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Geografía
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Rusia - 11ª parte
os movimientos más antiguos del arte ruso corresponden a la introducción del arte bizantino a traves de las colonias griegas establecidas a orillas del mar Negro. El primer centro importante fue la ciudad de Kiev, cuna del cristianimo ruso, donde se desarrolló la arquitectura religiosa. El príncipe Vladimir el Santo encargó a arquitectos y pintores griegos construir y decorar las iglesias de su capital. Las más antiguas son Santa Sofía de Kiev (1037) y la del Salvador Transfigurado de Chernigov (1037). Son dos construcciones, en ladrillo cocido, de tipo bizantino y con cúpula, al igual que el programa iconográfico de los mosaicos que las decoran.
La influencia bizantina sobre el arte ruso duró tres siglos, pero el rigor del clima impuso la adopción de variantes, singularmente en la región de Novgorod, que a partir del s. XII configuraron un carácter original: tejados en forma piramidal, galerías cubiertas y construcciones bajas y pequeñas. Con la invasión de los tártaros, los centros culturales se desplazaron hacia el N, en Rostov, Vladimir y Souzdal, a donde llegaron los emigrados de Kiev con su tradición artística. En las iglesias de esta época (la iglesia de la Intercesión de la Virgen o la catedral de San Dimitri), las fachadas están ornamentadas con bajorrelieves que representan figuras humanas, animaleso plantas, algunas recordando al románico occidental y otras de influencia pagana eslava, con un ritmo ornamental potente. La pintura mural estuvo dominada por el legado bizantino (frescos de los Apóstoles del Juicio Final en San Dimitri).En contraste con el arte de Vladimir-Souzdal, en las ciudades libres de Novgorod y Pskov los edificios son de una grandiosa sobriedad y austeridad (Santa Sofía de Novgorod). A finales del s. XII aparece el tipo de pequeño templo parroquial. Las primeras pinturas de Vovgorod presentan un carácter bizantino acusado (icono de la Santa Faz). Algunas obras de maestros locales, más originales, tienen una ejecución más grosera, pero una fuerza expresiva más viva. Tras la invasión tártara, adquirió importancia el arte de construir en piedra y se rompió la relación con Bizancio. Se multiplicaron los iconos con vidas de santos y mártires (El Profeta Elías), y desaparecieron los dorados (reemplazados por colores vivos, como el rojo). Esta época favoreció los trabajos artesanales: se dio cierta escultura en madera (Cruz de Kidigichine), iconos pectorales y amuletos, y fundidos. El arte de la iluminación, renunciando a las miniaturas sobre fondo dorado, se aplicó en la decoración de letras con motivos tomados de los relieves que decoraban las iglesias y el paganismo (Salterio, de Leningrado). Existía una tendencia a «barbarizar» el arte bizantino.
La reunificación protagonizada por el principado de Moscovia significó el esplendor del arte ruso. Los comerciantes de Novgorod devinieron activos mecenas que patrocinaron iglesias ornadas de frescos e iconos. En la segunda mitad del s. XIV aparecieron pequeñas iglesias parroquiales, con una ornamentación de las fachadas que anunciaba el paso hacia la arquitectura urbana (El Salvador de la Transfiguración). En dicha iglesia pintó frescos Teófano el Griego, instalado en Novgorod a finales del s. XIV, creando una verdadera escuela, aunque la mayoría de artistas rusos prefirieron la armonía feliz a su intensiva tragedia. El centro de gravedad artístico se trasladó a Moscú; en la catedral de la Anunciación, Andrei Rublev y Projor de Gorodets crearon la primera iconóstasis conocida de personajes en pie. Desde entonces, será parte fundamental de la decoración sagrada ortodoxa. Los iconos se concebían en función de su puesto en la econóstasis.El s. XV fue el siglo de oro de la pintura rusa. Se generalizó el arte de los iconos, creándose diversas escuelas (Moscú, Novgorod, Pskov). Los iconos compartieron armonía cromática con los bordados en seda. Tras la caída de Constantinopla, Moscú se convirtió en la capital del cristianismo ortodoxo; durante los ss. XV y XVI se fundieron todos los elementos diversos para hallar un carácter renacentista propio, cuyos principales impulsores fueron arquitectos italianos (Fioravanti, Marco Ruffo). Iván III mandó construir en 1475 el conjunto monumental del Kremlin, dotado de tres catedrales (de la Asunción, de la Anunciación y de San Miguel) y magníficos palacios. Esta obra se caracteriza por una decoración interior de estilo ruso y exteriores de gusto renacentista. Entre 1554 y 1560 se construyó la célebre catedral de San Basilio, en la Plaza Roja: ocho cúpulas en forma de bulbo rodean una enorme pirámide central. Construida por los rusos Barma y Postnik, fue reconstruida en el s. XVIII. En 1703 Pedro el Grande mandó levantar la nueva capital de San Petersburgo a artistas occidentales, quienes le imprimieron un sello barroco.
El francés Leblond diseñó el plano general de la ciudad y también el Palacio Peterhof (a imitación del de Versalles), ampliado después por el italiano Rastrelli, autor también del Palacio de Invierno y del convento Smolny. En tiempos de Catalina II, Vallin de la Mothe construyó la Academia de Bellas Artes (museo Ermitage) y Rinaldi levantó el Palacio de Mármol, en estilo neoclásico. Entre los arquitectos rusos destacaron Starov (autor del Palacio de Taurida) y Bazenov (autor del Arsenal y del Palacio Kammeni-Ostrov). En el s. XIX Napoleón introdujo el grandioso estilo Imperio, en el cual los artistas rusos realizaron el Palacio del Almirantazgo, la iglesia de San Isaac, el edificio de la Bolsa y Nuestra Señora de Kazán. La formación de la Academia de Bellas Artes también influyó en la pintura, especialmente en el retrato. Desde finales del s. XIX la pintura rusa evolucionó paralelamente a la dictada por París.El período de la revolución, artísticamente también, fue una reacción contra la burguesía. El movimiento intelectual fue llamado vanguardismo, y produjo una renovación cultural que culminó en los años 20. Jalones en este camino fueron la exposición de Valeri Kandinsky en Alemania (1911-1912), el encuentro entre Aleksander Rodtchenko con los futuristas rusos (1914), y las famosas lecturas de poemas en un cabaret moscovita por parte de Kaminski o Mayakovski (1915-1916), quienes utilizaban, entre otras, las técnicas de provocación de los surrealistas.
La vanguardia renunció al arte tradicional: produjo muebles, objetos útiles, obras teatrales al aire libre, decoración urbana, conciertos de sirenas de fábrica, etc. Los vanguardistas se dividieron entre los meramente formales y los comprometidos social y políticamente. En los años 30 este vanguardismo se había agotado, desilusionado de la revolución. Tan sólo en la arquitectura sobrevivió el constructivismo.