GEOGRAFÍA - PAÍSES: México - 13ª parte
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Geografía

PAÍSES

México - 13ª parte


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Arte

a creación artística en México, tanto anterior como posterior a la conquista española, puede considerarse, en conjunto, una de las más importantes del ámbito latinoamericano. Las manifestaciones artísticas de las diversas culturas precolombinas en el actual territorio mexicano habían alcanzado, a la llegada de los españoles, uno de los mayores grados de desarrollo de América, especialmente en las culturas maya y azteca.

Mucho más importante fue el legado que ha perdurado hasta nuestros días de la arquitectura y el arte mayor: ciudades como Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras, Chichén Itzá y muchas otras, conservan una gran variedad de muestras arquitectónicas mayas: templos escalonados, palacios, patios con columnas, torres, acueductos, puentes, arcos de triunfo, etc. Su hallazgo técnico más destacable fue la utilización de la falsa bóveda o bóveda de saledizo. La arquitectura azteca, en cambio, ha dejado un menor legado, sobre todo debido a que Tenochtitlán, su principal ente político y cultural, fue completamente derruido por los españoles. En escultura, ambas culturas coinciden en el uso de decoraciones jeroglíficas, que en el caso de los aztecas tiene su más famoso exponente en la piedra del sol; éstos realizaban también una escultura naturalista en la que representaban divinidades, animales, figuras humanas, frutas, etc.; por el contrario, los mayas mostraban principalmente representaciones de sacerdotes, dioses, temas mitológicos, etc.

En general, la cultura maya consiguió un gran perfeccionamiento de los trazos escultóricos. De igual manera, mientras que en el arte maya destaca una pintura mural de gran variedad y colorido, los restos pictóricos de la cultura azteca son escasos. Además de ello, ambas culturas realizaban cerámica de muchos tipos y trabajos de orfebrería. En la cultura azteca es destacable el arte lapidario, que aportó bellos trabajos en cristal de roca, obsidiana, jade, turquesa sílex, etc.

A lo largo del s. XVI se desarrolla en el territorio de Nueva España una intensa actividad constructiva, llevada a cabo principalmente por las distintas órdenes religiosas, que en su obra de evangelización levantaron gran cantidad de conventos e iglesias. Estas construcciones constituyeron generalmente el núcleo sobre el que se formaba la estructura urbana de las nuevas poblaciones. La decoración de los edificios variaba desde la existencia de elementos góticos y renacentistas hasta detalles mudéjares y arcaismos medievales.

El arte pictórico de la época se centra básicamente en las creaciones murales: todos los conventos e iglesias estaban recubiertos de frescos figurativos u ornamentales. En cuanto a la escultura, se realizaron interesantes retablos e imágenes que combinaban la copia de motivos y formas europeas con un espíritu indigenista y un cierto primitivismo en las técnicas. El mismo contraste se da en la pintura al óleo: el arte italianizante y flamenco de procedencia culta convive con dibujos de técnica prehispánica, hasta que a fines del s. XVI y principios del XVII se impone el manierismo, y posteriormente la influencia de Zurbarán y Sebastián de Arteaga.

Las últimas décadas del s. XVI son también las de la construcción de las primeras grandes catedrales mexicanas, entre las que destacan las de México y Puebla, que constituyeron un modelo arquitectónico no sólo para México, sino para toda América Latina durante la época de la dominación española. Destacan también las catedrales de Guadalajara y Mérida. En arquitectura civil, durante estos primeros siglos de españolización destaca el trazado urbano de Ciudad de México sobre las ruinas de Tenochtitlán. Quedan diversos palacios y casas señoriales de estas primeras épocas, pero la mayoría de ellos han sido destruidos.

Ya entrado el s. XVII, el Barroco fue una de las corrientes artísticas que mayor huella dejó en México. En arquitectura, la actividad constructora de las órdenes religiosas aporta una gran cantidad de obras, con diversas tendencias barrocas. En escultura el barroquismo deja de lado las iniciales influencias andaluzas, sobre todo sevillanas, y se realizan piezas de reconocido valor, muchas de las cuales son de autor desconocido. La pintura barroca tiene un destacado exponente en C. de Villapando, bajo marcadas influencias de Murillo, Valdés Leal y Rubens.

En el período neoclásico (s. XVIII) también cabe destacar dos grandes figuras: el escultor y arquitecto valenciano Tolsá que, entre otras muchas obras, remata la catedral de México y realiza el Palacio de la minería de México, y M. Cabrera, el más representativo y famoso pintor de la época. Otro importante pintor neoclásico fue J. L. Rodríguez Alconedo, retratista apodado el Goya mexicano

En el s. XIX la arquitectura se caracteriza por una entrada de corrientes europeas (especialmente francesas e italianas) y por su institucionalización bajo el régimen de Porfirio Díaz. La pintura de este siglo da nombres como el español P. Clavé o el mexicano J. Cordero y, sobre todo, ya en la segunda mitad del siglo, el paisajista J. M. Velasco y José Guadalupe Posada, un continuador del arte popular del grabado. Ambos abrieron un siglo pictórico que supuso el capítulo más importante del arte moderno mexicano, y una total renovación de su panorama artístico. Tras unos años de influencia del modernismo, la Revolución aporta tres grandes figuras: el expresionista José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, que tratan temas revolucionarios. De carácter surrealista e indigenista, destaca también la obra de Rufino Tamayo.

Algunas décadas después de la Revolución la pintura mexicana empezó a romper con el arte oficial revolucionario y a emanciparse, aunque siempre muy arraigada a la tradición que le precede. En arquitectura, durante los años 20 del presente siglo predominó un estilo neocolonial, aunque posteriormente se inició una constante renovación que ha conducido a una arquitectura propia, interesante y muy activa.

Las últimas décadas han visto pasar corrientes como el funcionalismo, el posmodernismo, el neopopulismo, etc., e incluso algunas reacciones de vuelta al barroquismo neocolonial. La búsqueda de soluciones a los problemas de vivienda y de organización urbana en arquitectura, va muy ligada a la integración en el espacio urbano y la monumentalidad que persiguió la escultura durante los años 70 y 80.

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