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Geografía humana

nos 125 millones de personas habitan en Japón, es por tanto un país altamente poblado, siendo uno de los pocos estados que sobrepasa el centenar de millones de habitantes, y constituyéndose de esta manera como el séptimo más poblado del planeta. A pesar de ello, sólo algo más de un 20 % del territorio es apto para los asentamientos humanos: llanuras, tierras bajas y principalmente las costas del Pacífico.

La densidad de población es alta (329,1 h/km2) y se concentra en la isla principal. Honshu aglutina cerca de 100 millones de habitantes, es decir, un 80 % de la población japonesa. Las densidades de población fluctúan de los 70 h/km2 en la isla de Hokkaido, a los 590 h/km2 en las islas más meridionales (Okinawa). La aglomeración Tokyo-Yokohama, una de las mayores concentraciones humanas del planeta según las estadísticas, aglutina en tan sólo 4 570 km2 cerca de 20 millones de habitantes. Las principales ciudades también se concentran en Honshu; la ciudad de Tokio, la capital, cuenta con más de ocho millones de habitantes y tras ella once ciudades superan el millón de habitantes, destacando Yokohama, Osaka, Nagoya, Kobe, Kioto y Sapporo, capital de Hokkaido. Además, nueve ciudades sobrepasaban a principios de los noventa los 500 000 h, y cerca de 150 núcleos los 100 000 h, de lo que se deduce la alta urbanización de Japón (un 77 %).

Desde 1872 hasta comienzos de nuestro siglo la población japonesa aumentó de tal manera que se vio cuadriplicada; años después, en 1940, el fuerte crecimiento urbanístico se invirtió a causa de la Segunda Guerra Mundial, período en que se dio una cierta huida de la población hacia el interior montañoso. El final de la guerra supuso una recuperación demográfica (sobre todo en la posguerra, con el retorno de colonos y refugiados del extinto y gran imperio japonés) y un aumento constante de la población. En la actualidad este aumento ha cesado, pasando a tener uno de los menores crecimientos demográficos del planeta (el 0,4 % en el período 1985-1990), fenómeno que responde a una fuerte política de control de natalidad.

A pesar del importante contingente humano que soporta el territorio japonés, se trata de un pueblo homogéneo desde el punto de vista etno-lingüístico. Su configuración física de archipiélago y una dura política de inmigración hacen que el volumen de trabajadores extranjeros no supere los 250 000 individuos. Esencialmente bengalíes, brasileños, coreanos, filipinos, taiwaneses y, en menor medida, estadounidenses, componen el reducido abanico étnico de las islas. Aun así, en los últimos años ha aumentado el número de inmigrantes ilegales (la mayoría provenientes de China), que se incrementan anualmente en más del 30 %. El pueblo japonés, por contra, nunca ha sido un pueblo migratorio; ni en la época de mayor expansión colonial esta potencia demográfica logró colonizar con población nipona amplias zonas conquistadas en Oceanía y Asia Oriental. América es el continente con mayor número de nipones, principalmente Brasil y Estados Unidos.

La constante demanda de mano de obra y, en particular, de cargos cualificados, ha hecho que el gobierno adopte ciertas posturas, como incentivar el retorno de trabajadores japoneses en Latinoamérica o absorber «cerebros extranjeros», a la vez que lleva a cabo una dura política de inmigración respecto a los trabajadores no cualificados. Únicamente los ainu destacan como población aborigen autóctona diferente a la mayoritaria; se trata de una etnia caucásica muy minoritaria y que se ha visto asimilada por la etnia mayoritaria, la japonesa (de origen mongol). Las formas de vida y cultura tradicional de este pueblo recolector, cazador y pescador que habita esencialmente en Hokkaido, se fueron prohibiendo desde la Restauración Meijí. Hoy en día, los cerca de 50 000 ainus viven en gran parte integrados en la vida urbana.

El fenómeno de envejecimiento de la población afecta a la sociedad japonesa; la reducción drástica de la natalidad y las condiciones de vida que acercan a los japoneses a la «sociedad del bienestar», ligada a la expansión económica del país, hacen que la población alcance una esperanza de vida cercana a los 80 años, media superior en la población femenina. Esta mayor longevidad femenina típica de todas las sociedades, sumada a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial donde perdieron la vida gran número de varones japoneses, hace que la diferencia entre hombres y mujeres provoque que la tasa de femenidad absoluta supere en dos millones a la de masculinidad. El japonés es el idioma oficial y casi el único utilizado, aunque debido a la complejidad que supone adaptarse al carácter ideográfico de esta lengua, el inglés se utiliza habitualmente para documentos escritos y, especialmente, en las relaciones comerciales. Sólo unos 15.000 ainus conservan su propia lengua, aunque utilizando además el japonés.

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