GEOGRAFÍA - PAÍSES: Reino Unido de Gran Bretaña - 13ª parte
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Geografía

PAÍSES

Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte - 13ª parte


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Cine

 las contribuciones de Louis Aymé Augustin Le Prince --primeras imágenes animadas-- y de Friese-Greene --registro del movimiento (1889) y registro y proyección de imágenes impresionadas sobre soporte de película (1895)--, siguieron, en el período 1896-1906, las de los cineastas William Paul --cámara de doble cruz de Malta--, C.M.Hepworth --el ralentizado--, James Williamson --el corte y el montaje-- y Albert Smith --utilizó la sobreimpresión y empleó el montaje con fines expresivos--. Estos últimos fueron miembros de la escuela de Brigthon, auténtica pionera de la cinematografía británica.

En el período 1908-1914 se creó una importante red de cines. Sin embargo, tras la Primera Guerra Mundial el mercado cinematográfico británico estuvo dominado por los estudios de Hollywood, en E.U.A. La práctica totalidad de las películas que se proyectaban eran americanas. Mientras tanto, en Gran Bretaña se rodaban adaptaciones de W. Shakespeare, Ch. Dickens o W. Scott, utilizando actores teatrales. Para intentar superar esta crisis, el Parlamento promulgó en 1927 una ley proteccionista --Cinematograph Film Act-- que imponía una producción mínima de cincuenta películas y una cuota obligatoria (7,5 %) de exhibición de filmes nacionales. Esta ley ayudó a relanzar la producción nacional: de 23 películas en 1925 se pasó a 128 en 1929. El mérito de este empuje se debió también al director de producción Michael Balcon --que en 1931 inaguró los estudios Ealing-- y a nuevas personalidades como Alfred Hitchcock --El enemigo de las rubias (1926), La muchacha de Londres (1929), primera película sonora-- y a Anthony Asquit --A cottage on Dartmoor (1929), Tell England (1931)-- y a la influencia, especialmente en la iluminación y en el montaje, de cineastas alemanes como Dupont.

En la época de entreguerras destacaron: el húngaro Alexander Korda, que obtuvo un gran éxito internacional con La vida privada de Enrique VIII (1933), ayudando a la expansión de la industria cinematográfica británica --fundó la London Films (1931)--; y John Grierson que inició la escuela documentalista. Seguidores de esta escuela fueron, entre otros: Paul Rotha, Harry Watt y Basil Wright. Los dos últimos autores, en 1936 de Night Mail. Otros filmes de esta época son: El hombre que sabía demasiado (1934) y 39 escalones (1935), ambas de Hitchcock, que se iba consolidando como un brillante director, y Pigmalión (1938) de Asquith. El gran crecimiento que había experimentado la cinematografía británica se vio afectado por la Segunda Guerra Mundial. De las 225 películas producidas en 1937 se pasó a 56 en 1940. No obstante, se realizaron obras de gran calidad, como por ejemplo Luz de gas (1940) de Dickinson. Asimismo, una segunda ola de documentalistas se consolidó durante la guerra. Junto a los ya clásicos Rotha y Watt, apareció la gran personalidad de Humphrey Jennings. Visitaron los países en guerra e hicieron obras de gran realismo: Fires Were Started (1943) de Jennings o World of plenty (1943) de Rotha. El cine de postguerra continuó en la línea del realismo: Breve encuentro 1945), de David Lean, It always rains on sunday (1947) de Robert Hamer y El tercer hombre (1949) de Reed --vinculada a la tradición expresionista--, The browning version (1951) de Asquith, etc. Sin embargo, otros directores, de la misma época, se dedicaron a hacer adaptaciones cinematográficas de las grandes obras literarias: Hamlet (1948) y Ricardo III (1955) de Laurence Olivier, Cadenas rotas (1946) y Oliver Twist (1948) de Lean, basadas en la obra de Dickens. También se desarrolló el cine fantástico: A vida o muerte (1946), Los cuentos de Hoffman (1951, etc. de Powell y Pressburger.

El cine británico postbélico alcanzó gran notoriedad con la realización de películas de humor, a menudo interpretadas por el actor Alec Guiness. Destacaron las realizaciones de Robert Hamer --Ocho sentencias de muerte (1949)--, Alexander Mackendrick --El hombre del traje blanco (1951)--, Henry Cornelius y Charles Crichton. En la década de los cincuenta la industria cinematográfica británica atravesó un momento de mediocridad. Tras la muerte de Korda, y con la London Films en crisis, pasó a estar controlada por la J. Arthur Rank Organisation y la Associated British Corporation. Sin embargo, la adopción, a partir de 1957, de una política proteccionista del cine británico y la creación de la British Lion --red de distribución semigubernamental-- permitieron la consolidación del grupo de directores del Free Cinema. Éstos recuperaron las tesis de Grierson y afirmaron su compromiso social y político. Destacaron: Karel Reisz --Momma don't allow, Sábado noche, domingo mañana (1960)--, Tony Richardson --Mirando hacia atrás con ira 1959), El animador (1961), La soledad del corredor de fondo (1962)--, Lindsay Anderson --El ingenuo salvaje (1963)--, etc.

Por otra parte, la presencia de cineastas exiliados como Losey o Charles Chaplin constituyeron un auténcio revulsivo para los jóvenes directores británicos. La desaparición de la British Lion y la llegada de capitales americanos acabó con el Free Cinema y orientó la producción británica hacia el mercado internacional. En los años sesenta se realizaron películas de gran fama: Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965) de Lean, Becket (1963) de Peter Glenville o Un hombre para la eternidad (1966) de Fred Zinnemann. Durante esta época muchos cineastas extranjeros rodaron sus películas en Gran Bretraña: Antonioni, Kubrick, Polanski, Skolimowski, Truffaut, Godard, Dunning, etc. Por otra parte, el americano Losey triunfaba con El sirviente (1963), El incidente (1967) y El mensajero (1971), vencedora en el festival de Cannes. 1971 fue un año rico en producción: La otra cara del amor y El diablo de Ken Rusell, Family life de Ken Loach y La naranja mecánica de Kubrick.

La retirada de capital americano, la crisis económica de los setenta y la competencia de la televisión produjeron una caída del cine británico, a pesar de la realización de grandes obras --Asesinato en el Orient Express (1974), que obtuvo un gran éxito comercial, o Barry Lindon (1975) de Kubrick-- que no se recuperó hasta los años ochenta. Después de haber rodado Una inglesa romántica (1975), Losey marchó a Francia y muchos cineastas británicos emigraron a los E.U.A. (Reisz, Clayton, Scott, etc.). Otros, como Loach, se dedicaron a actividades televisivas o producciones independientes y marginales. Sin embargo, el cine británico volvió a florecer en los ochenta. Al lado de películas de directores ya consagrados --La mujer del teniente francés (1981), de Reisz, Looks and smiles (1981) de Loach, Excalibur (1982) de Boorman, Britannia Hospital (1982), de Anderson, Pasaje a la India (1985), de Lean, etc.--, hay que destacar el extraordinario éxito de nuevos directores, como Peter Greenaway --El contrato del dibujante (1983)-- Michael Radford --1984--, Roland Joffe --Los gritos del silencio (1984) y La misión (1986)--. Obras como Carros de fuego (1981) de Hugh Hudson y Gandhi (1983), de Richard Attenborough alcanzaron gran éxito internacional.

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