LA RADIO EN LA LITERATURA: MIS CHISTES, MI FILOSOFÍA

Slavoj Žižek, Editorial Anagrama, Tercera Edición, Barcelona 2016.

Sinceramente, leer te hace más libre, más realista, más juicioso. Incluso me atrevería a decir más feliz. Obras como esta son las que nos hacen creer que los seres humanos estamos hechos de metales variados y sensibilidades prodigiosas.

Se trata de un relato del pensador esloveno al que llegué por pura casualidad: un día muerto, de esos que dan pocas ganas de moverse de casa, había salido a unas pequeñas compras y me “agarró” una buena lluvia que hizo que me refugiara en la prensa de la Biblioteca. Ahí descubrí un artículo [creo que en El País] del autor que me dejó tan agradable sabor de boca que miré a ver si había algún libro en el mercado.

LA RADIO EN LA LITERATURA: MIS CHISTES, MI FILOSOFÍA

Y tropecé con varias reseñas, una me llamaba la atención, podría servir para romper la dieta lectora y concentrarse en algo más cotidiano, más terrenal. Nada menos que la filosofía y el humor que el esloveno explota magistralmente y nos hace ver el mucho daño que se hizo a nuestros discentes con unos planes de estudio en los que se suprimieron, primero la filosofía, después las humanidades acorraladas, total, como diría Gila ¿Pensar? ¡Para qué!

Se burla del comunismo, de la religión, de la vida e incluso de la insensatez de la radio [sólo un chiste, así que hoy la reseña será bien corta]. Encontraremos chistes para todos los gustos y colores [algunos podrían herir la sensibilidad de los más puritanos, así que es recomendable que la gente de “fina piel” mejor que se vacune antes de gastarse los 15,90€ que vale el libro].

Si tenemos que “amortizar el gasto/satisfacción” hay que colegir que salimos ganando ya que incluso en algunos momentos nos obliga a interiorizar para comprender el real sentido de algunos de sus cuidados chistes. No está todo lo “espeso” que uno pueda  pensar; trata en todo momento de no perder el hilo y la distribución de los mismos dejan mucho margen en “blanco”.

Vayamos al único que hace referencia a la radio. ¡Qué lejos quedan aquellas emisiones en español de Radio Erevan destinadas a la diáspora Armenia, especialmente a los que vivían en el Cono Sur y cuyo acento me hacía pensar en la inabarcable urbe de Buenos Aires…! ¡Tiempos en los que prácticamente no teníamos nada, pero centenares de países nos legaban sus emisiones en lengua española!

Hoy tenemos contaminación electromagnética por un tubo y, encima, pagamos. Algún día se sabrá el coste para la población de la insufrible radiación de tantos artilugios que está engrosando las arcas de cuatro vivos [lean estos días las cuantiosas cifras del Plan de Jubilación del responsable de Telefónica] mientras los gobiernos, atenazados por las grandes oligarquías de las comunicaciones, hacen mutis por el foro. En fin, vamos al chiste:

“En un viejo chiste soviético, un oyente pregunta en Radio Erevan: “¿Es verdad que Rabinovitch ha ganado un coche nuevo en la lotería estatal?” Radio Erevan le contesta: “En principio, sí, ha ganado un coche nuevo. Sólo que no es un coche, sino una bicicleta, y tampoco es nueva, sino vieja, y no la ha ganado, sino que se la han robado”. [115]

            Es una forma más de cachondearse del paraíso del proletariado. Algo que ahora cambió de cara, pero no de pensamiento. Incluso los tenemos “jaleando” por doquier. Así que los que creen que esa ideología se fue con viento fresco, pueden estar tranquilos. La tenemos y bien incrustada. Los chistes sobre sexo, al menos para mí, son los mejores. Fabuloso el de Fatima, su marido y las constantes copulaciones durante una noche…

Que lo disfruten y ya saben: leer activa las neuronas y nos evita la idiotización a la que constantemente nos someten los medios, especialmente el televisivo. Desde que una ventada me dejó sin ella, ya ni las noticias me interesan. Curiosamente camino el doble y devoro más libros que nunca.

 

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