“Más vale morir de pie que vivir de rodillas”
[Dolores Ibárruri]
La presente reseña, una vez más, es fruto de la casualidad. Andaba buscando material sobre la radio negra o la radio en la oscuridad (no avanzo, sólo sé que comenzó en Sevilla) y en nuestra INCIVIL funcionó mucha radio de este tipo. Podríamos encuadrarlas en las clandestinas -porque a veces eran eso- o en utilitarias, porque a veces se empleaban las estaciones radiotelegráficas del momento para emitir otro tipo de tráfico. Unas veces en clave, otras veces en abierto, otras veces en fonía. Pero no, no encontré nada de lo que buscaba y, en cierto punto, me sentí con un amargo sabor de boca, sobre todo, porque los autores se dan un autobombo que, al final, para el que tiene idea de qué va la cosa, sus expectativas no se ven cumplidas, aunque de un libro siempre se aprende algo.
Este es el caso del ejemplar que cayó en mis manos gracias a su portada que, indirectamente, me devolvía a la época dorada de radioescucha; entonces centenares de estaciones en el éter y todo el entramado imaginable para tratar de que no entraran en los receptores determinadas emisoras. Pero es igual, a poco que vivieras en una zona alejada del casco urbano, libre de interferencia radiada y de fuentes perturbadoras, el éter se poblaba cada noche y, de madrugada, era apasionante desplazarte a las bandas tropicales, comenzaba Venezuela o Colombia y aquello era la apoteosis.
Efectivamente, un ejemplar “manoseado” pero cuya portada me decía que encontraría algo, por lo demás, teóricamente bien sabido, especialmente por los que tenían como fuente las emisiones de La Pirenaica [curiosamente estos días de junio de 2014 en el especial de DOCUFILIA dedicado a la monarquía española, uno de los invitados me hizo recordar los tiempos de la clandestina española transmitiendo desde Bucarest: su voz era idéntica ¿era el mismo personaje?] que, lamentablemente, dejaron de salir cuando se murió el General Franco.
Entonces ya escribí que la emisora se necesitaba mucho más que antes, porque políticamente era una herramienta que no se podía dejar de tener como referencia… Pero se vio entonces que los políticos van por un lado y el pueblo por otro… así que cuando el otro día leía en la prensa barcelonesa que no debería de haberse desmontado, simplemente se me abrió una sonrisa de “oreja a oreja” y me dije: “A buenas horas mangas verdes”. Como siempre, entre corchetes y negrita va la página en la que aparece la referencia a la radio al final del párrafo correspondiente.
Así que entremos de lleno en el ejemplar de la mítica Dolores Ibárruri, Memorias de Pasionaria 1939-1977, Espejo de España, Editorial Planeta, Barcelona, primera edición 1984, 230 páginas.
Es evidente que un libro de La Pasionaria, por fuerza debería tener referencia radial y he aquí lo descubierto en estas memorias de un personaje que no necesita presentación. Cada uno es más que mayorcito para saber de qué va la cosa y nosotros no vamos a cambiar de parecer, sólo nos interesa la radio y el resto… ¡Pues eso, “las ideas son libres y voladoras”!.
“En el transcurrir de la historia no es posible ocultar nada, todo sale antes o después a la superficie”
[Dolores Ibárruri]
“Durante los años de prueba de la segunda guerra mundial vivimos y trabajamos juntos en la Unión Soviética, en la lejana ciudad de Ufá. Juntos íbamos cada noche a hablar a nuestros pueblos gracias al milagro de la radio que introducía nuestras voces en los hogares de lejanas ciudades. Su capacidad de trabajo, su lucidez, su cultura universal brillaban a diario cuando se veía en el trance de resolver los complicados problemas internacionales que suscitaban las emisiones radiales en qué sé yo cuántos idiomas, y que él coordinaba.” [36] Es todo un capítulo dedicado a Togliatti que fue el gran valedor de la radio clandestina en aquellos difíciles momentos.
“Nos trajo la tremenda nueva Irene, que por ser domingo también descansaba en los alrededores de Moscú y había escuchado, en alemán, los alaridos bélicos del Führer. Rápidamente se trasladó a nuestra casa a comunicárnoslo. Radio Moscú transmitía más tarde la conocida alocución de Molotov.” [53]
“Nace La Pirenaica. Poco después nacía, entre otras emisoras, RADIO ESPAÑA INDEPENDIENTE, Estación Pirenaica, cuya dirección asumí con la colaboración de un grupo de camaradas españoles. Recuerdo a Rafael Vidiella, Francisco Antón, Irene Falcón, Antonio Pretil, Segis Álvarez, Pedro Felipe, Esperanza González, Baudelio Sánchez, Julio Mateu, Julita Perichaco.
El trabajo no era fácil. A veces emitíamos desde estudios instalados en sótanos, protegiéndonos de los bombardeos a que la capital soviética era sometida. Las emisiones las escribíamos a la luz de candiles y aun de lamparillas de aceite, ya que el fluido eléctrico se cortaba automáticamente durante los ataques aéreos enemigos, que en aquellos días se sucedían constantemente. La dificultad más sensible estaba en la falta de información directa de nuestro país en el comienzo de la guerra.
Pero trabajábamos con gran ilusión y confianza en que nuestra voz sería escuchada en nuestro país.
Más tarde, en efecto, pudimos enterarnos de que la Pirenaica se escuchaba en España. Llegaron a nosotros periódicos manuscritos por los guerrilleros de diversas regiones de España, en los que se reproducían textualmente trabajos de nuestras emisiones. Se nos oía y se repartían nuestros artículos entre camaradas y amigos.
Y estoy refiriéndome a los primeros tiempos de nuestro trabajo. Su desarrollo y amplitud posteriores son bien conocidos. Al correr de los años, la Pirenaica se convirtió en la mejor fuente de información antifascista de los españoles.
A comienzos de los años cincuenta se incorporó, en calidad de director de REI, al trasladarse esta a Rumania, Ramón Mendezona, que jugó, como es sabido, un importante papel en esta actividad informativa y orientadora de nuestro partido.
Simultáneamente, yo di comienzo a una emisión dirigida a los católicos bajo el nombre de “La Virgen del Pilar”, que por cierto tuvo un gran impacto, hasta el punto de que Radio Vaticano anunció que no se hacía responsable de dicha emisora.” [54]
“Una de mis actividades constantes en aquellos días de exilio, a miles de kilómetros de España, era escribir diariamente artículos y crónicas, unas veces con mi nombre, otras con el seudónimo de Antonio de Guevara o Juan de Guernica, que llegaban a España a través de las ondas de la Pirenaica y de Radio Moscú. Algunos de estos artículos aparecían publicados en la prensa comunista de diversos países.” [59]
“Nuestro mejor instrumento de comunicación era La Pirenaica, Radio España Independiente. A través de sus ondas nos fue posible dirigirnos permanentemente a nuestro pueblo, informándole, orientándole, explicándole la situación.
Radio Moscú puso igualmente sus antenas a mi disposición. Bajo el seudónimo de Antonio de Guevara, me dirigía con frecuencia a los antifranquistas y demócratas para mantener la confianza y la firmeza en la lucha contra la dictadura.” [78]
“…Una mañana atravesaron las calles de Moscú algunos centenares de prisioneros alemanes que hacía poco se creían invencibles. Venían de Stalingrado. Arrastraban en su marcha dramática el peso de su derrota.
La radio anunció la noticia y los moscovitas se echaron a la calle a verlos. Nosotros también nos mezclamos entre aquella multitud que contemplaba en silencio el paso de los “Fritzes” derrotados: generales, oficiales, soldados…” [79]
“La actividad fundamental de la Internacional Comunista se concretaba en los años cuarenta a ser vehículo de expresión, a través de las ondas, de los dirigentes comunistas emigrados en la Unión Soviética, para orientar, en las difíciles condiciones de la guerra, a los partidos y a los pueblos.” [84]
“El camarada Nicolae Ceaucescu, secretario general del PCR y jefe del estado de Rumania, acometió con nuevas energías la ayuda a REI.” [125]
“LA PIRENAICA SE MUDA
Día tras día, noche tras noche, llevábamos desde hacía catorce años hablando a España a través de las ondas -entrañables ondas- de la Pirenaica. La redacción se había ido enriqueciendo con plumas excelentes: Ramón Mendezona, José Sandoval y otros camaradas.
Con el correr de los años, se crearon nuevas situaciones políticas -recordemos que si en 1941 nacieron decenas de emisoras clandestinas con el fin de mantener informados a los pueblos de los países ocupados por el fascismo, en 1955 ya sólo seguía funcionando la Pirenaica-. En España proseguía la dictadura franquista: los demás países europeos habían sido liberados. Convinimos con los camaradas soviéticos trasladar Radio España Independiente a otro país socialista, concretamente a Rumania. Los soviéticos, que nos habían ayudado tan eficazmente en este capítulo, nos prometían continuar la ayuda y colaborar en la creación de las condiciones técnicas que hicieron posible seguir con nuestro trabajo.
Y en enero de 1955 nos trasladamos con todo el bagaje pirenaico a un país de población parecida en muchos aspectos a la nuestra.
Desde el primer día fuimos cordialmente acogidos por los camaradas rumanos que, con activa solidaridad, crearon las condiciones para nuestra labor y nuestra vida en su país.
Recuerdo las atenciones del camarada, entonces secretario general del PCR, Gheorghi Gheorghiu Dej y de otros dirigentes rumanos. El entusiasmo con que resolvían los problemas que surgían, que no eran pocos. Y su amistad personal, de ellos y sus familias, hacia nosotros, procurando que nos sintiéramos a gusto en su país.
Ramón Mendezona había asumido la dirección de Radio España Independiente, con la aportación de nuevos colaboradores. La profesionalidad de la nueva redacción y la relación directa que se fue estableciendo desde España con corresponsales de la Pirenaica, se hizo notar rápidamente. La Pirenaica se había convertido en la mejor fuente de información de los españoles; la escuchaban en ciudades y aldeas, en hogares y en tabernas, en las cárceles y en el monte. La escuchaban en los ministerios y en órganos de gobierno.
El camarada Nicolae Ceaucescu, secretario general del PCR y jefe del Estado de Rumania, al fallecer Gheorghiu Dej acometió con nuevas energías la ayuda a REI, resolviendo rápidamente las cuantiosas dificultades técnicas y de todo género que surgían para mantener una emisora clandestina de tal calibre. Ceaucescu se alegraba con nosotros de los éxitos de la Pirenaica en su diaria labor, hacía verdaderamente causa común con nosotros. Cuántas veces he manifestado en nombre de nuestro partido y de nuestro pueblo el agradecimiento a los camaradas rumanos por tan eficaz ayuda, que hizo posible la importantísima presencia, no sólo diaria, sino al minuto, de nuestra orientación e información entre nuestro pueblo, hasta la legalización del Partido Comunista de España en 1977. ¡Treinta y seis años de REI, entre Moscú, Ufá y Bucarest!
Ramón Mendezona ha publicado un excelente libro, la Pirenaica, que refleja en detalle la ingente labor de REI. Me pidió que escribiera la presentación, que reproduzco aquí:
Para informar con la verdad surgió en el éter la Pirenaica, como la llamaba curiosamente el pueblo. Y la verdad acompañó inseparablemente sus emisiones, desde la primera que iniciamos un grupo de camaradas el 22 de julio de 1941, hasta la última el 14 de julio de 1977.
REI era un mensaje de esperanza que penetraba hasta los lugares más recónditos, llamando a la unidad de todos los españoles, por encima de sus diferencias, para conquistar la libertad.
Portavoz del Partido Comunista de España, cedió sus antenas a todas las voces que confluían en los anhelos democráticos. La política de reconciliación nacional que lanzamos en 1956 tuvo en REI un defensor consecuente. Hoy es grato comprobar el triunfo de esa política, presente en todos los ámbitos del acontecer nacional.
La Pirenaica era la única emisora española sin censura de Franco, resultado del esfuerzo colectivo de millares de colaboradores, en la más amplia red clandestina que jamás se ha conocido, y que llegó a realizar programas durante años, en la propia Prisión Central de Burgos.
La lucha de los pueblos por su liberación nacional y contra el imperialismo encontró siempre la calurosa solidaridad internacionalista de nuestra emisora. Y así saludamos sucesivamente la victoria de la Unión Soviética y de la coalición antihitleriana, la revolución china, la lucha del pueblo coreano, la epopeya vietnamita, la revolución cubana, la revolución portuguesa, la liberación de Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, etcétera.
En esa marcha no faltaron dolorosos episodios como el golpe pinochetista en Chile o la dictadura militar uruguaya, desangrando pueblos hermanos. Y en la denuncia de la represión pusimos nuestros acentos más vehementes.
Volviendo al libro, tiene un valor testimonial. En él están reflejados tal como vivimos, momentos importantes de la política del Partido Comunista de España, y aparecen algunos de los hombres que con su esfuerzo ayudaron a abrir el proceso democrático que hoy atravesamos.
Radio España Independiente, dirigida durante largos años por Ramón Mendezona, cumplida su misión, ha enmudecido. Pero nuestro pueblo cada vez hace oír más su voz.” [137/138]
“En 1956 regresó Irene Falcón de China y se reincorporó al trabajo con nosotros. Irene había sido enviada a China, con su hermana Enriqueta y con un grupo de españoles, entre ellos Jacinto Barrios, Luis Lacasa y Soledad Sancha, María Luisa González y Juan Vicens, Manolo Alberdi y Margarita, Rancaño y Delfina Azcárate. Su misión era colaborar en la China Popular en el montaje y funcionamiento de las emisoras de Radio Pekín para España y América latina, así como trabajar en editoriales y en la enseñanza del español en instituciones pedagógicas.” [138/139]
“A través de la Pirenaica, y con el seudónimo “Juan de Guernica”, transmitía unas cuartillas tituladas “Sentido histórico de la Jornada de Reconciliación Nacional…” [152]
“Uno de los momentos de más lacerante dolor que vivimos en la lejanía de la emigración fue la noche del 20 de abril de 1963. Pegadas al aparato de radio, manteníamos un hilo de esperanza.
¿Sería posible salvar a nuestro entrañable Julián Grimau? Pero, ¿cómo? Durante días y noches estuvimos empeñados en movilizar a la opinión nacional e internacional, a través de la Pirenaica, de la prensa, dirigiéndonos a personalidades influyentes de distintos países para detener la ejecución de nuestro gran camarada.
Todos los comunistas, todos nuestros amigos, los demócratas de España, los del mundo, elevaron su voz para salvar la vida del patriota español.
En Madrid, en Barcelona, en la cuenca minera asturiana, en Galicia, en Sevilla y otras tantas ciudades se distribuyeron millares de octavillas explicando quién era Julián Grimau y llamando a la acción en su defensa.
Desde París Santiago Carrillo, con todo el partido, apoyados activamente por los camaradas franceses, combinando sus esfuerzos con los de los demócratas de España, luchaban desesperadamente para impedir que se cometiera el crimen. La Pirenaica tenía montado un perfecto mecanismo que penetraba incluso en la cárcel de Carabanchel, y hasta en la celda de nuestro Julián. Informaba Radio España Independiente al minuto de los acontecimientos en torno a la vida de Grimau.” [162]
“Con la esperanza de que pudiera escuchar mi voz, me dirigí a nuestro Julián:
Y tú, Julián Grimau, camarada, ¡hermano! Yo quisiera que mi voz cordial, fraterna, cariñosa, llegase hasta tu celda donde sufres, esperas, donde estamos todos acompañándote con el pensamiento…
Parece ser que Julián nos escuchaba; tenía en su poder un pequeño aparato de radio…” [163]
“Hasta de las estrellas llegaba la solidaridad. La Pirenaica informaba:
El llamamiento de Dolores Ibárruri tuvo gran eco. De las numerosas expresiones de solidaridad en aquella ocasión, destacaba, por ser de particular significación, la del primer hombre que subió al cosmos, el astronauta Yuri Gagarin.
Gagarin fue a ver a Mendezona y grabó para la Pirenaica el siguiente texto:
Los cosmonautas sumamos nuestra voz indignada a la protesta de los millares de voces que resuenan en el mundo. ¡Fuera las manos de Justo López! ¡Libertad para Justo López!
Deseo al pueblo español que lo antes posible recobre la libertad y la felicidad. Deseo muchos éxitos a los luchadores y a las fuerzas progresistas españolas, en el sagrado combate por los derechos del pueblo español, por la libertad y la democracia.
El camarada Justo López falleció más tarde en la cárcel, de cáncer.” [168/169]
“Yo me encontraba en Bucarest, siempre cerca de la Pirenaica, cuyas ondas enlazaban a diario con España.” [181]
“El 20 de noviembre de 1975 [yo me encontraba en Alta Mar, concretamente ya habíamos lanzado al agua y preparado el desembarco en aquella célebre Marcha Verde que cubrió de vergüenza a España al abandonar a su suerte a nuestros compatriotas en el Sahara], me dieron la noticia ¡Franco ha muerto!
¡Que la tierra le sea leve!, fue mi respuesta a los numerosos medios de comunicación que me asediaron.
No destapamos botellas de champán.
A través de Radio Pirenaica, expresé mi emoción y mis preocupaciones.
Como el despertar de una angustiosa pesadilla, nuestro pueblo ha conocido la muerte de Franco…
… Franco ha muerto, pero la España eterna, la España de la democracia y de la libertad, la España que dio vida a un mundo, vive en su pueblo maravillosos, capaz de todas las hazañas.” [201]
“Los micrófonos de la Pirenaica hicieron posible nuevamente que mis palabras de protesta contra el terror del franquismo agonizante pero permanentemente brutal y mi solidaridad fraternal con los camaradas de CC.OO. del Proceso 1001, llegaran a Carabanchel:
Mañana, día 20 de diciembre, vísperas del 40 aniversario del famoso proceso incoado por los hitlerianos contra el heroico comunista búlgaro Jorge Dimítrov, van a ser juzgados en España un grupo de dirigentes de Comisiones Obreras acusados de luchar por las libertades sindicales, por el restablecimiento de la democracia y la libertad en nuestro país.” [210]
“He recibido un libro de Alemania Federal. Lo publica una editorial cristiana de la Iglesia protestante. Se trata de una colección de cuentos navideños, que lleva como título Una voz en la Nochebuena.
Al parecer, el relato se refiere a mi voz. Resumiendo, dice así: Soldados de la División Azul se encontraban en el invierno de 1942 en el frente del Este, en una posición situada al norte del lago Ilmen.
Uno de aquellos soldados ha referido lo siguiente:
El frente estaba tranquilo. Todo estaba cubierto de nieve: una llanura infinita, ancha, blanca. Cuarenta grados bajo cero pesaban duramente sobre nosotros, no acostumbrados a semejantes temperaturas. Teníamos la impresión de que la vida había dejado de existir en nuestro planeta, que nuestra vieja tierra había muerto.
Encendimos un pequeño transistor y oímos algo maravilloso: la voz clara y sonora de una mujer. Nos hablaba en español, en la lengua de nuestra patria que entendíamos y queríamos. Era Dolores Ibárruri, la Pasionaria, que desde la emisora de Moscú se dirigía a nosotros, a los soldados españoles. Sabíamos que ella pertenecía a nuestros enemigos. Pero de eso no decía nada. Nos hablaba de las Navidades, de la patria lejana, de las bellezas de España y de que un día volvería a reinar la paz. Decía que nuestras familias estarían reunidas en sus casas celebrando la Nochebuena.
Y esa voz de mujer que nos habló de una nochebuena en nuestro idioma, de nuestra patria, fue el acontecimiento más hermoso que yo viví durante mi estancia en Rusia.
El relato de este soldado azuldivisionista fue publicado en España con motivo de algún certamen.
Han transcurrido muchos años y ahora este mismo soldado reaviva sus recuerdos añadiendo que “aquella voz fue capaz de derribar fronteras, las fronteras del odio que separan a unos hombres de otros.”. Y añade: “Derribar fronteras es lo más importante que pueden hacer las gentes de buena voluntad.” [224]
Y ahí finaliza este ejemplar con las memorias de la comunista Dolores. Es evidente que ideológicamente estamos en las antípodas [si es que estoy alineado con alguna corriente] pero después de finalizar el libro de casi 250 páginas, debo decir: ¡Chapeau! Con qué cortesía habla de todos y sin necesidad de violentar el verbo. Digamos que hace muy pocas concesiones y hasta el último minuto de su vida mantuvo sus convicciones políticas. ¡Cuánto nos habríamos ahorrado si desde aquel lejano año 1975, los políticos que han gobernado esta maltrecha piel de toro hubieran mostrado tal entereza… Pero como éramos pocos, ahí tenemos ya otra vez el preludio de los años 30, aunque ahora encabezando esa marcha ¿hacia dónde?, el jenízaro de turno que no tiene empacho en saltarse las leyes y en sembrar, otra vez, el campo de la discordia. ¿Cómo saldremos de este nuevo relato de la historia peninsular en donde, para más cachondeo, la culpa es de los otros y nunca de esos ciudadanos que, convenientemente aleccionados, salen a la calle, montan sus tenderetes o te visitan sin que les llames?
En fin: un libro que merece la pena leer, incluso para los que en nada se interesan por el personaje que, curiosamente, se engrandeció tras su muerte. Cualquier país de la órbita comunista conserva un recuerdo de La Pasionaria que para sí quisieran los nuevos adlátares de la sinrazón peninsular.
Pronto espero finalizar también el último libro dedicado a La Pirenaica, pero es tan denso que no me atrevo a hincarle el diente, aunque al hojearlo, me dio la sensación de que será una historia sesgada y con un único punto de fuga. O lo que es lo mismo: una obra que en cierta medida aportará poco y, sin embargo, abrirá heridas, aunque confiemos que pocas debido al inexorable paso de los años y el coste que tampoco está para el bolsillo de muchos jubilados que, dependiendo de las circunstancias, tienen prácticamente para comer una semana… Pero la verdad, hasta la portada ya me parece una impostura… Confiemos que no se me atragante, aunque para evitarlo sigo con la trilogía de Meana sobre las aguas australes y tras ellos vendrá ese nuevo “tocho” sobre la correspondencia que se conserva de toda la que llegó a la mítica emisora. Eso sí, conviene reseñarlo: en la bibliografía, una vez más, no aparece ni una sola mención a los Clubes DX españoles, sus publicaciones o las revistas de la época en las que, muerto Franco, hubo más de una referencia sobre la emisora clandestina del momento [entonces teníamos tres; La Pirenaica, Radio Euskadi y La Voz de Canarias Libre; al menos en la onda corta. En frecuencia modulada fueron centenares de emisoras las que saltaron al aire y, en muchos casos, apenas si se enteraron los propios familiares de los que estaban detrás de ellas…]
Y eso fue todo, hay más datos, pero ya muy aislados y que considero de poca o nula utilidad para nuestros objetivo de reflejar la radio en la literatura. Así que espero les haya gustado esta nueva referencia radio-literaria y seguiremos atentos a cualquier otro material alusivo a nuestra pasión por las ondas.
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es