Natureduca - Portal educativo de ciencia y cultura |
Lengua
LINGÜÍSTICA
Variedades lingüísticas - 6ª parte
Lengua oral y lengua escrita
l medio por el que se transmiten los mensajes y, por tanto, el carácter sonoro o gráfico del significante, permite distinguir dos grandes variedades de una lengua: la oral y la escrita.
La lengua oral es primaria: todos los seres humanos y todas las sociedades la poseen; la escrita, secundaria: históricamente tardía, ni todas las comunidades la han poseído ni todos los hablantes la dominan.
Por lo general, la lengua oral se emplea ante interlocutores presentes y en una situación que el hablante y el oyente comparten; eso hace que sea más implícita y más imprecisa; su vaguedad es fácilmente contrarrestada por la situación. Su sintaxis suele ser más psicológica que lógica, según la importancia que el hablante va dando a lo que dice. Lo contrario suele ocurrir en la lengua escrita: interlocutor ausente; situación no compartida o, al menos, no inmediata; contenidos más explícitos; sintaxis más lógica.
Por tanto, no puede considerarse que la lengua escrita traduzca simplemente la hablada.
Forzosamente, por ser una abstracción de la dimensión fónica del lenguaje y de su empleo en una situación comunicativa concreta, la lengua escrita tiene limitaciones y posibilidades que no tiene la hablada.
Limitaciones: la lengua escrita no puede reproducir exactamente la riqueza fónica de aquélla (pausas, énfasis, entonación, etc.) ni la concreta situación en que se produce (gestos, movimientos, relaciones entre interlocutores, etc.).
Posibilidades: la lengua escrita fija los mensajes, ha permitido su permanencia en el tiempo y su difusión en el espacio (la conservación de la lengua oral data sólo de fines del siglo XIX, con la invención del gramófono y del magnetófono).
La lengua oral es, particularmente, la lengua de la conversación y el diálogo. La lengua escrita, la de los registros más cultos (el científico-técnico, el literario, el jurídico). Ésta cumple una función de prestigio; está más sujeta a la norma, que contribuye decisivamente a transmitir, y es más conservadora. La lengua oral, por el contrario, más despreocupada de criterios normativos, es más innovadora y cambiante.
En este sentido, la lengua escrita tiende a intentar conseguir la inmovilidad de la lengua hablada, su fijación, mediante el objetivo del aprendizaje a nivel escolar de las normas y reglas lingüistas. Ese objetivo ha estado condicionado a lo largo de la historia por diferentes factores políticos, sociales, religiosos, etc. Como ejemplo, el galaico-portugués fue una lengua culta en la que llegó a escribir sus poemas Alfonso X, el Sabio, pero no se logró su fijación por motivos políticos. Sin embargo, por los mismos motivos, tras la unificación de los reinos españoles fue el castellano el que consiguió su expansión, terminando por fijarse definitivamente y convertirse en la lengua culta y de referencia, tanto oral como escrita.