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Geografía
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Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte - 13ª parte
las contribuciones de Louis Aymé Augustin Le Prince --primeras imágenes animadas-- y de Friese-Greene --registro del movimiento (1889) y registro y proyección de imágenes impresionadas sobre soporte de película (1895)--, siguieron, en el período 1896-1906, las de los cineastas William Paul --cámara de doble cruz de Malta--, C.M.Hepworth --el ralentizado--, James Williamson --el corte y el montaje-- y Albert Smith --utilizó la sobreimpresión y empleó el montaje con fines expresivos--. Estos últimos fueron miembros de la escuela de Brigthon, auténtica pionera de la cinematografía británica.
En la época de entreguerras destacaron: el húngaro Alexander Korda, que obtuvo un gran éxito internacional con La vida privada de Enrique VIII (1933), ayudando a la expansión de la industria cinematográfica británica --fundó la London Films (1931)--; y John Grierson que inició la escuela documentalista. Seguidores de esta escuela fueron, entre otros: Paul Rotha, Harry Watt y Basil Wright. Los dos últimos autores, en 1936 de Night Mail. Otros filmes de esta época son: El hombre que sabía demasiado (1934) y 39 escalones (1935), ambas de Hitchcock, que se iba consolidando como un brillante director, y Pigmalión (1938) de Asquith. El gran crecimiento que había experimentado la cinematografía británica se vio afectado por la Segunda Guerra Mundial. De las 225 películas producidas en 1937 se pasó a 56 en 1940. No obstante, se realizaron obras de gran calidad, como por ejemplo Luz de gas (1940) de Dickinson. Asimismo, una segunda ola de documentalistas se consolidó durante la guerra. Junto a los ya clásicos Rotha y Watt, apareció la gran personalidad de Humphrey Jennings. Visitaron los países en guerra e hicieron obras de gran realismo: Fires Were Started (1943) de Jennings o World of plenty (1943) de Rotha. El cine de postguerra continuó en la línea del realismo: Breve encuentro 1945), de David Lean, It always rains on sunday (1947) de Robert Hamer y El tercer hombre (1949) de Reed --vinculada a la tradición expresionista--, The browning version (1951) de Asquith, etc. Sin embargo, otros directores, de la misma época, se dedicaron a hacer adaptaciones cinematográficas de las grandes obras literarias: Hamlet (1948) y Ricardo III (1955) de Laurence Olivier, Cadenas rotas (1946) y Oliver Twist (1948) de Lean, basadas en la obra de Dickens. También se desarrolló el cine fantástico: A vida o muerte (1946), Los cuentos de Hoffman (1951, etc. de Powell y Pressburger.
El cine británico postbélico alcanzó gran notoriedad con la realización de películas de humor, a menudo interpretadas por el actor Alec Guiness. Destacaron las realizaciones de Robert Hamer --Ocho sentencias de muerte (1949)--, Alexander Mackendrick --El hombre del traje blanco (1951)--, Henry Cornelius y Charles Crichton. En la década de los cincuenta la industria cinematográfica británica atravesó un momento de mediocridad. Tras la muerte de Korda, y con la London Films en crisis, pasó a estar controlada por la J. Arthur Rank Organisation y la Associated British Corporation. Sin embargo, la adopción, a partir de 1957, de una política proteccionista del cine británico y la creación de la British Lion --red de distribución semigubernamental-- permitieron la consolidación del grupo de directores del Free Cinema. Éstos recuperaron las tesis de Grierson y afirmaron su compromiso social y político. Destacaron: Karel Reisz --Momma don't allow, Sábado noche, domingo mañana (1960)--, Tony Richardson --Mirando hacia atrás con ira 1959), El animador (1961), La soledad del corredor de fondo (1962)--, Lindsay Anderson --El ingenuo salvaje (1963)--, etc.Por otra parte, la presencia de cineastas exiliados como Losey o Charles Chaplin constituyeron un auténcio revulsivo para los jóvenes directores británicos. La desaparición de la British Lion y la llegada de capitales americanos acabó con el Free Cinema y orientó la producción británica hacia el mercado internacional. En los años sesenta se realizaron películas de gran fama: Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965) de Lean, Becket (1963) de Peter Glenville o Un hombre para la eternidad (1966) de Fred Zinnemann. Durante esta época muchos cineastas extranjeros rodaron sus películas en Gran Bretraña: Antonioni, Kubrick, Polanski, Skolimowski, Truffaut, Godard, Dunning, etc. Por otra parte, el americano Losey triunfaba con El sirviente (1963), El incidente (1967) y El mensajero (1971), vencedora en el festival de Cannes. 1971 fue un año rico en producción: La otra cara del amor y El diablo de Ken Rusell, Family life de Ken Loach y La naranja mecánica de Kubrick.
La retirada de capital americano, la crisis económica de los setenta y la competencia de la televisión produjeron una caída del cine británico, a pesar de la realización de grandes obras --Asesinato en el Orient Express (1974), que obtuvo un gran éxito comercial, o Barry Lindon (1975) de Kubrick-- que no se recuperó hasta los años ochenta. Después de haber rodado Una inglesa romántica (1975), Losey marchó a Francia y muchos cineastas británicos emigraron a los E.U.A. (Reisz, Clayton, Scott, etc.). Otros, como Loach, se dedicaron a actividades televisivas o producciones independientes y marginales. Sin embargo, el cine británico volvió a florecer en los ochenta. Al lado de películas de directores ya consagrados --La mujer del teniente francés (1981), de Reisz, Looks and smiles (1981) de Loach, Excalibur (1982) de Boorman, Britannia Hospital (1982), de Anderson, Pasaje a la India (1985), de Lean, etc.--, hay que destacar el extraordinario éxito de nuevos directores, como Peter Greenaway --El contrato del dibujante (1983)-- Michael Radford --1984--, Roland Joffe --Los gritos del silencio (1984) y La misión (1986)--. Obras como Carros de fuego (1981) de Hugh Hudson y Gandhi (1983), de Richard Attenborough alcanzaron gran éxito internacional.