Proyecto de programa republicano para una reorganización social, económica y política del archipiélago de Cuba

“Cuba, la llave de las Américas”, no es una expresión de exaltación patriótica ni un desmesurado sentimiento por lo nacional. Es más bien el ánimo que nos retrotrae al auténtico escenario geopolítico, que significó tanto bien como mal para la nacionalidad cubana. El posicionamiento geográfico del archipiélago cubano está llamado a propiciarle al mismo y a sus vecinos ventajas estratégicas comerciales y económicas que desborden de bienestar a sus pobladores, con la formación de una cultura inclusiva, globalizada y exuberante en aportes. Uno de los hechos sobresalientes, tal cual su origen en épocas coloniales y hasta el presente Cuba, devino en crispante peñón militarizado, y su espíritu nacional empeñado, a fuerza del agotamiento, en una toma y daca de amor-odio con su más poderoso y cercano vecino: los Estados Unidos de América (EE.UU.).

Muy a pesar del empeño de regímenes autoritarios, antes y después de constituidas las antiguas 13 colonias británicas en un renovado modelo de república, e incluso en el período de la Cuba colonial, las efemérides de ambos pueblos siempre confluyeron de modo excepcional, con un vínculo fraterno mucho más profundo que con el conjunto de los pueblos del área iberoamericana.

Ese flujo natural de coincidencia beneficiosa permanece artificialmente extraviado. Como organización de la sociedad civil cubana en la que aspiramos crecer, no nos corresponde hacer críticas o señalamientos al marco político de este entuerto. Pero sí creemos nuestro deber abordar sus lamentables consecuencias para la sociedad cubana en lo que se refiere al traspuesto orden cívico, y la administración territorial y la economía de y para todos los cubanos.

La nación está supeditada a una estructura militarizada permanente que deformó el natural precepto de una típica nación de Occidente, y al que -pese a otras influencias impuestas- sus habitantes pertenecemos cultural e históricamente. El concepto de “unidad” de la nación impulsado por el presente gobierno se desarrolló en absurda contradicción. Pues, por un lado subdividió la administración en excesivas particiones que se repiten en autoridad y funciones (direcciones barriales, municipales, provinciales y nacionales). Y por otro lado las atribuciones de dichas administraciones (en prolongada cadena de mando) quedaron limitadas en capacidad, y en muchos casos sujetas a complejas y exageradas práctica inoperante de centralización, que obstaculizan las decisiones definitivas para analizar y brindar respuestas prácticas al origen de cada problema, y por consiguiente entorpece la gestión para generar riquezas al país.

El resultado de este desmedido centralismo, a todos los niveles, es la inoperancia de la sociedad y su permanente tormento por lograr sus más elementales necesidades, que incluye el absurdo escalonamiento y reiteración de trámites burocráticos innecesarios, en medio de una precariedad permanente del nivel de vida de la población debido a la inmovilización del derecho a la propiedad y prosperidad, y por último el empuje y la oportunidad de la corrupción a todos los niveles sociales.

En resumen, es un escenario incontrovertible del día a día para la inmensa mayoría de nuestra ciudadanía, que al ser la sociedad civil desplazada de su lógico rol rector y organizativo, queda sustituida por una disfuncional militarización, imperiosa y que en desmesurada subdivisión administrativa engendra creciente burocracia, distorsiones e impedimentas, al saludable progreso para todos los cubanos(as).

Consideramos que urge que la nación deba reordenarse en el espíritu de sociedad civil de esa democracia occidental a la que pertenecemos, y que conjuntamente consideramos que un productivo ejemplo de prosperidad y pujanza permanente, por la cual inspirarnos para retomar al camino comedido, se encuentra en el que hace gala nuestro más cercano vecino, el pueblo de los Estados Unidos de América.

En ese espíritu, los socios del Club de Amistad Cuba-USA presentamos nuestro Proyecto de Programa Republicano para una reorganización social, económica y política de Cuba, como solución permanente a conflictos y crisis pasadas, presentes y futuras en Cuba, y entre Cuba y Estados Unidos de América, respaldando las relaciones de reciprocidad con los demás pueblos del continente americano en el intercambio comercial, e interrelación cultural y migratoria. www.cultureduca.com/clubamistadcubausa/

PROPUESTA No 1: VISAS DE TRABAJO ESTADOUNIDENSE PARA CUBANOS.

En aras de ese actualmente ignorado, más antiguo y manifiesto espíritu de hermandad que existe entre los pueblos de Cuba y los Estados Unidos de América, aspiramos a que en prudente periodo de tiempo las autoridades elegidas de EE.UU. provean al pueblo de Cuba del derecho de libre visado, para que los nacionales cubanos puedan viajar a territorio estadounidense y regresar a Cuba con absoluta libertad de movimiento. No sería una prerrogativa concebida como privilegio concedido a los nacionales cubanos, sino un camino que daría viabilidad a una histórica relación, provisionalmente interrumpida, de flujo  migratorio y asentamiento de miembros de ambos pueblos,  apenas geográficamente separados por el estrecho de la Florida.

La propuesta que exponemos es una que se basa en propiciar el actualmente retrotraído bienestar del pueblo de Cuba y facilitar la política de buen vecino. A grandes rasgos, consistiría en adecuar la categoría de Visa de Trabajo estadounidense para extranjeros: “y que los cubanos que soliciten trabajar en los EE.UU. puedan hacerlo de manera  expedita, durante un término menor al año, sin que por ello tengan derecho a residencia en su primer visado, y sí su conducta en esa tierra es honrada y laboriosa, lo puedan lograr en una segunda o tercer oportunidad, de cumplir con el universo de exigencias legales de ese país, y todo ello sin que sea necesario transformar la Ley de Ajuste Cubano en su esencia benefactora”.

Tras un simple análisis, quizás esta iniciativa parezca aventurada. Más, de aprobarse e implementarse de modo experimental, a mediano plazo fortalecería la sociedad civil cubana y beneficiaría a los EE.UU. en términos geopolíticos. De golpe Cuba dejaría de ser una amenaza muy próxima y latente de oleadas masivas de refugiados, o de ilegales.

Las autoridades norteamericanas son conscientes de que los cubanos tienen una muy estrecha atadura de emociones con su patria isleña, y que más que vivir permanentemente en los EE.UU. obligados por circunstancias presentes, preferirían hacerlo parte del año en un lado o en el otro. El constante flujo migratorio provisional o permanente entre EE.UU. y el archipiélago cubano propiciaría recíproco avance económico y social, fruto de una riqueza creativa y productiva en ambas cercanas zonas, y en la isla ayudaría a desmontar esquemas antiestadounidenses que desde la época colonial hispana permanecen empotrados en muchas mentalidades oportunistas.

Millones de cubanos han emigrado a los EE.UU., apreciando a esa nación como su segunda patria, y como la primera para no pocos cubano-americanos. Allí edificaron un paisaje citadino y una cultura novedosa, a las que aportaron su enorme pujanza humana, con varios de sus integrantes ocupando curules gubernamentales, y más de uno de ellos aspirando ocupar hasta la silla presidencial.

Es predecible que Cuba, bajo condiciones de predominio civil y apego constitucional y legal al estado de derecho, acogería cifras incalculables de estadounidenses, los que llegarían a residir temporal o permanentemente en esta “la Llave de las Américas”.

Propuesta 2: Día de la Bandera de Cuba.

Siendo la Bandera de Cuba el emblema patrio que identifica nuestra nación, y el más reconocido por los cubanos, nacional e internacionalmente, apelamos al derecho de gestionar de manera pública, legítima y democrática, que:

“Se adopte el 19 de mayo como Día de la Bandera de Cuba, y que dicha fecha se declare jornada feriada en todo el territorio nacional”.

Los objetivos de la propuesta por el Día de la Bandera de Cuba son:

  1. a) Convertir el día 19 de Mayo en una jornada de reflexión para honrar el símbolo en torno al cual por primera vez se unieron los cubanos para consolidar una nueva nación. Cuba dejó de ser una colonia de relegados súbditos de una metrópoli europea para integrarse a la civilización occidental como país independiente, integrado por ciudadanos en pleno derecho y libertad, en busca de progreso y bienestar, y en paz y armonía con sus vecinos regionales.
  2. b) Adoptar un razonable espíritu de respeto solidario entre gobierno y sociedad civil cubana, y más allá de nuestras fronteras nacionales, asimilar la necesaria realidad de dejar relacionar sin tutela estatal, en libre intercambio, a la sociedad civil cubana con la de los Estados Unidos de América, y con las del resto de los pueblos del mundo.
  3. c) Crear una fecha donde se renuncia al predominante militarismo, institucionalizado dentro de la concepción de considerar a Cuba como permanente peñón de resistencia, para transformarla, efectiva y distinguiblemente, a ese espíritu citadino y fundacional de nuestra nacionalidad, dando realce a la particularidad y preponderancia de ser ciudadanos, beneficiados por una patria abierta y acogedora.
  4. D) Valernos de un Estado de Derecho en el que se acate absolutamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y los fundamentos sociales de Integración e Inclusión universal; donde se enaltezcan los tres poderes independientes de las democracias modernas: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; se dignifique un sistema electoral de voto directo, secreto y verificable; y se iguale el valor e importancia de la soberanía colectiva a la de cada persona nacida en este país.

Breve historia de la bandera de Cuba:

En la época de la concepción de la bandera cubana, los EE.UU. comenzaban a afrontar el peligro de la secesión. Los Estados del norte abogaban contra la esclavitud, mientras que los Estados sureños, al igual que la Cuba colonial, pretendían mantenerla. El apoyo a la causa de Narciso López fue casi nulo porque incorporar a Cuba a la Unión Americana inclinaba la balanza hacia la supremacía de Estados esclavistas en el Congreso de la Unión, perpetuando ese abominable régimen de producción.

La bandera nacional de Cuba, que es símbolo patrio de mayor reconocimiento nacional e internacionalmente, encarna el ideario de integración de Cuba a los EE.UU. La insignia fue concebida por el venezolano Narciso López de Urriola (antiguo general del ejército español) mientras residía en la ciudad de New York, Estados Unidos de América, según lo narra Cirilo Villaverde, escritor y biógrafo muy cercano al general López, así como otros historiadores de la época.

Miguel Teurbe Tolón la diseñó con descripción de la visión que tuviera el general López.  Emilia, esposa de Miguel, la cosió a mano. Otros que participaron en su confección fueron José Aniceto Iznaga Borrell, José María Sánchez Iznaga, Juan Manuel Macías y Cirilo Villaverde, todos patriotas cubanos.

La trajeron a Cuba expedicionarios al mando de Narciso López, quienes desembarcaron con la intención de liberar a Cuba del colonialismo español y  posteriormente  integrarla como Estado libre a los Estados Unidos de América. La enseña flameó por vez primera en el pueblo de Cárdenas, Matanzas, todo el día 19 de mayo de 1850.

Al año siguiente volvió a ser enarbolada en Pinar del Rio, durante otra intentona de sublevación encabezada por el propio Narciso López, el que terminó siendo capturado y días después ejecutado (al garrote vil) por las autoridades coloniales.

Iniciada la Guerra de los Diez Años, en gesto mayoritario de los miembros de la Asamblea Constituyente, reunida en Guáimaro en abril de 1869, es reconocida ésta como Bandera de Cuba independiente. Y en 1902, iniciándose la República de Cuba, resulta oficialmente adoptada.

Simbología de la Bandera de Cuba:

Estudios y publicaciones de historiografía coinciden en que la intención del creador de la Bandera de Cuba era que las tres franjas azules representen los tres departamentos en que se dividía la isla de Cuba a mediados del siglo XIX: Oriente, Centro y Occidente.

Las dos franjas blancas simbolizan la pureza de ideales.

El triángulo es un motivo masón, originario de la Revolución Francesa, cuyos tres ángulos personifican las aspiraciones humanas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, mientras que su color rojo como sangre encarna la unión entre los cubanos.

Y la estrella solitaria indica la solidez de los principios del nuevo Estado en que se convertiría Cuba.

Nota: Esta propuesta fue presentada a la Asamblea del Poder Popular y al Ministerio de Justicia el 4 de abril de 2017, y mostrada en instituciones e instancias del Estado cubano, en Sedes Diplomáticas, publicada en las redes sociales, y reconocida por colegas, amigos y Socios del Club.

En concordancia con esta aspiración de cara al futuro de Cuba, apelamos al consentimiento de todos los cubanos mediante una campaña propagandística, que se llevó a efectos desde el mes de enero de 2018 hasta el 19 de mayo del mismo año.

PROPUESTA No 3: DIVISIÓN POLITICO-ADMISTRATIVA DEL ARCHIPIELAGO DE CUBA.

Es necesaria una división político-administrativa más eficaz para nuestro país, la que armonice con la geografía territorial, su densidad poblacional, desarrollo económico sustentable y equitativo, y los valores tradicionales, con una gobernanza democráticamente popular bajo un estado federativo, y que las relaciones entre gobernantes y gobernados sean más simple, directa, natural, equilibrada, inclusiva, estable y duradera.

Proponemos darle un énfasis práctico y efectivo a la consigna estatista de “Unidad”, y que los aproximadamente 114,525 Km cuadrados de territorio cubano queden delimitados y distribuidos proporcionalmente en Tres Departamentos: Oriental, Central y Occidental.

Motivo histórico de relevancia:

En 1827 la Capitanía General de Cuba se dividió en tres departamentos administrativos. Sin embargo en 1878, tras la guerra de los Diez Años, el gobierno colonial español procedió a disgregar a Cuba en seis provincias político-administrativas. Ocurría un evidente interés de dividir e inmovilizar el poder de aquella sociedad civil criolla, por lo que el poder militar de la Metrópoli en la isla permaneció organizado en tres departamentos: occidental, central y oriental.

Ese principio castrense prosiguió con la presente fuerza gobernante, de constante preponderancia militar, que en 1976 dividió nuestra diminuta nación en 14 provincias. Para colmo, en 2011 la provincia de La Habana fue fraccionada en dos, elevando el número de provincias a 15. En contradicción con esta desmenuzada estructura, el  país permanece dividido en tres zonas militares o ejércitos: occidental, central y oriental,  con el mando centralizado en La Habana.

Objetivo clave que se propone sobre la división socio-administrativa de Cuba:

Para equilibrar esa anomalía entre lo civil y lo militar, haciendo  preponderar el poder de la sociedad civil (el Pueblo Soberano), reducir el tamaño y control militar en la sociedad y la economía, evolucionar de la supeditación y subordinación de la sociedad civil  a los militares a un nuevo orden nacional donde lo civil tenga preponderancia y mando, y por consiguiente, con ello reducir significativamente la acumulación de gastos militares excesivos para nuestra empobrecida nación, así como disminuir los desajustes nacionales que traen consigo los desacertados gobiernos militaristas, y estimular el desarrollo de iniciativas ciudadanas, proponemos al pueblo cubano esta nueva propuesta de división político-administrativa, la que quiere armonizar las diversas tradiciones históricas nacionales, enlazando el pasado con el futuro, y en estrecha concordancia con el símbolo más representativo de Cuba, la Bandera de la Estrella Solitaria, en especial con su diseño de sus tres franjas azules que simboliza la original división del país en tres Departamentos o regiones naturales.

Constituir a Cuba en un Estado Federado, distribuido racionalmente en tres departamentos. Sus fronteras departamentales podrían ser ubicadas en semejanza con las hasta hoy trazadas entre Baracoa y Camagüey, como Departamento Oriental; entre Camagüey y Matanzas, como Departamento Central. Y entre Matanzas y Pinar del Río demarcando el Departamento Occidental.

Que a cada Departamento se le conceda un máximo de soberanía civil, económica, comercial y administrativa, subordinándose a la constitucionalidad y la institucionalidad del Estado Federado de Cuba en lo que se refiere a asuntos estrictamente nacionales y de política exterior. A semejanza del gobierno federal, cada uno de los Departamentos contaría con un Gobernador en las capitales. E igualmente dispondría de cámaras legislativas y jueces departamentales, todos nombrados mediante elecciones, para los asuntos estrictos del departamento y la elevación de propuestas al gobierno federal cuyas consecuencias futuras sobrepasen la influencia departamental, incidiendo en lo nacional.

A su vez cada Departamento asumiría una división administrativa elemental, que proponemos denominar Distrito o seguirían siendo las actuales Provincias, y estas a su vez a su vez divididas en Condados o los actuales Municipios. Los Distritos o Provincias estarían representados por Alcaldías, y los Condados o Municipios representados por  Comisiones conformadas por Comisionados y adjuntos administrativos, todos elegidos por votación periódica, directa y secreta. Otras sub-divisiones pudieran denominarse circuitos o las hoy denominadas Circunscripciones, con sus respectivos administradores, subordinados a las Comisiones, y elegidos en las respectivas comunidades.

Las capitales de los Departamentos pudieran ser las ciudades regionales más significativas en el presente de cada región: La Habana, Matanzas, o Pinar del Rio capital para el Departamento Occidental. Camagüey, Santa Clara, Cienfuegos, etc., para el Departamento Central. Como Capital para el Departamento Oriental, a Santiago de Cuba, Las Tunas, Guantánamo, Bayamo, etc. La administración del Estado y la población se pondrían de acuerdo para elegir el asiento de las nuevas capitales departamentales, teniendo presente los crecientes peligros del calentamiento global que aconsejan que estas urbes se asienten en sitios de menor proclividad a desastres naturales, tales como ríos, montañas o cercanía al mar.

Por voto directo y secreto, desde los tres Departamentos el pueblo soberano elegiría sus representaciones federales del Estado para: Presidente del Estado, Diputados Senadores, Diputados Representantes, y Jueces del Tribunal Supremo, en similar orden a como se  elegiría a las representaciones departamentales.

Con acento en lo numerológico, excluyendo lo místico o cabalístico, apuntamos que la bandera de Cuba cuenta con cinco bandas (tres azules y dos blancas), una estrella de cinco picos, y un triángulo de tres puntas, las que suman 13 figuras, cifra que mereciera conformar la cantidad de Senadores departamentales. Si esta cifra se multiplica por tres Departamentos totalizan 39 Senadores federales. Los Diputados Representantes nacionales podrían ser elegidos cada 100, 000 (cien mil) electores.

Por último, proponemos restablecer la estructura republicana en un Estado con división y compensación de tres poderes:

Poder Ejecutivo: un Presidente federal, compensado por los tres Gobernadores departamentales.

Poder Legislativo bicameral federal y departamental, con Cámara del Senado Federal: 13 Senadores y 39 departamentales, y una Cámara de Representantes constituyendo el poder legislativo federal y por cada Departamento una cámara (totalizando tres Cámaras de Representantes departamentales), en representación de un determinado número de la población.

Poder Judicial: igualmente federal y departamental compensando a los dos anteriores poderes.

Cada Departamento, teniendo ya organización autonómica, manejaría su propia economía, contando con al menos dos puertos marítimos, uno al norte y otro al sur de la isla, aeropuertos internacionales en cada Distrito o Provincia, haciendo producir con eficiencia el turismo, las industrias y las agriculturas territoriales, mediante el establecimiento de procedimientos y acciones en materia de relaciones comerciales nacionales e internacionales. Asimismo, la recaudación de impuestos (no como método frustrante de castigo para la inversión, sino percibida en proporción racional y hasta estimulante al beneficio que la produce),  tendría un carácter preponderante para los asuntos regionales, que en definitiva serían los que la acumulan, y otra menor para los necesarios asuntos nacionales.

Factores favorables a conseguir con esta propuesta:

Mayor respeto y obediencia al orden jurídico y legislativo del Estado, y de los Departamentos, porque se establecerían leyes y regulaciones en función de las necesidades y beneficios directos de la población de esas regiones.

Más funcionalidad y dinamismo de la administración del Estado para cumplir con sus responsabilidades públicas, con el mismo Estado y con cada Departamento, evitando la desmesura de empleados y repetición de funciones, y creando y financiando programas sociales, económicos y políticos  nacionales y departamentales de acuerdo a necesidades reales de cada región.

Con el desarrollo departamental independiente, de acuerdo a los intereses de sus pobladores, resultarían relegados al pasado los regionalismos “palestino”, “guajiro”,…,  para referirse a los cubanos del oriente y centro del país. Los Departamentos competirían en igualdad de condiciones en cuanto a modernización y progreso. Vivir en la más recóndita ciudad oriental, central u occidental de Cuba no sería motivo de discriminación al desarrollo y prosperidad, lujo y placer. De este modo la Capital del Estado de Cuba sí sería la de todos los cubanos, sin otra reconcentración colonial (similar a la efectuada a fines del siglo 19 por el general Valeriano Weyler), ni Decreto 217 (parecido al instituido a fines del siglo 20 por el presente poder nacional).

Llamamos a la atención de nuestros compatriotas, fundamentalmente los que observan y añoran con marcado interés el desarrollo y prosperidad de otros países, a considerar que para que eso ocurriera, en esas naciones hubo ciudadanos preocupados por institucionalizar la más correcta división de poderes políticos-administrativos, lo que  de algún modo facilitó una razonable base de bienestar social y creciente prosperidad y justicia.

Nota: Esta propuesta fue presentada a la Asamblea del Poder Popular y al Ministerio de Justicia el 17 de mayo de 2017, y mostrada en instituciones e instancias del Estado cubano, en Sedes Diplomáticas, publicada en las redes sociales, y reconocida por colegas, amigos y Socios del Club.

Antecedentes de la división territorial de la isla de Cuba:

En 1510, fue creada la Gobernación de Cuba dentro del Virreinato de Nueva España, dependiente de la Real Audiencia de Santo Domingo y con capital en Santiago de Cuba. Se fundaron las 7 primeras villas: Baracoa, Bayamo, Santiago de Cuba, Puerto Príncipe, Trinidad, Sancti Spíritus y San Cristóbal de La Habana.

En 1567 se anexionó la Provincia de La Florida a la Gobernación de Cuba.

En 1607, por Real Cédula del 8 de octubre de 1607, se dividió la Capitanía General de Cuba (creada en 1579) en dos gobiernos, el Occidental o de La Habana, y el Oriental o de Cuba, con sede en Santiago de Cuba y subordinado al Capitán General en La Habana. En esta primera división, el Departamento Occidental abarcaba aproximadamente hasta el territorio de las actuales provincias de Matanzas, Cienfuegos y Villa Clara, mientras que el Oriental llegaba del extremo Este de la isla hasta Puerto Príncipe (Camagüey). Anómalamente, las villas de Trinidad y Sancti Spíritus, en la zona central, no quedaron incluidas en ninguno de los dos Departamentos, situación corregida más tarde en 1621, en que ambas se integraron a la división Occidental.

En el siglo 18 (1700) se comienzan a crear las Tenencias de Gobierno o jurisdicciones, zonas donde ejercían sus funciones los tenientes de Gobierno, lo que constituyó el primer tipo de división regional de carácter administrativo de la isla. En 1774 ya existían en Cuba 18 jurisdicciones.

En 1819, por medio del Tratado de Adams-Onís, la Provincia de La Florida es cedida a los Estados Unidos.

En 1827, el gobierno colonial español dividió la Capitanía General de Cuba en tres departamentos administrativos:

Departamento Occidental, con capital en La Habana y extensión hasta la jurisdicción de Colón (actual provincia de Matanzas).

Departamento Central, con capital política en Trinidad y jurídica en Puerto Príncipe (actual Camagüey).

Departamento Oriental (con capital en Santiago de Cuba).

En 1827 existían 21 jurisdicciones. En 1861 su número se había elevado a 32.

En 1853 el Departamento Central sería abolido y las jurisdicciones del centro, incluyendo Puerto Príncipe pasarían al Departamento Occidental.

En 1878, después de la Guerra de los Diez Años, como consecuencia del Pacto del Zanjón el gobierno colonial español dividió a Cuba en seis provincias político-administrativas. Esta división fue hecha para «adaptar la división territorial de la Isla a la existente en la Península (ibérica) y para facilitar la elección de Diputados a las Cortes (del gobierno español)». Siguiendo la costumbre de la época en España, las provincias fueron nombradas por sus ciudades capitales: Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Santa Clara, Puerto Príncipe, y Santiago de Cuba.

Las provincias fueron a su vez divididas en términos municipales o municipios con sus respectivos ayuntamientos. Los municipios se organizaban en los poblados que contaran con al menos 1000 habitantes. En 1879 existían 110 municipios.

Finalizó la Guerra del 95 con la intervención norteamericana ente 1899 y 1902. El nombre de la Provincia de Puerto Príncipe fue cambiado por el de Camagüey. La población de la isla se redujo considerablemente a consecuencia de las acciones bélicas, la emigración hacia el extranjero y la política de reconcentración del gobernador español Valeriano Weyler. Como resultado, un gran número de cabeceras municipales fueron afectadas o destruidas. El gobierno interventor norteamericano realizó el censo de 1899 y determinó la abolición de muchos pequeños municipios.  Su número se redujo de 132 en 1899 a sólo 82.

El Consejo Provincial de Santiago de Cuba cambió el nombre de la provincia homónima por el de Oriente. Entre 1905 y 1919, el Congreso de la República restituyó paulatinamente muchos de los municipios eliminados. En 1919 ya eran 112.

En la Constitución Cubana de 1940, el nombre de la Provincia de Santa Clara fue cambiado por el de Las Villas.

En el censo de 1943, el número de municipios era de 126, cifra que se mantendría inalterable hasta 1959. Las provincias de Cuba en 1970 eran Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey, y Oriente.

Durante la primera mitad del siglo, debido al crecimiento económico del país y a la inmigración,  la población de la isla creció de manera abrupta. Particularmente, el poblamiento se desarrolló en las provincias de Oriente y Camagüey, en relación directa con la expansión de la agroindustria azucarera. En los años 50 era ya evidente la contradicción entre la creciente población y gran extensión de estas provincias (Oriente era ya la más poblada y extensa), y el escaso número de términos municipales en las mismas. Así, la extensión promedio de los términos municipales en Oriente y Camagüey superaba en dos y tres veces respectivamente la media nacional, y en 5 y 9 veces la extensión de los de La Habana, mientras que su población era casi el doble de la media nacional y entre 4 y 5 veces mayor que el promedio en Matanzas. Entre 1910 y 1953 sólo se crearon 5 términos municipales en esas provincias.

En 1968 había ya 292 municipios repartidos en 38 regionales. La extensión y población de los municipios tendió a homogeneizarse en todas las provincias, con una media nacional de casi 30 mil habitantes por municipio. Se crearon numerosos municipios en zonas montañosas y rurales que no contaban con núcleos urbanos y en zonas rurales de fomento agrícola. No obstante, el proceso continuo alcanzó su máximo entre 1973 y 1975 con 407 municipios y 58 regionales.

Ocurrieron además cambios en los límites provinciales. Así, en 1963 la Ciénaga de Zapata fue transferida de la provincia de Las Villas a Matanzas, en 1969 de Pinar del Río a La Habana fueron transferidos los municipios de Artemisa, Guanajay, Cabañas y Mariel (Regional Artemisa). En 1970, Camagüey cedió a Las Villas el municipio de Jatibonico, y a Oriente, Amancio y Colombia (Elia).

En 1975 el I Congreso del Partido Comunista de Cuba se pronunció por modificar la organización territorial del país, suprimir el eslabón regional, aumentar el número de provincias y reducir el de municipios. La Asamblea Nacional aprobó en 1976 la Ley de División Político-Administrativa del país con 14 provincias y 169 municipios. La Provincia de La Habana se dividió en las provincias de Ciudad de la Habana, La Habana y el Municipio Especial de Isla de Pinos (a partir de 1978, Isla de la Juventud) de subordinación central, o sea no incluido en ninguna provincia. La capital de la Provincia de La Habana residía en la Ciudad de La Habana, o sea fuera de su territorio provincial. Se subdividió la Provincia de Las Villas en las Provincias de Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus; y la de Camagüey en las provincias de Ciego de Ávila y Camagüey. Se subdividió la Provincia de Oriente en las provincias de Las Tunas, Granma (con capital en Bayamo), Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo. La nueva DPA mantuvo la tendencia a homogeneizar la población y extensión de los municipios entre las provincias, con un promedio nacional de 56 mil habitantes. Solo excepcionalmente, se aprobaron algunos municipios por debajo de 20 000 habitantes, 20 en total, de los cuales solo 10 se mantenían por debajo de esa cifra en 2009. Para la conformación de los nuevos municipios se tuvieron en cuenta las relaciones económicas, en particular en la esfera agroindustrial azucarera y las grandes granjas agrícolas y ganaderas del Estado. La Provincia con mayor número de municipios era La Habana, con 19 y las de menor, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Las Tunas, con 8 cada una.

En 2011, la Provincia de La Habana es dividida en dos provincias llegando a 15 provincias y un municipio especial, contando a partir de entonces con 168 municipios.

PROPUESTA No 4: REFORMA AL SISTEMA DE TRANSPORTE NACIONAL.

Tal como en un humano el sistema de arterias por donde fluye la sangre que alimenta, renueva y hace funcionar al cuerpo, el sistema vial y de transportación de una nación está concebido y evoluciona con el propósito de su viabilidad y desarrollo. Las características particulares de la geografía cubana: alargada de este a oeste, estrecha de norte a sur, y estratégicamente intercalada en el Mar Caribe, proporcionan ventajas que no están siendo explotadas en beneficio del país. Sin embargo, con un adecuado plan de proyectos viables e inversiones proporcionales, cimentarían las bases para un verdadero desarrollo sostenible.

Somos conscientes de la presente globalización (con niveles de innovación y productividad nunca antes conocidos por la Humanidad), que hacen necesario encontrar procedimientos que estimulen la presencia de inversionistas especializados para acometer las siguientes propuestas de Reforma al Sistema de Transporte en Cuba:

TRANSPORTE MARITIMO: 

  • Emprender el estudio para la ejecución del proyecto marítimo “Canal Vía Cuba”, abandonado en la década del 50 del siglo pasado. Esta vía fluvial comunicaría el litoral norte de la isla, por la ciudad de Matanzas, con la costa sur, cercana a la península de Zapata, agilizando la navegación nacional e internacional, acortando tiempo y gastos en recorrer cientos de millas marítimas, en rutas comerciales y turísticas que hoy implican bojear toda la costa cubana en sus dos extremos este-oeste.

El área en las dos orillas del Canal sería considerada de zona franca comercial bajo control del Estado en conjunto con las administraciones regionales relacionadas por el territorio incluido en el proyecto, facilitándose el fomento de almacenes de transacción y de compra-venta de mercancías, hotelería y turismo, y en equivalencia se impulsaría la industrialización, traducida en puestos de trabajo, cobro de impuestos, montaje de astilleros para fabricar y reparar embarcaciones, etc.

  • Modernizar y dragar a cabalidad todos los puertos del territorio cubano y permitir el mayor acceso popular a los beneficios que el mar ofrece para negocios y disfrute, tal cual sucede en otras naciones isleñas del área colindante.

TRANSPORTE FERROVIARIO: 

Proponemos remozar y desarrollar la transportación por ferrocarril, conocido internacionalmente como el medio terrestre más rápido y barato por su relativo menor gasto de combustible y gran capacidad de carga.

  • Ampliar a cuatro las vías nacionales ferroviarias de punta a punta del país, dos de ida y dos de regreso, acompañadas de sistemas de controles computarizados (en lugar de la única y maltrecha vía existente en la actualidad). Dos de las vías serían para transportar pasajeros. Y las otras dos para la transportación de carga de mercancía y materiales.
  • Reparar las vías ferroviarias secundarias ya existentes y sus ramales útiles.
  • En el contexto urbano, y en dependencia de contingencias naturales, topográficas y necesidades citadinas, concertar análisis de factibilidad dirigidos a la construcción de vías para Trenes Metros de Superficie en cualquiera de las variantes que se estime apropiada.

TRANSPORTE AUTOMOTOR: 

Este medio resulta el más satisfactorio para conducir pasajeros y mercancía, de modo directo y sin escalas, entre cualquier origen y su destino final. Para ello se hace preciso:

  • Concluir los grandes tramos que faltan a la carretera nacional denominada Ocho Vías, y rehabilitarla en su totalidad, aplicando en sí misma diseños funcionales e innovadores.
  • En función de su valor patrimonial, corresponde restaurar íntegramente la Carretera Central, y paralela a ella construir dos nuevas sendas, propiciando cuatro sendas de un extremo a otro del país: dos de ida y dos regreso. Por consiguiente aumentaría la seguridad vial aminorando los peligros de accidentes y facilitaría enormemente el intercambio de bienes y servicios.
  • Reparar y construir los demás viales en correlación a los intereses departamentales cumplimentando los más modernos y desarrollados parámetros internacionales.

TRANSPORTE AEREO:

  • Edificar aeropuertos y servicios de transportes aéreos modernos y cercanos a las ciudades, atendiendo a los intereses económicos de la población, no solo para vuelos internacionales sino también para proveer el conveniente flujo de viajes nacionales y de chárter en aeronaves medianas y ligeras (avionetas, helicópteros, uso de drones, etc.).

INDICACIÓN: Esta Propuesta de Reforma al Sistema de Transporte ha de contemplar las más avanzadas normas internacionales en materia de inclusión social y accesibilidad para las personas con discapacidad, en todas las áreas de tránsito y estacionamiento vehicular y pasos peatonales.

Las experiencias arquitecturales y financieras adquiridas en estos proyectos (con costes iniciales elevados, y a mediano plazo recuperada la inversión) aportarían recursos para estudios inéditos y novedosos de nuevas obras de vialidad, con especial incidencia en puentes, canales y túneles  de todo tipo al interior de la isla de Cuba o en conexión con otras islas del archipiélago cubano. Y quizá, con el increíble desarrollo que alcanzan la ciencia, tecnología e ingeniería actuales por el mundo,  validaran concebir una obra que conecte a Cuba con vecinos más cercanos de la América continental como EE.UU. y México, o insular, como es el caso de la hermana isla de La Española.

PROPUESTA No 5: INTEGRACION INSTITUCIONAL CUBA-ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

Probablemente esta sea una propuesta controversial para un sector nacionalista. Aclaremos que esta propuesta de “Integración Institucional Cuba-Estados Unidos de América” en nada supone el viejo anatema de anexión. Para nuestro país significaría un concreto plan de transformación institucional hacia un modelo republicano occidental, donde primaría el Estado de Derecho. Para ello las instituciones cubanas podrían asumir correlación, tanto en propósitos como en ejemplos, con el modelo occidental más próximo y exitoso, el de los Estados Unidos de América.

Consideramos viable, y muy sano para la nación cubana, un movimiento de libre interrelación en un marco de interés mutuo, donde las instituciones nuevas que se constituyan en Cuba, y las funcionales ya constituidas, sean afines con las que existen en Norteamérica, y similares a las que priman en todo Occidente.

En relación a nuestro más próximo vecino con este modelo bien organizado, no solo Cuba ganaría en estabilidad social, económica y política, también los Estados Unidos de América obtendrían una mayor relación y equilibrio con la política del mejor vecino, estableciéndose una sólida base de enlace de Cuba con el Norte y con el resto del continente americano, y retornando Cuba a su posición de “Capital Iberoamericana”.

La integración es uno de los procesos sociales más antiguos y constantes en la historia de la Humanidad. Se inició desde los primeros vestigios de la civilización, y en el presente se conforma con solidez en bloques económicos y sociales continentales. Dentro de este proceso, Occidente creo las bases más estables del desarrollo humano, organizadas mediante instituciones libres, independientes y renovables a través de elecciones periódicas, y compensándose unas a otras mediante balance de poderes y control del escrutinio público.

Dado el actual modelo que rige en Cuba, ajustado a un centralismo arbitrario, con una sociedad cerrada con mentalidad de plaza militar sitiada y no de acuerdo a las necesidades reales de la mayoría de la población, estamos condenados a una disyuntiva: uno) continuar encerrados, o, dos) integrarnos al mundo.

Muy peligroso resultaría para los cubanos, sin una previa readaptación de las presentes instituciones nacionales, de iniciarse la apertura de conexión al mundo, y con los patrones que indica la presente deriva mundial. Sin una sólida sociedad civil organizada en instituciones y con amplia influencia en los asuntos nacionales,  atraería y hasta podría hacer imperar en nuestro debilitado país peligrosas influencias criminales como el narcotráfico, la trata de blancas y órganos, turbias componendas de paraíso fiscal o bases de terrorismo internacional, etc. Esos viciosos intereses y fallas sociales, favorecidos por nuestra privilegiada posición geográfica, instalados en el archipiélago cubano quizá ni siquiera a largo plazo serían posibles de enmendar.

Necesidades prioritarias para lograr este objetivo: 

Para poder gestionar y dar a conocer estas ideas y otras que surjan en este sentido, no sólo en Cuba sino en los Estados Unidos de América, es necesaria una financiación para capacitación y gastos en las organizaciones de la incipiente sociedad civil que en Cuba que se propongan trabajar para este fin, lo que en principio incluiría a los activistas especializados en legalidad constitucional, economía,  administración civil  y profesionales emprendedores en general, para en primera instancia redactar una nueva Constitución cubana, con la propuesta de que sea basada en las Enmiendas o derechos garantizados por la experiencia de la Constitución de los Estados Unidos de América, dada la sólida base de que nunca ha sido derogada desde su fundación, sólo aumentando en derechos de la ciudadanía, y en distingo del pleno Estado de Derecho funcional que gozan todos sus habitantes.

Convocar a extender el análisis de esta propuesta integracionista a disimiles temáticas, tales como: acuerdos de libre comercio; tratados legales y constitucionales recíprocos en términos gubernamentales, sociales y militares; unificación monetaria con el dólar norteamericano; comunidad cubana bilingüe; sin pasar por alto el fortalecimiento de la comunidad cubano-americana residente en EE.UU. incluyendo su pujanza económica, y su jerarquía política instalada en los congresos estaduales y en el federal. Y de ser viable trabajar por la victoria presidencial en EE.UU. de un candidato de origen cubano, lo que adecuaría un equilibrado mensaje de libertad y concordia a la colectividad panamericana.

Lazos históricos que unen a Cuba y Estados Unidos de América:  

La integración institucional cubano-estadounidense ha estado presente a lo largo de los últimos doscientos años, siendo la corriente de pensamiento político más antigua, duradera y tenaz, en ambas orillas del Estrecho de la Florida.

Desde Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos de América, cuando proclamó: «…Cuba es la adición más interesante que se podía hacer a nuestro sistema de Estados (Unidos)…», y le sugirió al entonces Secretario de Guerra John C. Calhoun: «… a la primera oportunidad, (debemos) tomar Cuba…»

John Quincy Adams, el que fue sexto presidente de los Estados Unidos y a su vez hijo de John Adams, el segundo presidente, hubo de declarar: «… Hay leyes de gravitación política, como leyes de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión, y la Unión, en virtud de la propia ley, no iba a dejar de admitirla en su propio seno. No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos como la Isla de Cuba. Esas islas de Cuba y Puerto Rico, por su posición local, son apéndices del Continente Americano, y una de ellas, Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión…».

Y clarificó «…porque hay leyes políticas como ocurre con la de gravitación física; que si una manzana separada de su árbol original por la tempestad no puede elegir sino bajar a la tierra, Cuba, separada fuertemente de su propia conexión artificial con el despotismo, y carente de ayuda propia, puede gravitar solamente hacia la unión norteamericana, que por la misma ley de la naturaleza no puede echarla de su pecho…»

El 24 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes (General en Jefe y Padre de la Patria cubana), junto a Pedro Figueredo (Jefe de Estado Mayor); Bartolomé Masó (Intendente General de Ejército y Hacienda); Juan Hall (Ayudante del General en Jefe del Ejército libertador); M. Codina (Gobernador Militar); Rafael Tornés Garcini (Secretario de la Intendencia); Francisco Maceo Osorio (General de División); J. Milanés (Gobernador Político); y los Regidores: Ramón Céspedes, Ignacio Casas, José Mas,  se dirigen al Secretario de Estado de los Estados Unidos de América:

«…Por eso, al acordarnos que hay en América una nación grande y generosa, a la cual nos ligan importantísimas relaciones de comercio y grandes simpatías por sus sabias instituciones republicanas que nos han de servir de normas para formar las nuestras, no hemos dudado un solo momento para dirigirnos a ella por conducto de su Ministro de Estado a fin de que nos preste sus auxilios y nos ayude con sus influencia para conquistar nuestra libertad, que no será dudoso o extraño que después de habernos constituidos en nación independiente formemos más tarde o más temprano una parte integrante de tan poderosos Estados, porque los pueblos de América están llamados a formar una nación y a ser la admiración y el asombro del mundo estero…»

El 18 de febrero de 1869, Carlos Manuel de Céspedes le envía en una carta al General Ulises S. Grant (quien sería presidente de EE.UU.), donde expone «…pues es principio generalmente admitido que los E.U. han de ejercer una acción altamente civilizadora sobre las otras repúblicas del Nuevo Mundo…»

El 1ro de marzo de 1869, el General Carlos Manuel de Céspedes (de Comandante en Jefe de las fuerzas republicanas de Cuba) se dirige al Presidente de los Estados Unidos de América: «…los Estados Unidos es la nación civilizada más cercana a Cuba, cuyas instituciones encuentran un eco simpático en el corazón de todos los cubanos. Los intereses comerciales y financieros de ambos pueblos, siendo casi idénticos y recíprocos en su naturaleza, Cuba ardientemente apela a su incuestionable derecho para ser reconocida…»

El 6 de abril de 1869 la Asamblea de Representantes del Centro, compuesta por: Ignacio Agramonte y Loynaz, Salvador Cisneros Betancourt,  Francisco Sánchez Betancourt,  Miguel de Betancourt y Antonio Zambrana,  le expresan al presidente Grant:

…“Cuba desea después de conseguir su libertad, figurar entre los Estados de la gran República; así nos atrevemos a asegurarlo interpretando el sentimiento general. Puede Ud. estar seguro que si los E.U. no se apresuran a proporcionarnos sus valiosos auxilios, una larga guerra mantenida con un enemigo que conociendo su impotencia tala y destruye los campos que ya no volverá a poseer, ha de cubrir de ruinas nuestro hermoso país. A la gran República, como defensora de la libertad, como Nación a cuyos brazos nos lanzaremos terminada la guerra, y como protectora de los destinos de América, le corresponde en rigor, dar con su influjo un término inmediato a esta terrible contienda…”

Y agregan … «pero Cuba quedará desolada, nuestros niños y mujeres asesinados por el infame gobierno que nosotros combatimos, y cuando según el deseo muy manifiesto de nuestro pueblo, la estrella solitaria que hoy nos sirve de bandera, deba posicionarse por sí misma entre las que brillan en la bandera del E.U, sería una estrella  mustia y  sin valor”

En Junio 8 de 1869, Carlos Manuel de Céspedes le ordena al Ciudadano Francisco J. Cisneros: «Deseo que compre…una Constitución de los Estados Unidos con todos los reglamentos de los diferentes cuerpos colegisladores y los comentarios todos que se hayan escrito sobre aquella…»

Glosa: ¿Acaso, el Padre de la Patria ya pensaba en la integración institucional cubano-estadounidense, disponiendo de la Constitución de EE.UU. para Cuba? Cuenta la tradición que la bandera nacional chilena inspiró la creación de la bandera del Estado de Texas, y los acontecimientos texanos de independencia y posterior integración a la Unión Americana inspiraron a Céspedes a crear su propia enseña.

El 18 de diciembre de 1869, el Comité Revolucionario de Camagüey, presidido por Ignacio Agramonte y Loynaz, se dirigía al gobierno de los Estados Unidos de América:

“…Cuba, por tanto, aspira a extinguir en América la dominación española: aspira a romper para siempre las cadenas que durante cuatro siglos la han oprimido, y cuando hayan lanzado de su seno a los déspotas, dos senderos se le presentarán: el de la independencia y el de la anexión a la Unión Americana. El sufragio de la mayoría designará el que deba seguirse, y seguramente no vacilarán nuestros hermanos, teniendo en cuenta los inconvenientes del primero…”

“…La nación americana podrá agregar a tantos laureles conquistados, el de haber cooperado a la libertad de una fracción de la humanidad que aspira a ella y por ella derrama su sangre; y para Cuba el sentimiento de gratitud no se borrará, porque en sus páginas más brillantes quedará estampados los servicios de sus hermanos de América…”

A estas citas se les debe agregar las varias propuestas de comprar a Cuba a la corona española por parte de consecutivos gobiernos estadounidenses, durante el siglo 19, el poder real legislativo y de lobby de cubanos-americanos, y últimamente, en el 2017, la presencia dos ciudadanos norteamericanos de origen cubano contendiendo en la campaña presidencial de EE.UU.

“Patria, Libertad y Felicidad”

1ra versión del Proyecto de Programa Republicano para una Reorganización Social, Económica y Política del Archipiélago de Cuba, el que se ajusta a posibles mejoras del objetivo a propugnar.

Un comentario:

  1. Juan Carlos Linares Balmaseda

    La posible mejor formula a la problemática de Cuba…

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