“Thomas Jordan»: el general desconocido

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Son muchos los héroes y mártires de nuestras gestas libertadoras que han permanecido totalmente ignorados. Las causas de ello van desde la desaparición física de los hombres que los conocieron y murieron sin haber dejado testimonio, hasta la falta de profesionalismo de investigadores que, esclavos de “principios” ideológicos, sólo con capaces de ver grandeza en aquellas figuras con las cuales se sienten identificados__por motivos partidistas o de clase__ y condenan al olvido a los que disintieron o polemizaron __de una manera franca y honesta__ con el objeto que es culto de su devoción.

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Uno de ellos es el norteamericano Thomas Jordan, nacido el 13 de diciembre de 1819 en el seno de una acaudalada familia del sureño estado de Virginia. Afirmar que los historiadores cubanos de la primera mitad del siglo XX ignoraron al hombre que durante un importantísimo momento de la Guerra de los Diez Años dirigió el Ejército Libertador, sería un desaguisado. Sin embargo excepto Vidal Morales y Morales, muy pocos brindaron una imagen íntegra del combatiente que abandonó las comodidades del hogar para ir a luchar por la independencia de un pueblo hermano.

Durante la segunda motad del siglo  XX, contrariamente a lo que podría esperarse, pues Jordan encarna perfectamente lo que para la historiografía oficial de los últimos cuarenta años, constituye la imagen del “internacionalista”, su nombre ha aparecido, con carácter excepcional, en algunas monografías, aunque sólo tocado tangencialmente y sin abordar la connotación política que tuvo su designación como jefe del Ejército Libertador, ni las causas de su renuncia.

Recientemente, la obra de un historiador militar __“Almas sin fronteras”, de René González Barrios__ recogió breves semblanzas de los extranjeros que alcanzaron el grado de general durante nuestras luchas independentistas, y entre ellas, se encuentra la del ilustre norteamericano. No obstante, el pequeño volumen soslaya los aspectos medulares relativos a las circunstancias que rodearon la presencia de Jordan entre nosotros.

Graduado en 1839 en la Academia Militar de West Point, al ocurrir el estallido de la guerra civil norteamericana, en 1861, se unió a sus hermanos confederados; y, como jefe del estado mayor del general Beaugeraud, participó en la batalla de Bull Run, Manassas, y Silo, hasta alcanzar el grado de coronel. Sabemos que en la defensa de la ciudad de Charleston confraternizó con el cubano Ambrosio González, quien con el grado de general, era el jefe de la artillería de la sitiada plaza. Este militar había participado junto a Narciso López en la expedición de Cárdenas, donde fue el primer combatiente herido. Quizá nunca pueda probarse que fuera González el primero en trasmitirle a Jordan, las ansias y los esfuerzos de los cubanos por alcanzar su independencia; pero no es desacertado inferir que después de cada combate estos fogueados paladines intercambiaran sus pasadas experiencias.

En 1869, la Junta Cubana de New York le propone a Jordan venir a Cuba, para que organizara el Ejército de la República en Armas. El 11 de mayo del propio año, toca las costas cubanas el “Perrit”, con una expedición de 300 hombres __80 de ellos norteamericanos y un buen número de peruanos, venezolanos y colombianos__ con Jordan como jefe militar y Francisco Javier Cisneros, como jefe civil.

Apenas desembarcados, chocan con tropas españolas y las aniquilan, en Mayarí (16 de mayo),. Junto a Jordan, como ordenanza, arriba a Cuba el jovencito Henry H. Reeve, el legendario “Inglesito” de aquella contienda bélica. El 20 de junio se produce el combate del Canalito. Jordan, impresionado por el ardor combativo, de su ordenanza exclama: “Den un rifle a ese muchacho que es más valiente que Julio César”[1].

El general Quesada, en nombre del gobierno de la República en Armas, lo nombró general de la segunda división. Las palabras de recibimiento fueron del doctor Félix Figueredo quien expresó: “General, la República de Cuba espera que sea vuestra espada lo que fue la espada de Lafayette en las huestes del ilustre Washington (…)”[2] en franca alusión al militar francés de tan destacada participación en la guerra de independencia de los Estados Unidos.

Por su parte, el presidente Céspedes, en circular fechada el 11 de junio de 1869, en Sabanilla de Sibanicú, comunicó  a los jefes orientales, que:

 

“(…) el general en jefe ha nombrado al general americano Thomas Jordan jefe de operaciones de ese Estado  [Oriente], teniendo en cuenta para ello que es un hombre de valor, de conocimientos y pericia militar demostrados en los documentos de que viene provisto, y en los hechos que han tenido lugar en nuestros campos al batirse últimamente con nuestros enemigos (…) ”[3]

 

No obstante su experiencia, capacidad y buenos empeños, Jordan tropieza con varias dificultades. No conoce el idioma español, ni está familiarizado con la topografía del teatro de la guerra. Tampoco comprende la idiosincrasia de los hombres bajo su mando, “(…) no pudiéndose amoldar al desorden de nuestras tropas, por la costumbre que tiene de dar órdenes a cuerpos disciplinados y a entendidos jefes militares”[4], al decir del ciudadano Pedro Figueredo, Secretario de Guerra en carta al general Quesada, citada por Sanguly

Estos hechos, sin lugar a duda dominados por Céspedes, hacen conjeturar que el nombramiento de Jordan a tan alto cargo respondía sobre todo a un criterio político, más que al militar. La historiadora Mary Cruz, biógrafa del mayor general Ignacio Agramante, juega con esta idea sin adentrarse en ella cuando afirma:

 

“Jordan había sido jefe del estado mayor del general Beaugiraud durante la Guerra de Secesión norteamericana. Los cubanos lo habían contratado con el fin de ganar la simpatía  del pueblo de los Estados Unidos, y, quizá, la de sus gobernantes”[5]

 

¿Era sólo la simpatía del pueblo y del gobierno norteamericano lo que se buscaba con la designación de Jordan como Jefe del Estado Mayor de Oriente y un poco más tarde como Jefe del Estado Mayor General?

En la ya citada Orden 147 de Céspedes fechada el 11 de junio del 1869 se expresa en uno de sus párrafos finales

 

“(…) por último, que usted con sus conocimientos y con su voluntad coadyuvará por cuantos medios le sugiera  su amor á la Patria, á que llevemos á feliz término la consolidación de nuestro gobierno, haciendo conservar el necesario equilibrio de los diferentes poderes que lo constituyen, para que mañana podamos ser dignos de entrar á formar parte de la Gran República Americana, que hemos tomado como modelo, y á la cual hemos propuesto ya  nuestra anexión, en la seguridad de que cobijada bajo la bienhechora sombre de su bandera, y nutrida y alimentada con sus sabias instituciones, Cuba no puede dejar de ser feliz”[6]

 

Aunque el caudillismo y otros males que aquejaban  a las tropas de la región más oriental de la Isla le habían hecho pensar abandonar el campo insurrecto, se incorpora, a principios de octubre del mismo año, a las fuerzas camagüeyanas, como jefe del estado mayor de Ignacio Agramante. Según Mary Cruz, el Mayor no había visto con buenos ojos la designación de Jordan como mayor general del Ejército de Oriente, y que incluso consideraba  vejaminoso este nombramiento. La autora no cita la fuente de donde obtuvo esta información; pero, sea cierta o no, la orden emitida por el Mayor el ocho de octubre de 1869, no deja dudas acerca de su conformidad con la dictada por Céspedes, así como su decisión de hacerla cumplir:

 

“(…) el distinguido militar jefe del Estado Mayor será, por lo tanto, por su conocimiento y su decisión, un auxiliar y alivio á este Cuartel general. Por eso recomiendo y exijo que sus órdenes sean obedecidas sin vacilación para bien de la patria y consideración del ejército (…)”[7]

 

El profundo  espíritu democrático de Jordan se puso de manifiesto cuando el general Quesada, jefe del ejército de la República en Armas, citó a los principales jefes militares para solicitar amplios poderes dictatoriales, so pretexto de salvar la causa revolucionaria. Jordan apoyó la posición de Agramante y declaró su decisión de renunciar  “(…) si la autoridad militar se sobreponía a la Constitución (…)”

Su aguzada visión de los problemas políticos lo llevó a sugerir a la Cámara que aceptara la renuncia de Quesada en lugar de deponerlo. Pero el 15 de diciembre de 1869, la Cámara aprueba la destitución de Quesada y la designación de Jordan para sustituirlo en su condición de jefe del Estado Mayor General, aunque sin otorgarle la condición de General en Jefe.

El primero de enero de 1870, Jordan a la cabeza de 548 hombres, se enfrenta a una fuerza de dos mil infantes, 100 jinetes, 25 voluntarios y tres cañones, dirigida por el mariscal dominicano  Eusebio Puello. Después de una hora de combate, las fuerzas cubanas abandonan las trincheras y se retiran de forma organizada a la espesura del bosque. Agotado el parque, es imposible continuar la contienda. Jordan resulta esclarecedor en su parte, fechado el seis de enero:

 

“(…) Han sido hallados en el campo 200 muertos, entre ellos muchos jefes y oficiales, así como unos 45 caballos. La acción que empezó al mediodía en punto, duró 75 minutos, en cuyo tiempo fueron rechazadas tres sucesivas carga dadas por las tropas de línea españolas en columnas cerradas y compacta de 500 metros de largo lo menos (…).

     “(…)

     “Nuestra baja total ha sido de dos muertos (…)  y doce heridos, de los cuales sólo uno es grava (…)”[8]

 

Vidal Morales afirma que este fue“(…) el combate más ruidoso y más notable de la guerra hasta Palo Seco, según la muy autorizada opinión del señor Sanguily”.[9]

Mary Cruz refiriéndose a la relación Jordan-Agramonte expresa:

 

“El contacto personal con este hombre, gran conocedor de la táctica formal de guerra, resultó favorable para el Mayor. Con él tuvo la oportunidad de ver funcionar un  jefe de experiencia, tanto en lo administrativo como en lo puramente militar (…)”[10]

 

Sin embargo, todo parece indicar que a Agramonte le resultaba difícil aplicar, en el Camagüey, los principios militares que Jordan defendía. Ante la imposibilidad de salvar esta contradicción, Jordan se dirige a Antonio Lorda __miembro de la Cámara de Representantes__  en carta fechada el 6 de febrero de 1870.

 

“Ante que ésta llegue a sus manos habrá usted tenido ya sin duda, noticia de mi renuncia y de las causas que, en mi juicio me ponían en el caso de obrar así. (…) No puedo honradamente proceder de otro modo, aún cuando no supiese  que hacer la guerra como el general Agramonte y muchos de sus subordinados desean que la haga, es faltar á Cuba y que su resultado ha de ser un acto de suicidio físico y moral (…)”[11]

 

Quizás, nadie como Collazo, pudo resumir en una frase, la trascendencia que tuvo  el fugaz paso de Jordan por la más alta jefatura del Ejército Libertador

 

“Militar de Carrera, con inteligencia, valor y buena voluntad, tenía las condiciones necesarias para el puesto; pero por desgracia para Cuba, había llegado demasiado temprano. No comprendiéndolo, fue combatido de tal manera, que resultaron inútiles sus esfuerzos, obligándolo bien pronto a renunciar (…)”[12]

 

Jordan se mantuvo en su puesto hasta el 9 de marzo, fecha en que abandonó Cuba. La Cámara de Representantes, reunida en Guáimaro poco antes de su partida, acordó por unanimidad, según Vidal Morales

,

“Consignar un voto de gracias al ciudadano general Thomas Jordan por el celo, actividad y pericia que desplegó en el desempeño del cargo de Jefe  de Estado Mayor  General y especialmente en la gloriosa victoria alcanzada bajo su dirección en la Minas de Guáimaro el primero de enero de 1870 (…)”[13]

 

Jordan amó a Cuba y sintió gran admiración por los cubanos; cuando llegó el momento de la partida, lo hizo con tristeza. En su renuncia había expresado:

 

“(…) He sepultado una gran esperanza al hacer mi renuncia, pues yo había contado con la posibilidad de enlazar mi nombre a la independencia de Cuba, y hacer de la Isla mi hogar y el de mis hijos (…)”[14]

 

Sin embargo la frustración de sus más acariciados sueños, no pudo opacar la admiración que sintió por la titánica lucha que venían librando los cubanos; por eso el 6 de diciembre de 1870, ya en tierra estadounidense escribe una carta al “World” donde expresa:

 

“Ningún pueblo se ha insurreccionado jamás merced á más provocaciones, y ningún pueblo ha peleado jamás con tanta obstinación por la libertad y rodeado de desventuras tan numerosas y desalentadoras, como pelean, en la actualidad los cubanos (…) Nuestros antepasados obtuvieron el auxilio de Francia, consistente en tropas, armas y municiones. Los cubanos no han tenido el auxilio de ninguna parte, antes al contrario, los gobiernos de los Estados Unidos é Inglaterra han interpuesto directamente su autoridad para impedir que reciban ayuda alguna”[15]

 

El fracaso de la Guerra de los Diez Años y el aparente poder de España en su colonia antillana, quizás hizo pensar a Jordan que la causa de la independencia había quedado definitivamente enterrada. De ahí que, en 1891, publicara en la influyente revista The Forum, un artículo en el cual abogaba abiertamente por la anexión de la Isla a los Estados Unidos mediante la adquisición, por estos, de manos de España.        En noviembre de 1895, en el mismo año del reinicio de nuestras guerras por la independencia, murió en la ciudad de New York el vencedor del combate más importante de la Guerra Grande hasta la batalla de Palo Seco. Sería hermoso que los cubanos agradecidos dediquemos un minuto a recordar al noble virginiano, quien pocos años antes de su muerte[16], enfrascados ya Martí y sus colaboradores en la preparación de la “guerra necesaria”, cuando Gonzalo de Quesada lo visitó para agradecerle por todo lo que había hecho por Cuba, su respuesta fue simplemente:

“¡Ojalá hubiera podido hacer más!”[17]

 

Bibliografía

Collazo, Enrique “Cuba Heroica”, Editorial Oriente , Guantánamo1980.
Cruz, Mary. “El Mayor”,Editorial “Contemporáneos” (UNEAC), La Habana. 1972.
González Barrios, René. “Almas sin Fronteras”, Ediciones verde Olivo, La Habana, 1996
Jordan, Thomas “Why we need Cuba” en la revista The Forum, julio de 1891
Morales y Morales, Vidal “Hombres del 68”,Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1978
Quesada, y Aróstegui, Gonzalo. “Páginas Escogidas”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1968

[1] Artículo publicado en la Revista “Espacios”, Publicación Trimestral del Equipo Promotor para la participación Social del Laico (EPAS) de la Arquidiócesis de La Habana, No 2 del 2004. Por razones de espacio el artículo fue publicado de forma sintetizado y en él no aparecían las notas al pie.
[2] Morales y Morales, Vidal. “Hombres del 68”, p 291-292
[3] Ibidem. p. 286
[4] Ibidem, p.288
[5] Ibidem, p. 285.
[6] Cruz, Mary. “El mayor”, p.154
[7] Morales, Vidal, Op. Cit. p.288
[8] Ibidem p..287
[9] Parte Oficial de la batalla hecho por Jordan y citado por Vidal Morales, Op. Cit. p. 293
[10] Morales y Morales. Vidal. Op. Cit, p. 292
[11] Cruz, Mary. “El Mayor”, p. 158
[12] Carta fechada el 6 de febrero de 1870. Citada por Vidal Morales y Morales en “Hombres del 68”, pp. 289-290
[13] Collazo,  Enrique. “Cuba Heroica”. Pp. 111-112
[14] Morales. Vidal. Op. Cit. pp 295-296
[15] Carta a Antonio Lorda,  Citada por Vidal Morales. Op. Cit. 291
[16] Morales, Vidal. Op. Cit. pp. 294-295
[17] Jordan murió en noviembre del 95 y la entrevista con Gonzalo de Quesada fue en 1891
[18] Quesada, Gonzalo de “”Tomás Jordan” (en “Páginas Escogidas”) p. 58
[19] Quesada, Gonzalo de “”Tomás Jordan” (en “Páginas Escogidas”) p. 58

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