FLORES Y PLANTAS SILVESTRES, UN PATRIMONIO NATURAL A CONSERVAR


Introducción

Alguna vez, al principio de la historia de la humanidad, nuestras actuales hortalizas, frutas, cereales y una innumerable cantidad de vegetales comestibles, han sido plantas silvestres, es decir, que nacen y crecen de forma espontánea en entornos naturales o no explotadas por la mano humana. Fueron también silvestres numerosas plantas, árboles, arbustos y flores utilizados hoy como ornamentales y en jardinería. Si queréis adentraros en este tipo de cultivo Aquí tenéis un listado muy completo de flores silvestres.

Los primeros humanos, antes de descubrir y practicar la agricultura, además de cazadores eran recolectores; obtenían alimentos recogiendo frutos silvestres que aprendieron a identificar como comestibles, distinguiéndolos de aquellos otros tóxicos o indeseables. La mano humana, a través del cultivo y selección de estos ancestros vegetales primitivos fue mejorando sus cualidades, domesticándolos, adaptándolos a sus climas y terrenos, y obteniendo de ellos lo que más les convenía, en cuanto a alimentación, economía o simplemente por cuestiones estéticas y recreativas.

El cultivo y/o protección de las flores y plantas silvestres es una actividad deseable, útil y beneficiosa, favorecedora del equilibrio medioambiental y la biodiversidad, que propicia el refugio y conservación de la fauna depredadora o la lucha biologíca contra las plagas; es también un recurso alimenticio para las aves, sin olvidar sus características para aprovechamiento humano (e incluso animal) como alimento, medicina y hasta con fines de naturaleza sagrada y esotérica.

Las plantas silvestres como componente vital de la biodiversidad

Se ha convenido en reconocer que las plantas silvestres constituyen un componente vital de la biodiversidad de la Tierra. La vida y desarrollo sano de los ecosistemas se asienta sobre la base de la diversidad vegetal. Las plantas crean suelos, los sustentan y estabilizan, protegen las cuencas hidrográficas y aseguran el curso regular de los acuíferos, sin olvidar su importante función en la producción de oxígeno y depuración de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

Vinca de Madagascar (Catharanthus roseus), es una planta silvestre cuya conservación permitió descubrir que posee  unos alcaloides  que permitieron la obtención de un medicamento llamado vincristina, utilizado en el tratamiento de la leucemia aguda
Vinca de Madagascar (Catharanthus roseus), es una planta silvestre cuya conservación permitió descubrir que posee unos alcaloides que permitieron la obtención de un medicamento llamado vincristina, utilizado en el tratamiento de la leucemia aguda

Conservar las plantas y flores silvestres es una labor prioritaria. La presión ejercida en el medio por la creciente población humana, junto a la deforestación, contaminación, alteración del hábitat, explotación excesiva, así como la introducción sin control de especies exóticas, ha traído consigo que siete de cada diez plantas del mundo se hallen actualmente en peligro de extinción. La pérdida de plantas y flores silvestres, en muchas ocasiones endémicas de áreas o regiones muy concretas, constituye un peligrosa amenaza para la diversidad biológica, pues cuanto menos especies existan más reducida será esa biodiversidad. Las tendencias sobre el cambio climático agravan aún más esos problemas de conservación, así como el uso sostenible de la diversidad vegetal.

Las plantas silvestres como elemento fundamental de las redes tróficas

Todos los ecosistemas de la Tierra, así como la mayoría de los ecosistemas marinos, dependen de las plantas silvestres para mantener sus equilibrios. Las redes tróficas constituyen interconexiones naturales entre las cadenas de alimentación de los seres vivos; son los denominados autótrofos (organismos que consiguen producir su propio alimento, como las plantas verdes), y los heterótrofos (organismos que necesitan consumir a otros organismos para poder vivir y desarrollarse, por ejemplo los animales mamíferos).

En ese proceso de intercambio de energía, las plantas silvestres (autótrofos) producen materia orgánica a partir de sustancias inorgánicas, en las cuales se incluyen los gases de dióxido de carbono y los minerales. El sol es el que provee la energía para que las plantas realicen la fotosíntesis y puedan así generar su propio alimento. Dentro de la cadena alimenticia, los animales herbívoros se alimentan de las plantas, y a su vez los animales carnívoros se alimentan de los herbívoros. Las materias vegetales y animales muertas se incorporan al suelo, donde los detritívoros (organismos variados, como escarabajos, moscas, lombrices, etc.) se alimentan de ellas, favoreciendo la descomposicion y reciclado de los nutrientes, en un ciclo cerrado de energía.

Las plantas silvestres como recurso humano

Muchas poblaciones humanas, especialmente las comunidades rurales afincadas en zonas de montaña, utilizan plantas silvestres y no cultivadas como alimento, medicina y otros fines. Lo constituyen los frutos silvestres, brotes, raíces, nueces, semillas, incluso plantas enteras recolectadas en bosques, pastos, setos, etc. Las plantas también suelen crecer de forma natural cerca de cultivos agrícolas o en tierras que se hallan en barbecho.
En la región del Himalaya, por ejemplo, los frutos silvestres son una fuente de nutrientes sustanciales que contribuyen a la seguridad alimentaria de los habitantes rurales, en el sentido de mantenimiento de la salud, además de una oportunidad económica que sostiene a numerosas poblaciones de esas áreas montañosas. Muchas de las plantas y flores silvestres tienen otros usos además del alimenticio; son objeto de valor cultural, medicinal e incluso sagrado.

Las plantas silvestres como elemento ornamental y de jardinería

Los jardines creados con plantas silvestres y nativas como elemento ornamental, ofrecen casi siempre un espacio de fácil mantenimiento y bajo costo. Lo habitual es recurrir al mismo tipo de plantas que ya se hallan asentadas en el entorno, de tal forma que aseguramos así la adaptación y equilibrio con la flora del lugar, tanto biológica como estética.
El tipo de plantas a utilizar puede ser de lo más variado, como margaritas, begonias, geranios, romero, malvarosa, amapola, hipérico, diente de león, lavanda, tomillo, manzanilla, etc. Incluso la zarzamora puede ser un elemento que aporte rusticidad a nuestro jardín silvestre, aunque hay que decir que esta planta es bastante invasiva y a menudo requiere se podada y mantener acotada su zona de ramificación.

Las plantas silvestres como medio para el control de plagas

Las tácticas empleadas en la lucha contra las plagas en la agricultura suelen ser agresivas y un riesgo para la estabilidad medioambiental y la seguridad del consumidor. La dependencia de los productos químicos para el control de plagas, han traído consecuencias negativas para otros insectos benéficos, debido a que los plaguicidas suelen ser de amplio espectro y su toxicidad daña también otros insectos que no son objetivo del control; la vida silvestre también se ve afectada por estas prácticas. Como consecuencia añadida, muchos insectos desarrollan una resistencia a los productos agravando la situación.

La alternativa a estas actividades con consecuencias indeseadas, ha llevado a la búsqueda de un nuevo enfoque que permita la agricultura sostenible. El control biológico de conservación es una alternativa para la disminución del uso de plaguicidas. El método consiste en reforzar los factores que favorecen el hábitat de los agentes biológicos naturales, al tiempo que se minimizan aquellos otros factores que afectan negativamente a las especies benéficas.

Las plantas silvestres juegan aquí un papel preponderante. Su importancia radica en conservar los enemigos naturales de las plagas, los cuales son depredadores y parasitadores de otros insectos indeseados para los cultivos. Existen plantas silvestres anuales con floración, que aportan polen atrayendo a esos enemigos naturales, como son determinadas especies de asteráceas, asclepias, brasicas, etc.

Así pues, el papel de las plantas silvestres es la supervivencia de los insectos benéficos, como entomófagos y polinizadores.


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