LA RADIO EN LA LITERATURA: COMPLOT YERMAKOV

“No sacrifiques tu vida en aras de los mártires”
[Derek Lambert]

Derek Lambert, Círculo de Lectores, Barcelona 1975, 255 páginas.

En esta ocasión las referencias radiales las encontré en una novela inspirada en la Guerra Fría, la URSS, el Transiberiano y el mundo judío. Entretenida, aclaparadoramente interesante y que me ha devuelto a los años setenta cuando la onda corta era una gran fuente de libertad.

Ha sido como si realizara un largo viaje a través del tren más largo del mundo y encontrar que, en determinado momento, vuelves a escuchar la histórica Radio Moscú, sobre todo el inolvidable MOSAICO donde te atendían en infinidad de ocasiones y poco a poco ibas conociendo territorios y gentes que rara vez te los encontrabas en otros medios. Siberia y su inmensidad, su taiga, su frío o su hielo se hacen aquí sumamente atractivos en una novela bien estructurada y mejor traducida. Una buena fuente para disfrutar de un tiempo que, sinceramente, ante lo que nos está tocando vivir, fue mucho mejor.

LA RADIO EN LA LITERATURA: COMPLOT YERMAKOV

Y ahora vayamos a las referencias radiales que vienen muy bien para nuestra sección y nos devuelve, en algunos casos, a aquellas noches fabulosas donde los diexistas o radioescuchas disfrutábamos de lo lindo y, en cierta medida, nos sirve de aliciente para no morir en el intento en busca de programas radiales que merezcan la pena ser sintonizados. La FM con la estolidez que nos ha tocado vivir parece que está pensada para gente del cotolengo, vaya que La Colifata bonaerense se anticipó a su tiempo.

 

“Para Pavlov, las cifras proporcionadas por la computadora, significaban también las horas en que los agentes debían tomar el tren, la distancia de Chitá a que se encontrarían cuando se produjera el secuestro, las longitudes de onda de los mensajes radiales que se transmitirían desde cinco capitales europeas; también el pronóstico del tiempo y los despliegues de tropas al este de Irkutsk”. [11]

 

”Todos los coches estaban atestados de policías, y era muy posible que hubieran instalado micrófonos ocultos en la locomotora, lo mismo que en los vagones. Incómodo, se quedó mirando el movimiento de las agujas de los diales”. [18]

 

“La fiesta se hizo en el apartamento de los Pavlov en Kutuzovski, Moscú, en un complejo de viviendas cuyos bloques ocupaban diplomáticos y periodistas extranjeros, cuyas puertas estaban vigiladas por milicianos y donde todos las viviendas estaban provistas de micrófonos ocultos instalados por la KGB. Muchos residentes pensaban que eso de los micrófonos era un chiste; todos los años se suicidaban dos por lo menos. Los Pavlov habían conseguido el apartamento porque el complejo era uno de los mejores de la ciudad, y era saludable que los extranjeros vieran a la flore y nata del hombre y la mujer soviéticos mientras atravesaban el destartalado patio del edificio”. [42]

 

Pavlov condujo su Volga negro en dirección a la Exposición de Hazañas Económicas. Un vasto parque con 370 edificios, modelos de sputniks y naves espaciales, artículos industriales, tiendas y cafés. De las ramas de los árboles pendía aún alguna que otra hoja, pardusca o amarilla.

Para dar verosimilitud a la visita, recorrieron primero el edificio de radio y electrónica. Después se sentaron en un banco, mientras a sus pies se arremolinaban las hojas muertas”. [47]

 

“La infame “conspiración de los médicos” denunciada por Pravda el 13 de enero de 1953. Seis de los acusados eran judíos y se les culpaba de haber conspirado no solamente con agentes ingleses y norteamericanos sino con “espías sionistas”. Un mes después de la muerte de Stalin, Radio Moscú anunció que los cargos contra los médicos eran falsos”. [60]

“El coche especial era una mezcla de estilos. Un despacho funcional, dos compartimientos dormitorios de primera clase para los guardias, sala de control de la KGB con el equipo de radio y el de recepción de los micrófonos instalados en el tren, una celda, una despensa y dos compartimientos convertidos en un gran dormitorio de lujo con paneles de caoba, espesos cortinajes de color rosa, una silla tapizada en satén rojo, alfombra de China, lavabo con cortinajes de felpa rosada que se corrían tirando de un cordón dorado con borlas”. [62]

 

Un día fue requerida su presencia en la Embajada norteamericana; allí, en un saloncito donde la radio no dejó de funcionar “para ahogar los piojos”, escuchó la advertencia de un agente de la CIA, apenas disfrazado como primer secretario.

-Están tratando de usarlo para algo.

-Pues a ver si lo consiguen –respondió Bridges”. [86]

 

“El obelisco era una estructura alta y brillante que en la parte superior tenía un cohete apuntando hacia las nubes; el conjunto se elevaba majestuosamente, como la proa de un barco. Estaba en el terreno dedicado a exposiciones donde habían hablado por primera vez, en las inmediaciones de la torre para TV de Ostankino.

Gopnik esperaba, vestido con un arrugado traje de verano; en la frente engañosamente estrecha brillaba el sudor. Echaron a andar junto a los arriates verdes que alfombraban la base del obelisco”. [141]

 

“Otros cinco Zelotes se ocultaban en las ruinas de la aldea: el Piloto, el Pederasta, el Pirata, el Peluquero y el Pregonero, que por mediación de Semenov, el Policía, había conseguido instalar bien disimulados micrófonos en el cuartel general de la KGB en Chitá, donde se concentrarían todos los mensajes referentes al secuestro”. [171]

 

“El mensaje había sido recibido telefónicamente en Zubarievo. Habían encontrado el cadáver de Gavralin sobre la margen del Obi. Aparentemente, tenía la garganta destrozada por un lobo. En un bolsillo, la policía le había encontrado una tira de papel sobre la cual se leía el nombre de Viktor Pavlov”. [181]

 

El Peletero se echó un cuerpo al hombro, como si fuera un animal que acababa de matar.

-¿Funciona la radio?

El Pregonero contestó que sí.

-Podríamos poner micrófonos en la estación del ferrocarril para oír lo que hablan –sugirió”. [190]

 

¿Cuál es el plan, coronel?

-No tenemos planes –dijo secamente Razin-.Tendremos que esperar a ver qué es lo que quieren. Enviaron un mensaje por radio a Shilka, para advertirnos que si hacíamos cualquier movimiento matarían a Yermakov. Han cargado el puente de explosivos”. [206]

 

“En cada una de las capitales, las organizaciones sionistas habían recibido instrucciones de telefonear a Moscú a horas determinadas. Cuando se recibieran las llamadas, desde Moscú se transmitirían mensajes radiales a Siberia, y Yermakov sólo quedaría en libertad cuando el equipo de radio instalado en el vagón especial hubiera recibido la última confirmación”. [210]

 

“Continúe, por favor, camarada Razin. Hasta el momento no ha dicho nada que me impresione.

-No lo matarán porque les haremos llegar por radio un mensaje con la amenaza de que, si el camarada Yermakov sufre el menor daño, se suspenderán los visados de salida para todos los judíos que desean abandonar Rusia. Eso los convertirá en traidores a su causa, no en héroes –la mano de Razin subió hasta la magulladura que tenía en el cuello”. [229]

 

“Era el décimo día desde que el Transiberiano saliera de la estación de Moscú. El primer mensaje por radio llegó a las 23.15. Un físico nuclear, llamado Mijaíl Altman había llegado sano y salvo a Viena, procedente de Moscú, en un vuelo TU 134 SU 081 a las 17”. [236]

 

“-Te diré lo que me propongo hacer. Cuando recibamos la última confirmación por radio, tú y los otros tres podéis iros. Yo me quedaré con Yermakov hasta las dos de la tarde, según lo convenido. Eso os dará dos horas, pero no son más que una probabilidad”. [236]

 

A las 11.10 Pavlov ordenó al Pregonero que enviara un mensaje radiado a Shilka para que fuera inmediatamente transmitido al cuartel general del campamento instalado junto a la estación del ferrocarril.

-Que les digan –ordenó- que el camarada Vasily Yermakov saldrá en libertad del vagón a las 14, siempre que se den garantías de que tres hombres podrían salir libremente del coche a las 12. Si oigo algún disparo, haré volar el puente –los ojos de Pavlov se dirigieron al detonador-. Díganles que esto será válido a partir del momento en que yo haya recibido el último mensaje, desde –consultó su lista- …desde Londres.

El Pregonero se dirigió a la radio para transmitir el mensaje.

Diez minutos después volvieron a oír una voz por el megáfono. Una voz nueva.

-De acuerdo, Pavlov, accedemos a sus exigencias”. [239]

 

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