GEOGRAFÍA - PAÍSES: Egipto - 3ª parte

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Egipto - 3ª parte


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Historia: imperio antiguo

a arqueología ha logrado describir el proceso prehistórico que condujo a la formación de la civilización egipcia. Ya desde el Paleolítico inferior encontramos presencia humana, justificada por el hallazgo de útiles de piedra en las terrazas del Nilo, en la meseta líbica y en los wadis.

En el Neolítico, los egipcios comenzaron a asentarse en las zonas pantanosas que rodeaban el río Nilo. La crecida anual inundaba el valle y el delta, depositando un aluvión de tierras y limos de gran fertilidad que dejaban los campos preparados para la siembra. Poco a poco fueron acondicionando el valle y aumentando la producción, hasta lograr un excedente que permitió la aparición de una economía productora basada en la agricultura y la ganadería. En los principales yacimientos prehistóricos, Merimde, El Fayyúm, El Badari y Negade, se ha encontrado abundante material lítico, cerámica, tejido, etc.

La historia del Antiguo Egipto abarca unos 3 000 años anteriores a nuestra Era. Comienza en el llamado período Predinástico al que siguen otros tres grandes períodos: Imperio Antiguo, Imperio Medio e Imperio Nuevo. Los tres acabaron con un momento de crisis: Primer, Segundo y Tercer Período Intermedio. Tras el Tercer Período, una larguísima época de problemas internos, invasiones y sometimiento a otros pueblos condujo a la desaparición del Egipto faraónico.

A fines del Neolítico, en el período Predinástico, existían diversas culturas distribuidas entre el Alto y Bajo Egipto. Las diferencias entre ellas iban desde el nivel de desarrollo y grado de organización --el Bajo Egipto, que ocupaba las tierras del delta, tenía un mayor nivel de progreso-- hasta el hecho de adorar a dioses diferentes: Seth en el Alto Egipto y Horus en el Bajo. Este desequilibrio provocó una fuerte influencia del Bajo sobre el Alto Egipto que acabó, según la tradición, en su conquista y en la primera unificación del territorio. La capital era Heliópolis. Sin embargo, la unión no duró y se produjo de nuevo la ruptura, dando lugar al nacimiento de dos reinos: Buto (delta) y Nekhen (Alto Egipto). Más adelante, fue el Alto Egipto el artífice de la unión, al vencer a los habitantes del Bajo Egipto.

En el S, es decir Alto Egipto, reinaban los reyes de Hieracómpolis y de allí procedía N›rmer, el unificador de los dos reinos, que se identifica con el conquistador Menes (3 200 a C) del que hablan los historiadores griegos. Al unir las dos coronas se convirtió en el primer rey de la primera de las treinta dinastías que durante tres milenios gobernaron en Egipto, justo hasta el 333 a C en que pasó a ocupar este territorio Alejandro Magno. En estos momentos ya se daban algunos de los rasgos que caracterizarían esta civilización: la ciudad como centro político y administrativo, una agricultura desarrollada, utilización de un sistema de escritura, artesanía, comercio, cierta organización política y una sociedad bastante jerarquizada. La capital fue Tinis. Allí reinaron los monarcas de las dos primeras dinastías, de las que existe información gracias a los hallazgos encontrados en las necrópolis de Abydos, Saqqara y Halw›n. Estos reyes establecieron las bases de la nueva monarquía, unificadora y divina, en la cual el faraón era considerado un dios; crearon un cuerpo administrativo capaz de mantener la unión del valle y dotaron a Egipto de un gobierno fuerte y centralizado. Además, se realizaron grandes obras de riego y desecación de zonas pantanosas, se desarrolló el comercio exterior, se comenzaron a explotar las minas del desierto arábigo, evolucionaron la escritura y la contabilidad y se consolidó una sociedad estrictamente jerarquizada.

Pirámide de Saqqara
Pirámide de Saqqara

Hacia el 2.815 a C, Zoser, el primer rey de la dinastía III, estableció la capital en Menfis. Se iniciaba así el período correspondiente al Imperio Antiguo (2 815-2400 a C, III a VI dinastías). Definitivamente el Estado se organizó como una monarquía de derecho divino, en la que el faraón detentaba todos los poderes. Se le consideraba hijo del dios Ra, y, gracias a un efectivo cuerpo de funcionarios, su poder llegaba a todas las partes del reino. Con Snefru (IV dinastía) la autoridad de los faraones llegó a su cima; se creó el cargo de visir, responsable de dirigir el ejército y de administrar la justicia en nombre del faraón y se encargó a los príncipes el control de las provincias. Imhotep, arquitecto y ministro de Zoser desarrolló ampliamente la arquitectura; de este período son las grandes construcciones funerarias de Saqqara, Gizeh, Miedum y AbüsÆîr (pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos). Egipto intensificó las expediciones comerciales y militares con Biblos, Fenicia, islas mediterráneas, península del Sinaí, Mesopotamia, Nubia, Punt, etc.

Gran pirámide de Gizeh
Gran pirámide de Gizeh

La VI dinastía (Teti, Pepi I, Pepi II) vivió una época de crisis provocada por el aumento del poder de los sacerdotes (debido a las donaciones reales a fundaciones funerarias) y de los funcionarios (cargos hereditarios), la descentralización del poder (algunas provincias se independizaron) y el descontento de las clases populares. La crisis se aceleró bajo el reinado de Fiope II, y su muerte supuso el inicio del Primer Período Intermedio, (2400-2050 a C, VII y XI dinastías). El país entró en un momento de recesión económica y de descomposición política. La IX dinastía constituyó una nueva unidad política, con capital en Heracleópolis Magna. Se consiguió mantener una monarquía, pero limitada al Medio y Bajo Egipto. Paralelamente, en Tebas se consolidaba otro grupo de poder. Esta situación se mantuvo hasta la XI dinastía, que supuso la victoria de los tebanos --los Anef-- sobre los de Heracleópolis.

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