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Lengua
LAS LENGUAS PENINSULARES
El léxico castellano - 9ª parte
Niveles léxicos (continuación)
Regionalismos
as palabras características de una determinada zona geográfica, o que poseen en ella un significado distinto al común, son los regionalismos. "Forigar" o "jubo" (Aragón), "cuaco" o "patarra" (Andalucía), "cangar" o "nidio" -"escurridizo"- (Asturias), "estrumpir" o "macoca" (Salamanca), "botrino" o "marcena" -"extremo"- (Álava), son algunos regionalismos entre los numerosísimos que el Diccionario de la Real Academia Española recoge.
La extensión de los regionalismos puede ser mayor o menor (se denomina localismos a los propios de un habla local) y se encuentran ligados a ciertos aspectos muy concretos de la realidad, como la naturaleza, el trabajo o la expresión afectiva. Vivos en la lengua coloquial, tienden a desaparecer bajo el prestigio de la lengua estándar, que impone términos más comunes.
Con la perspectiva peninsular se consideran a veces regionalismos palabras de uso absolutamente habitual en el castellano de América: "cuadra" ("espacio de una calle entre dos esquinas"), "carro" ("coche"), "saco" ("chaqueta"), "balacera" ("tiroteo"), "piyama"; pero eso supondría, como se ha dicho razonablemente, denominar "peninsularismos" a vocablos como "albornoz", "piscina" o "pijama". En cualquier caso, el número de americanismos, extendidos por zonas más o menos amplias, es cuantiosísimo.
Cultismos y vulgarismos. Léxico jergal
Con un criterio diastrático, se habla de cultismos y vulgarismos. Los primeros son términos propios o más frecuentes de los niveles más altos de la lengua estándar (el lenguaje literario, el lenguaje científico, etc.) en cuanto conocidos por el conjunto de los hablantes cultos: "colegir", "cenáculo", "estructura", "emular", "octogenario", "diáspora", "paridad", "paroxismo", etc.
Los vulgarismos proceden de zonas por debajo del estándar y entre ellos cabe distinguir:
a) Palabras realizadas fónicamente contra la norma: "probe", "indición", "cónyugue", etc.
b) Palabras utilizadas con un significado que no poseen, por confusión, normalmente, con otras de sonido similar: "perjuicio" por "prejuicio", "asequible" por "accesible" o viceversa.
c) Extranjerismos innecesarios: "bisni" ("negocio, trapicheo"), "monis" ("dinero"), etc.
d) Palabras tabú, es decir, que el conjunto de los hablantes siente, en todos los casos o en determinadas situaciones, como "prohibidas" o "malsonantes" a causa de su referencia (el sexo, determinadas funciones fisiológicas, la irreverencia religiosa...).
El léxico jergal es el característico de una jerga, propiamente la de la delincuencia, pero en general la de cualquier grupo de hablantes, en alguna medida enfrentada a la lengua común y en parte ininteligible para ella. A la jerga del hampa, denominada en castellano germanía, pertenecen palabras como "dancaire", "garandar", "brechar", "luda", "cachear", "punterol", "hormiguear" ("hurtar cosas de poco precio"), "muy" ("lengua"), etc.
Se habla también de léxico jergal para referirse al de los diferentes oficios y profesiones (la jerga de los economistas o de los médicos, por ejemplo), particularmente cuando dichos términos profesionales se utilizan fuera del ámbito que les es propio (la economía, la medicina), con una finalidad críptica o de prestigio, esto es, con la pretensión de marcar las diferencias entre hablantes "especializados" y quienes no lo son. Este uso jergal de las lenguas profesionales se considera vulgar.