LA RADIO EN LA LITERATURA: TIEMPOS DE RADIO Y VINILO

“Nos molesta reconocer los méritos de alguien cuando podemos enviarle al pasillo a pudrirse
[Ramón de España]

Autor: Jordi Puigdomènech, Castellarte, Águilas, 2014, 200 páginas, 16.50€. La verdad, como tantas veces, no me lo esperaba-. Recuerdo que la primera vez que me llegó la referencia a través de un amigo común [del autor y mío] vía Facebook, lo tomé como algo sugerente y ¡se me olvidó! Pocos días antes del DÍA DEL LIBRO, como si fuera una premonición, me volvía a caer el enlace en mi página y le pedí a Jordi más datos para comprarlo, si lo encontraba, en algún puesto de ese preciado día de las letras; inmediatamente me pasó un Emilio con el correo de la editorial y pocos días más tarde –a pesar de la huelga en Correos y tras la transferencia [aunque no sea muy amigo de estos sistemas], llegaba el libro primorosamente embalado en un sobre acolchado procedente de la localidad murciana de la Editorial.

Dejé los “tochos de novelas [Prada y Zepeda] aparcados y de dos tacadas devoré este libro de radio que me sorprendió y me devolvió a mis mejores años de Barcelona [donde me pasé un tercio de mi vida]. Se me antoja que Puidomènech no se propuso realizar un libro sobre la historia de la radio en España [calculo que el 20% corresponde a esa historia iniciática, un 40% a la de Radio Juventud de Barcelona y otro 40% al inolvidable e insustituible José María Pallardó]. En definitiva, es un libro de historia de la radio e intrínsicamente también de la del vinilo de la época. Vamos que te atgrapa y te sumerge en un mundo que, inevitablemente, fue mejor que el páramos radial de nuestro momento global del siglo XXI donde parece que, la gran cantidad de “ingenios y tecnologías” ya nos han robado hasta el pensamiento; porque lo que quieren llamar “la radio a la carta” no es ni más ni menos que escuchar lo que a uno le gusta, las veces que guste y sólo con un clic ¿eso es radio?

La verdad que lo único que se me ocurre es pensar en que, finalmente, la masa ha sido aislada en su bola de cristal y fragmentadas las audiencias que han acabado hundiendo a un medio que sigue siendo actual si se sabe sacar partido aunque, es lógico reconocerlo, ya no se parecen en nada los programas que recordamos a los que Puigdomènech nos lleva. Las fragmentaciones del medio y la poca categoría profesional de los hombres de radio de nuestros días hacen el resto. En fin que el célebre “podcast o grabación enlatada” que tanto detestábamos es lo que queda. Sí, es verdad, la técnica nos permite tener “ese trozo de espacio hertziano” a nuestra disposición pero, contra todo pronóstico, cada vez somos menos libres, algo que se deja ver en el libro que fue, en su momento, algo especialmente viral “en Cataluña, los que teníamos el castellano como idioma profesional aún lo tuvimos peor y la administración [Generalitat] nos empujaba materialmente a hacerlo [hablar en catalán]” (Declaraciones de José María Pallardó página 113) y seguiría con “uno de los cambios que trajo consigo la transición democrática en el mundo de la radio fue la incorporación de nuevos directivos de claro matiz político (página 53) con la consiguiente pérdida de independencia profesional (o sea: o te amoldas al dictado del reyezuelo de turno o no sales en la foto, por decirlo suavemente) que nos ha abocado, cuatro décadas después de fenecer el régimen a otro no menos lacerante para nuestra cotidianidad: el de los trileros de la “casta” que te niegan el pan y la sal cuando no te adaptas a lo que ellos esperan de ti. En fin, nada que al hombre no haya experimentado con anterioridad y que nos aboca a un sinsentido colectivo donde lo chabacano y trivial marca tendencia y “molesta reconocer los méritos de alguien cuando podemos enviarle al pasillo a pudrirse” (página 188).

Un libro de radio “con mayúsculas”, que me ha devuelto a mis propias vivencias en una etapa en la que a uno le resulta difícil abstraerse. Apenas llevaba unos años en la Ciudad Condal cuando, tras ganar el premio de la BBC, el Turismo Británico me enviaba a uno de los grandes profesionales de la radio musical y cultural del momento: Joaquín Merino [popularmente le llamaban EL PRÍNCIPE] y de su mano me llevó a todas las emisoras barcelonesas y algunos periódicos para que me entrevistaran sobre el premio de la otrora prestigiosa emisora británica que entonces estaba en el TOP de la radio mundial con más de 300 millones de oyentes diarios [hoy, con toda la parafernalia de radio digital, satélite e Internet apenas llega a la mitad en su evaluación de audiencia potencial]. Entonces recalamos en la más lejana de todas las emisoras barcelonesas [la mayoría estaba en el entorno de la Plaza de Cataluña-Caspe y Ramblas] pero, sin embargo, Radio Juventud estaba ubicada en la Vía Augusta, justito por encima de la Diagonal [entonces Avenida del Generalísimo] y allí aparecimos para la entrevista y me ficharon para el programa RADIOACCIÓN donde tenía mi RINCÓN DX cada semana [los personajes que hicieron posible aquel espacio, casi pionero en la onda media española, fueron Antonio Vidal y Pedro Lahoz, Joaquín Más Pueyo (radioaficionados) y yo mismo que me encargaba del mundo de la radioescucha] gracias al Sr. Surroca que dejaba experimentar y, en aquella época, como muy bien señala Puigdomènech la emisora fue una “ventana por donde entraba aire fresco en el panorama 4radial barcelonés” y florecieron espacios como los que realizó Pallardó que prácticamente se lleva el 40% del contenido del libro.

Sólo reseñar algunas cosillas que, para el lector “quisquilloso” no le cuadran; o bien las galeradas no fueron debidamente corregidas o los conceptos no están correctamente asumidos por el autor. Vaya, que lo cortés no quita lo valiente y cuesta poco arreglarlo si es que hay una reedición: sobretodo [aquí se metió el sobretot catalán] pero en todas las frases/usos en que aparece en el texto debiera ir escrito por separado: sobre todo; Lp [en español elepé y, en caso de siglas inglesas, en mayúsculas LP]; reprendió [en el texto debería de haberse escrito reemprendió], etc. Alguna coma, algún artículo, alguna frase inconexa que me hace creer que son fallos de transcripción o de maquetación del presente libro que se me antoja debe ser de cabecera para todos los que en aquella época dorada de RJ éramos unos jóvenes que nos comíamos el mundo y hoy ya entramos en el último tramo del recorrido. Nostalgia o el placer de haber vivido algunos de los hechos relatados por Jordi nos hacen disfrutar aún más este bello ejemplar, hacerlo más nuestro, interiorizarlo, cerrar los ojos y evocar aquel pasado que solo estaba en nuestra memoria.

¡Gracias Jordi Puigdomènech por devolvernos a aquella fabulosa y vibrante etapa donde Barcelona hervía de manera impresionante y hoy, languidece, para nuestra desgracia, conquistada ¿definitivamente?, por los “guiris” de medio mundo!

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