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Lengua
LINGÜÍSTICA
Variedades lingüísticas - 12ª parte
Variedades diafásicas (continuación)
El lenguaje de la política
l lenguaje político es, en buena medida, un código específico. Sus relaciones con el lenguaje jurídico-administrativo son evidentes: su justificación se halla en el propósito de organizar jurídicamente la sociedad, y su tema básico es, por tanto, el poder, ya sea como ejercicio, como aspiración o como rechazo.
Se trata de un lenguaje en el que lo apelativo suele prevalecer sobre lo representativo y la propaganda sobre la información, por cuanto aspira, en general, más a persuadir emocionalmente que a convencer racionalmente. No obstante, en una sociedad moderna, basada en la institucionalización del conflicto, el lenguaje político es patrimonio de toda la comunidad, y su ejercicio por los diversos sectores y grupos (no hay en él, estrictamente, hablantes privados) expresa no sólo sus limitaciones, sino también las posibilidades de reflexión, discusión y control de los seres humanos sobre su propio mundo.
El lenguaje político es esencialmente un léxico, como todos los lenguajes especiales. Dicho léxico gira en torno a unas cuantas palabras claves que designan
a) sistemas, instituciones, prácticas políticas;
b) ideología de referencia;
c) objetos económicos, sociales y morales de debate. Abundan en él las palabras abstractas, no son raros los eufemismos ni el recurso a los estereotipos, y la creación léxica es considerable (neologismos, siglas, etc.).
Otros lenguajes especiales
A los lenguajes enumerados hasta aquí, cabe añadir otros. En un sentido amplio, son lenguajes especiales todas las variedades sociales o de uso de una lengua: el lenguaje religioso y el lenguaje político, el de la propaganda y el de la publicidad; el lenguaje de los medios de comunicación de masas; las lenguas profesionales y las jergas...
Todos ellos se caracterizan, de una parte, por la situación comunicativa en que se emplean, y, de otra, por su léxico peculiar.