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Lengua
LINGÜÍSTICA
La lengua mediática - 1ª parte
Introducción
os medios de comunicación de masas (prensa, radio, televisión...) son canales técnicos de difusión de mensajes, capaces de hacerlos llegar a receptores amplios y anónimos: el público, las masas. Consecuencia de la peculiar situación comunicativa que comportan, el lenguaje verbal del que se valen (y que coexiste con otros lenguajes: el de los sonidos no articulados, el de las imágenes) presenta ciertas características propias. La influencia de tales medios sobre la lengua estándar es determinante.
Los medios de comunicación de masas sirven, al menos, para los objetivos siguientes:
a) La información: permiten conocer rápida y cómodamente hechos de actualidad, acontecimientos de interés, realidades e ideas nuevas, por lejos que se encuentren los receptores del lugar en que se hayan producido.
b) La formación: es decir, la creación de habilidades y destrezas, de pensamientos y valores. En este sentido, su función es similar a la de una institución que prolongase indefinidamente la formación recibida en los años escolares.
c) La expresión: de emisores individuales o colectivos, de pequeños o grandes grupos, quienes manifiestan -si tienen acceso a los medios- sus propios valores, sus aspiraciones (morales, políticas, artísticas, religiosas); en definitiva, su ideología.
d) La presión: esto es, la actuación sobre los receptores para intervenir en su conducta, moviéndolos a pensar y actuar de una manera u otra. La propaganda y la publicidad son los dos aspectos de esta función; aunque sus técnicas y su lenguaje son bastante similares, la primera suele centrarse en la presión ideológica -persuadir acerca de ideas- y la segunda en la presión económica -instar al consumo de productos.
e) El entretenimiento: esencial en el cine, la televisión y la radio, responde a una necesidad muy profunda, en una sociedad que compensa con la exaltación del ocio la insatisfacción general en el trabajo. Los medios ofrecen abundantes y variadas posibilidades de distracción y entretenimiento, aunque sea a costa de hacer de los individuos meros espectadores, sin verdadera participación.
Menos explícitas, pero igualmente importantes, son otras funciones:
f) La institucionalización social: que una persona o un problema aparezca en la radio, en la prensa o en la televisión, le otorga un reconocimiento general y una entidad que de otro modo tal vez no tendría; los "mass media" conceden este "status" y otorgan o deniegan valor, interés o prestigio. Por otra parte, tienden a homogeneizar a los receptores, a crear en ellos modos de percibir similares, dándoles la sensación de que sus necesidades, deseos y temores tienen muchos más puntos de coincidencia que de desacuerdo. Y crean también un pretendido gusto popular, a la medida de los productos culturales que expresamente fabrican para el consumo masivo e inmediato. La asignación de valores, la imposición de normas, la creación de gustos, son otros tantos factores de cohesión social que se deben, casi exclusivamente, al poder de los medios de comunicación social.
g) El control social: la institucionalización supone, evidentemente, control. Quienes poseen los medios, sean los Estados o las grandes empresas, ejercen y legitiman a través de ellos su poder, no sólo con mensajes conservadores -dentro de cuyos amplios dominios cabe también, excepcionalmente, la crítica y el disentimiento-; sobre todo, con la hipnosis que provocan en receptores capaces de leer, oír o mirar, pero incapaces de actuar y para los cuales, como se ha escrito, "la historia se ha convertido en espectáculo".