Lengua
LINGÜÍSTICA
Variedades lingüísticas - 4ª parte
Variedades diastráticas (continuación)
Jergas y argot
iertos grupos sociales muy diferenciados utilizan en determinados contextos variedades lingüísticas específicas, que se denominan jergas. Singularmente, el mundo de la delincuencia, aunque también otros grupos más o menos homogéneos, poseen sus propias jergas. Se trata de léxicos -sus peculiaridades gramaticales y fónicas son irrelevantes- que cumplen una doble finalidad: críptica para el resto de la colectividad, es decir, permite la ocultación y el secreto (algo esencial entre delincuentes, pero también importante para cualquier grupo diferenciado), y cohesiva para los miembros del grupo, cuya identidad queda preservada por la utilización de su lengua diferente.
La jerga de la delincuencia se llamó en castellano germanía. Gran parte de su léxico tiene procedencia caló (lenguaje de los gitanos), y otras de sus zonas se han originado por deformación y especialización de palabras comunes; la creación metafórica, muy expresiva, resulta también esencial.
En un sentido más amplio, son jergas las lenguas diferenciadas de grupos profesionales (marineros, militares, médicos, abogados, etc.) o de otro tipo (miembros de una comunidad religiosa, de un partido político, de una secta; estudiantes; drogadictos; delincuentes; aficionados al rock, al fútbol, al boxeo, a los toros, etc).
El léxico procedente de todas estas jergas, utilizado por hablantes de muy diversa condición en el habla coloquial, con una finalidad expresiva o humorística, y particularmente viva en las grandes ciudades, forma lo que suele llamarse jerga común o argot.
De modo que el argot reúne, en una especie de fondo común, voces jergales de muy variada procedencia. Se trata de préstamos no normalizados por la lengua estándar ("beibi", "grupi", "bisnis"); abreviaciones de palabras ("anfeta", "micro") o deformaciones en busca de una acusada expresividad ("lili", "pajarraca", "tontolaba"), y términos que han sufrido un cambio de significado por procedimientos metafóricos ("chota", "leño", "canuto", "tubo") o metonímicos ("vidrio", "berzas", "biblia", "marrón"). También resulta característica toda una fraseología, más o menos fija, rica en comparaciones e hipérboles ("ser más feo que pegarle a un padre", "asarse las moscas", "para ti la perra gorda"...).
La expresión de la afectividad resulta esencial en el argot: la agresividad y el humor (muchas veces juntos: en eso consiste el sarcasmo) determinan que los tabúes y los disfemismos sean en él absolutamente centrales. Así, el sexo, las funciones fisiológicas, los defectos físicos y morales, las creencias y valores dominantes -crudamente asumidos o rechazados-, se constituyen en núcleos de significado de esta variedad lingüística.
Fundamentalmente orales, las jergas y el argot son muy cambiantes: el propósito de transgresión de la lengua común comporta, en mayor o menor medida, un radicalismo y un deseo de novedad que distingue a sus hablantes de los hablantes comunes. El paso de términos jergales al estándar, por otra parte, es significativo del interés que ciertas realidades "marginales" suscitan en el colectivo social.