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Historia y Arte
LA BAJA EDAD MEDIA
Manifestaciones artísticas - 10ª parte
La música
a música religiosa obtuvo un notable desarrollo gracias al tradicional poder de la Iglesia a lo largo de la Edad Media, pero, la recuperación de la vida urbana trajo consigo la aparición de formas musicales profanas que, poco a poco, irían ganando importancia.
La música religiosa
La música de la Baja Edad Media estaba muy ligada a la Iglesia. Pero la aparición de las ciudades cambió muchas cosas, entre otras la forma de construir los templos. Las nuevas catedrales ya no eran las recogidas iglesias románicas, ni los aislados monasterios donde tan sólo participaban del culto litúrgico los monjes y unos pocos campesinos.
Alegoría de la Música, en una miniatura
del Tratado de Música de S. Boedo, donde se representan algunos de los
instrumentos más utilizados en el siglo XIV
Las nuevas aglomeraciones urbanas necesitaron grandes templos para acoger a los numerosos fieles. La catedral gótica era un templo grandioso y en él no bastaba el místico e íntimo canto gregoriano de los monjes cistercienses. Fue necesario un instrumento como el órgano para llenar de sonido, como llenaban de luz las vidrieras, las altas catedrales. Había, además, que impresionar con la música a una numerosa congregación de creyentes dispuestos a exaltar la grandeza divina.
Por todo ello la música del periodo gótico supuso, no sólo el desarrollo y mejora de instrumentos como el órgano, sino la aparición de nuevas modalidades de composición. Apareció así la polifonía (varias voces distintas a la vez) que se iría complicando con el paso del tiempo hasta utilizar 24 voces distintas.
Adscritas a las catedrales surgieron las escuelas de música; la escuela de Notre-Dame de París fue una de las más famosas durante el siglo XII. En ella se desarrolló una nueva composición: el motete, que combinaba diferentes melodías para textos independientes.
Las influencias musicales entre los distintos países europeos se vieron favorecidas por dos causas fundamentales. Por un lado se difundió el sistema de escritura de notas musicales, que hacía de la música un lenguaje universal; y, por otro, la mayor movilidad de gentes debida al tráfico comercial, hizo que los músicos no permanecieran en sus escuelas y lugares de origen, sino que viajaran de unos países a otros llevando consigo sus conocimientos.
A principios del siglo XIII aparecieron en distintos países colecciones de música religiosa no litúrgica, entre las que destacan las famosas Cantigas a Santa María de Alfonso X el Sabio, que constituyen la manifestación lírica más importante de la península ibérica. Son cuatrocientas treinta y dos melodías monódicas, escritas en lengua gallega, y sus temas son tanto religiosos como profanos. Del mismo estilo son las "laude" italianas.
La música profana
En las ciudades se desarrolló un nuevo tipo de vida social en comunidad que, con sus diversiones y fiestas, dio lugar al surgimiento de nuevas modalidades musicales de carácter profano. La aparición de cantantes y músicos, así como un mayor desarrollo de los instrumentos, tienen en las ciudades un motivo impulsor de primer orden. Los cantantes fueron los trovadores y los músicos los juglares.
Los primeros trovadores hicieron su aparición en el siglo XII, en la Provenza francesa; solían pertenecer a la nobleza y sus canciones (monódicas) estaban cantadas en su lengua (Oc). El ritmo de estas canciones dependía de los versos y sus formas más características fueron la "canción de amor", la "pastorela" y el "rondó". Los juglares acompañaban, a veces, a los trovadores y ejecutaban la música que éstos componían. Sus instrumentos fueron la viola, el laúd y el arpa. La lírica trovadoril se extendió por España, Portugal e Italia. No obstante, las tierras hispánicas poseían una lírica mozárabe de gran riqueza musical, anterior en un siglo a la de los trovadores.