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Lengua
LINGÜÍSTICA
Variedades lingüísticas - 10ª parte
Variedades diafásicas (continuación)
El lenguaje científico y técnico (continuación)
l lenguaje científico también presenta algunas peculiaridades gramaticales: una sintaxis lógica, con predominio de la enunciación y de las construcciones lineales, y abundancia de complementación, subordinación y nexos de causalidad, consecuencia o condición, al servicio de la complejidad que implica; el uso de estructuras pasivas e impersonales, de las terceras personas o del plural de modestia, pretenden aportar la necesaria objetividad. En resumen, en él se da una fuerte tensión, más acentuada que en la lengua estándar, entre economía lingüística y redundancia.
Los límites entre ciencia y técnica son fáciles de trazar conceptualmente: la primera pretende describir y explicar la realidad, mientras que la segunda trata de actuar sobre ella. Dichos límites pueden extenderse al lenguaje científico y al lenguaje técnico, pues éste, apoyándose en el conocimiento científico, da prescripciones e instrucciones para manipular la realidad tratada: su finalidad práctica lo separa, sin embargo, netamente de la teórica del lenguaje científico. A pesar de ello, la relación entre ciencia y técnica es esencial: no sólo la ciencia aporta instrumentos a la técnica, sino que ésta produce nuevas realidades que han de ser examinadas por aquélla.
El lenguaje literario
Un uso de la lengua radicalmente opuesto al científico, si bien no menos necesario que éste para la colectividad es el literario. A la función referencial opone la función poética; a la impersonalidad del emisor y el receptor, la acentuada privacidad del escritor y del lector; a la objetividad, la subjetividad; a la elaboración de una terminología, la profundización en lo más característico de la lengua natural.
También frente a la lengua estándar, la lengua literaria tiene un modo de significar peculiar y supone una relación comunicativa muy especial. Emisor y receptor no comparten la misma situación, hecho que obliga a que la obra literaria exprese su significado en muy diversas situaciones: ni el autor habla (escribe) ni el lector escucha (lee) movido por necesidades inmediatas; su referencia se encuentra en experiencias, valores y sentimientos humanos, que se incorporan al mensaje mediante la ficción de un mundo imaginario; su código, el de la lengua natural, es continuamente cuestionado por mensajes que contrarían los imperativos de la norma. Tales mensajes poseen ciertas marcas, las recurrencias o figuras retóricas, que advierten de la finalidad y el sentido que se les asigna: movilizar la función poética de la lengua.
Estas marcas ponen de relieve el lado material de los signos, su significante, el mensaje mismo en su forma más que en su significado. Sin embargo, ello implica que también un determinado contenido sea fijado en una expresión concreta, y que la percepción de uno y otro sea mucho más intensa.
La literatura consiste, como las demás artes, en la transmisión de una percepción peculiar del mundo y en las condiciones que la hacen posible. La realidad cotidiana, que los hombres se limitan a reconocer automáticamente, es ofrecida por la literatura bajo una nueva luz, como vista por primera vez. De modo que la literatura es, también, una forma de conocimiento.