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Lengua
EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
El texto - 7ª parte
Clases de textos
a diversidad de situaciones comunicativas determina una gran heterogeneidad de textos: la noticia, la oferta de trabajo, el poema, la discusión familiar, las instrucciones de uso de un objeto, la carta, la sentencia judicial, la arenga, el chiste... son algunas de las clases de textos que expresan, y a la vez conforman, la práctica social.
¿Puede reducirse esta diversidad a una tipología estricta, que contribuya al estudio de los textos mismos y dé cuenta del proceso de producción textual?
Los intentos de elaborarla han sido abundantes, pero no por ello puede decirse que exista acuerdo al respecto: más que una tipología existen varias, dependiendo del marco teórico desde el que se hacen y del criterio elegido.
Los criterios para la clasificación textual se dividen, fundamentalmente, en dos grupos. El primero está basado en consideraciones externas al texto: ¿en qué situación se produce, cuáles son los roles de los hablantes, qué desea el emisor y espera el receptor?; en resumen, ¿para qué y para quién se habla? El segundo se centra en la estructura del texto y en determinados rasgos formales de él.
Clases de textos y funciones del lenguaje
El primero de los criterios puede ponerse en relación con la distinción clásica de funciones del lenguaje. Si éste es un instrumento, un útil que sirve para varias finalidades, las siguientes clases de textos parecen posibles:
Textos representativos, informativos o declarativos, en los que el hablante pretende informar objetivamente de algún aspecto de la realidad. La noticia, la monografía científica, la biografía, el artículo de una enciclopedia, etc., son textos de esta clase.
Textos expresivos, en los que el hablante manifiesta su mundo subjetivo; como, por ejemplo, en la mayor parte de las conversaciones cotidianas. En un sentido amplio, los textos apreciativos o valorativos, que expresan juicios de valor (bueno/malo, útil/inútil, bello/feo...) pueden incluirse aquí.
Textos apelativos o prescriptivos, con los que el hablante pretende influir sobre el interlocutor o interlocutores, provocando una conducta: arenga militar, sermón, eslogan publicitario, normas, órdenes, instrucciones, reglamentos, etc.
Textos poéticos, en los cuales el propósito del hablante se centra en la creación verbal: adivinanzas, trabalenguas, juegos de palabras y, sobre todo, textos literarios.
A estas clases pueden añadirse la de los textos fáticos, limitados a establecer y mantener el contacto entre los hablantes (que van de las conversaciones sobre el tiempo y los saludos a los textos fijos de ciertas situaciones rituales, como el sermón funerario, el discurso de inauguración o el brindis) y los textos metalingüísticos, que no se refieren directamente a las cosas ni a los objetos sino al lenguaje que sirve para hablar de ellos (el diccionario sería un ejemplo y, en un sentido amplio, todos los libros de lingüística).
Hay que tener en cuenta que la elaboración de un texto puede responder a varias finalidades; sin embargo, una aparece como dominante, siendo la correspondiente función del lenguaje la que permite asignar el texto a una clase concreta.