigaciones hasta descubrir el radio y, también, el polonio. Él, francés, murió en un accidente. Ella de nacionalidad polaca, quedó ciega y, luego, de enviudar, recibió el Premio Nobel de Química. Anteriormente ambos habían sido distinguidos con el Premio Nobel de Física

Fue sin duda una extraordinaria declaración de amor. Ella titubeó algún tiempo, pero diez meses más tarde se casaron, sólo por el Civil, sin anillos sin traje de novia, sin fiesta y sin luna de miel, aparte de algunos viajes en bicicleta por los bosques adyacentes a París. Hicieron una vida espartana, sin buscar diversiones que no necesitaban. Tuvieron dos hijas, Irene y Eva.

Pierre y María Curie estaban por completo entregados a sus investigaciones cuando se produjo el hallazgo de los Rayos X y los "rayos uránicos". Los Curie se propusieron averiguar si el uranio era el único mineral que emitía constantemente rayos penetrantes. Inventaron un electrómetro muy sensible, y con él estudiaron diversas substancias. Pronto descubrieron que un elemento pesado llamado torio también emitía rayos penetrantes. Los "rayos uránicos", precipitadamente proclamados por Becquerel, no eran exclusivos del uranio.

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