GEOGRAFÍA - PAÍSES: Egipto - 4ª parte
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Geografía

PAÍSES

Egipto - 4ª parte


Historia: Imperio medio   Imperio nuevo

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Historia: Imperio medio

letra capitular Egipto se unificaría de nuevo, iniciándose el Período del Imperio Medio (2000-1800 a C, XII dinastía), con capital en Tebas y dando la primacía religiosa al dios tebano Amón. Bajo la protección de Amón-Ra (fruto de un acuerdo entre los sacerdotes de Tebas y Heliópolis) se intentó restaurar el sistema político y administrativo del Imperio Antiguo. Lograr otra vez el control sobre las provincias era muy difícil, ya que los príncipes tebanos se habían apoyado en algunas para conseguir el poder. A pesar de todo, se consiguió. Se restablecieron las relaciones comerciales con el exterior, se explotaron minas y se realizaron expediciones a Nubia y Libia.

Con Sesostris III, el Imperio Medio alcanzó su máxima expansión territorial. Desde el punto de vista cultural se vivió un auténtico renacimiento: construcción de templos, desarrollo de la literatura, aparición de papiros con textos médicos o matemáticos, etc. En cuanto a la religión, hubo un cambio importante: el culto a Osiris permitía a cualquier hombre la supervivencia, el acceso a la eternidad, antes reservado sólo al rey.

Durante la época de la dinastía XIII se vuelve a vivir un proceso de descomposición del poder central, iniciándose así el Segundo Período Intermedio (1800-1590 a C, XIII a XVII dinastías). A nivel demográfico, Egipto contaba con un gran número de inmigrantes que trabajaban en explotaciones agrícolas o en tareas poco especializadas. Nunca se les había considerado un peligro pero, favorecidos por la debilidad de las XIII y XIV dinastías, se convirtieron en una fuente de conflictos.

Por otra parte, y en el marco de un movimiento migratorio general que tuvo lugar en Oriente Medio, hacia el s. XVII a C, un grupo formado por semitas y asiáticos, los hicsos, invadió en N de Egipto y fue conquistando, paulatinamente, el reino sin alcanzar a ocupar todo el Alto Egipto. Tebas logró mantener su independencia. Los hicsos reinaron durante las XV y XVI dinastías, con capital en Avarias, en el delta. Establecieron relaciones comerciales con diversos pueblos asiáticos e introdujeron armas y técnicas que permitieron al país integrarse en la cultura de la Edad del Bronce. Los príncipes tebanos pusieron fin a este segundo período intermedio emprendiendo una guerra de liberación contra los invasores asiáticos. Kames y Ahmés expulsaron a los hicsos, tomaron Avaris y consiguieron de nuevo la unificación del país. Se utilizó un armamento muy avanzado: carros tirados por caballos, arco compuesto, etc.

Historia: Imperio nuevo

El Imperio Nuevo (1590-1050 a C, XVIII a XX dinastías) constituyó económica y socialmente un período de bienestar. Las capitales fueron Tebas y Menfis conjuntamente. Egipto vivió en permanente estado de guerra por el afán expansionista de sus gobernantes y por el miedo a los poderosos estados que se habían constituido en el Próximo Oriente: hititas, mitanios, etc. Se dotó al país de un ejército permanente que contaba con poderosas armas. Tutmosis III llevó al máximo al imperialismo egipcio: conquistó desde Egipto hasta el Éufrates. En general, en el Próximo Oriente todos tuvieron que ceder ante el poder egipcio. En estos territorios se respetaron los poderes locales y solamente estaban obligados al pago de unos impuestos. Por el S, llegaron hasta la cuarta catarata del Nilo, estableciendo un régimen colonial.

En el propio país y debido, entre otras razones, a la conquista de nuevos territorios, se produjeron cambios en la administración con, por ejemplo, la existencia de dos visires en lugar de uno. Fue un período de gran actividad artística; los templos en honor de Amón-Ra de Karnac, en la orilla derecha del río, son una muestra de ello, así como las tumbas del valle de los Reyes y del valle de las Reinas, en la orilla izquierda.

Obelisco del templo de Karnac, en Luxor
Obelisco del templo de Karnac, en Luxor

Durante la XX dinastía se inició un período de decadencia, comenzando a perder batallas y territorios. Surgieron, además, problemas internos que provocaron una pérdida de poder y prestigio del faraón. El clero de Amón, que reclamaba la independencia temporal, llegó a convertirse en un grupo de poder muy peligroso: tenía una gran riqueza económica basada en las donaciones para las fundaciones piadosas y en la parte que recibían del botín de guerra; tenía milicias privadas y tribunales especiales. Para disminuir la importancia de Tebas, Ramsés II dio rango de capital a Pi-Rameses. La burocracia administrativa, la corrupción y las ansias de poder de algunos jefes militares, sobre todo libios, acabaron debilitando el poder central. A partir de este momento se abre el último período de la historia del Egipto faraónico (1050-333 a C, XXI a XXX dinastías), caracterizado por la fragmentación y por el sometimiento al dominio de diferentes pueblos extranjeros. Smendes de Tanis fundó la XXI dinastía, que gobernaba en el delta; mientras Herihor, sumo sacerdote de Amón y primero de los reyes pontífices, inauguraba una dinastía paralela en Tebas. La escisión era un hecho.

Egipto se enfrentó al dominio de libios, persas y griegos. Los libios, mercenarios en el ejército de los faraones ramésidas, fueron aumentado su poder y haciéndose con el control del ejército. La XXII dinastía, de origen libio, reinó en Bubastris al mismo tiempo que la XXIII, instalada en Tanis. Los intentos libios de hacer un Estado fuerte y centralizado fracasaron. Tampoco contaron con el apoyo de los sacerdotes, a pesar de los recursos económicos que utilizaron para lograrlo. En esta época se conquistó Jerusalén y se abrieron nuevas rutas comerciales que beneficiaron la consolidación de una nueva clase: comerciantes y prestamistas. La situación interna era difícil; frente al poder central, los príncipes reclamaban la autonomía para sus territorios. En este marco triunfó la invasión nubia. El rey nubio Peye fundó la XXV dinastía, que cayó años más tarde en manos de los asirios, provistos de armas de hierro. La dominación asiria fue breve. Psamético, príncipe de Sais, reunificó el delta, expulsó a los asirios y fundó la XXVI dinastía, apoyado por los comerciantes. Restableció la monarquía centralista, y Egipto conoció una época de cierta tranquilidad, de bonanza económica y desarrollo cultural. Se estimuló el comercio; el faraón invitó a todos los pueblos mercantiles a que tuviesen representaciones comerciales en su país y a que aumentasen los intercambios; Egipto recuperó parte de la hegemonía que había tenido. Sin embargo, la oposición de la clase sacerdotal al poder establecido y las luchas internas debilitaron el Imperio e hicieron posible la conquista del país por los persas (525 a C). Los persas constituyeron la XXVII dinastía, la de los Aqueménidas, que reinó durante más de cien años, y convirtió Egipto en una satrapía del Imperio persa.

Con la ayuda de los griegos, Amirteo, el rey de Sais, expulsó a los persas (404 a C) y fundó la XVIII dinastía. Llevó a cabo una política nacional, igual que sus sucesores de las XIX y XXX dinastías. Sin embargo Nectanibis II, último rey, no pudo impedir una nueva invasión persa. Esta segunda fase de dominio persa se acabó con la victoria de Alejandro Magno sobre Darío III. Egipto nunca vio a Alejandro, fundador de Alejandría, a la que convirtió en el centro cultural y económico más importante del Mediterráneo, como un conquistador, sino que le consideró el sucesor de los faraones. Después de su muerte, sus generales se repartieron el Imperio.

La llegada al poder de Tolomeo, fundador de la dinastía Lágida (305-30 a C), que impuso una política absolutista y un dirigismo económico, llevó al país a una difícil situación. Sin embargo, en el terreno cultural sus aportaciones fueron considerables: el Museo con la famosa biblioteca de Alejandría --donde se reunían los más destacados filósofos, científicos y literatos de la época--, un parque zoológico, un jardín botánico, etc. Griegos y egipcios constituían comunidades separadas.

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