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Lengua
EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
La lengua oral - 7ª parte
Situaciones no coloquiales (continuación)
El discurso
l discurso se distingue de la simple exposición oral por su solemnidad, fruto de la trascendencia que se le atribuye. Tan informativo por su contenido como por la representatividad de quien lo pronuncia, se pretende con él bien consagrar una situación social particularmente relevante (un discurso fúnebre, el que se pronuncia para abrir un periodo parlamentario, el que tiene como objeto agradecer un premio o distinción), bien convencer a un auditorio acerca de un tema cuyo interés es de toda evidencia.
De modo que, cuando no es ritual o protocolario, el discurso es un texto argumentativo: el orador apela a los oyentes, para mostrar su acuerdo con ellos o para convencerlos, pero éstos tienen una escasa capacidad de respuesta o carecen de ella en absoluto. Resulta, por tanto, en la mayoría de las ocasiones, un monólogo.
Los discursos e intervenciones que se
producen en un mitin no se dirigen propiamente a los militantes y
simpatizantes que asisten al acto (cuya adhesión ya se les supone), sino al
resto de la sociedad. En esa misión interviene el conjunto de asistentes, y
no sólo el orador, que muestran así una imagen de su ideología, de sus
convicciones y de su fuerza.
Los tipos de discurso más característicos son: el político (arengas electorales, mítines, declaraciones programáticas, discursos parlamentarios, etc.), orientado a la acción inmediata o a la conservación del aparato institucional; el religioso (el sermón, más solemne; la homilía, más conversacional), cuya trascendencia, en las sociedades secularizadas, se limita a los miembros de la Iglesia o confesión de que se trate; el forense, propio del ámbito legal, y el académico (la lección magistral), que se confunde prácticamente con la exposición oral.
La estructura clásica del discurso presenta las siguientes partes: el exordio, introducción en que se apela al auditorio con el objeto de captar su atención y benevolencia; la proposición, en que se plantea el tema central o tesis; la confirmación de dicha tesis, aportando argumentos a favor y refutando argumentos contrarios, y el epílogo, que resume la tesis. A menudo determinadas fórmulas persuasivas cierran el discurso.