INCONVENIENTES DE REPRODUCIR ÁRBOLES FRUTALES POR MÉTODOS SEXUALES (SEMILLA)


Surge muy a menudo el debate de si reproducir o no por semilla. Muchas personas particulares consiguen sus propios ejemplares de frutales sembrando las semillas de aquellas frutas que han adquirido para el consumo ordinario. He de decir que yo mismo tengo reproducido frutales mediante las semillas o huesos de variadas frutas, como el melocotón, aguacate, etc., pero no es lo más acertado ya que, aunque en muchas ocasiones tendremos éxito, también nos pueden aparecer efectos indeseados de este tipo de reproducción, y que intentaré explicar a continuación.

Partimos de la base de que en la naturaleza la reproducción suele ser sexual (unión de un gameto masculino y otro femenino), y sucede continuamente con diversas estrategias que las plantas han ido desarrollando. Gracias a la reproducción sexual se manifiesta la «selección natural», que es un proceso evolutivo ya muy estudiado desde que Darwin comenzase a trabajar sobre ese fenómeno.

Reproducción sexual: dispersión anemócara de semillas, una de las estrategias que las plantas han desarrollado para propagarse

Por su parte, en la reproducción asexual (sin intervención de los dos sexos, también llamada «vegetativa») un vegetal puede propagarse, pero al no estar sujeto a las exigencias de la selección natural podría llegar a extinguirse. Aún así, existen muchas especies vegetales que se reproducen por métodos asexuales de forma natural sin necesidad de la intervención humana, por ejemplo las setas (todos los hongos en general), los musgos, muchos tubérculos como la patata (papa), las plantas bulbosas como el ajo o la cebolla, las que producen estolones como las fresas, y también otros vegetales que poseen raíces tuberosas como la dalia o la batata.

Hasta aquí todo bien, pues la Naturaleza hace su trabajo y sigue su curso. Pero, en lo que se refiere a la reproducción por la mano humana, quien se dedique a la comercialización de vegetales, especialmente árboles forestales y árboles frutales, no puede aplicar el método sexual, salvo que esa actividad sea para producir por ejemplo nuevas variedades de rosa, o de frutas todavía desconocidas. Así, podemos citar la platerina, una fruta que no existía hasta que en 2003 un vivero español consiguió esta nueva fruta mediante el cruce de un paraguayo y una nectarina. Por tanto eso sólo pudo obtenerse mediante el método sexual; digamos que la mano humana hizo aquí el papel de acelerar el proceso natural, experimentando con diferentes cruces sexuales, hasta conseguir algo nuevo y diferente que todavía no existía en la Naturaleza.

Sin embargo, cuando alguien se dedica a reproducir profesionalmente árboles de especies concretas, tiene que realizarlo por métodos asexuales. Los motivos son:

Primero: los métodos de reproducción, patrones autorizados, control de plagas y otras cuestiones relativas a la salud fitosanitaria, se hallan regulados por ley en la mayoría de países del mundo. Así, cuando nos dirigimos a un vivero, o cualquier otro comercio autorizado para la venta de este tipo de vegetales, están obligados a identificar cada uno de ellos con una etiqueta de registro fitosanitario; es una exigencia para asegurar que se han injertado sobre un patrón homologado (para evitar transmisión o admisión de enfermedades típicas), y que la variedad injertada es la correcta. Además si esos frutales se mueven geográficamente, deben llevar consigo un pasaporte fitosanitario, que le habilita para circular e incluso cruzar fronteras, aunque esto también depende de la legislación de cada país, que puede restringir ese movimiento para determinados vegetales, por variadas razones, aunque la más común es por motivos fitosanitarios.

En este sentido, hago un breve paréntesis para recordar lo que sin duda fue la gran tragedia fitosanitaria sucedida a mediados del siglo XIX con la producción de vino en el mundo. En aquella época no se practicaban injertos en la vid, sino que las parras se plantaban directamente con sus propias raíces originales; muchos viticultores también experimentan plantando nuevas variedades procedentes de diferentes países. Fue así como alrededor de 1870 entraron, sobretodo en Europa, nuevas vides procedentes de América que eran más resistentes al hongo del Oídio, pero al mismo tiempo tenían forzosamente que adaptarse a las nuevas condiciones de suelos y climas. Esto favoreció la proliferación de un insecto parecido al pulgón, la Filoxera, generando una epidemia de tal magnitud, que arrasó prácticamente las vides de todo el continente europeo, y más tarde se extendió al resto del mundo arruinando la producción y economía de numerosos viticultores, salvo pocas excepciones en donde no tuvo tanto efecto, como en Chile.

La solución a este gravísimo problema vino, paradójicamente, también de América, mediante la introducción de plantas resistentes a este insecto utilizadas como portainjertos (como la Vitis riparia). Es decir, las variedades de uva se comenzaron a injertar en esos patrones, deteniendo así esa devastadora epidemia, aunque no fue una solución inmediata debido a partidarios y detractores de acoger las nuevas cepas americanas, pero tras los primeros ensayos y los buenos resultados obtenidos consiguió recuperarse el sector vitícola europeo en pocas décadas, e igualmente en el resto del mundo.

Volviendo a los métodos de reproducción:

Segundo: los resultados de la reproducción por semilla tienen el inconveniente de que la planta obtenida nunca es idéntica a la madre, como sí sucede con el injerto, el esqueje o el acodo. Ello es debido a que una semilla es el fruto de la combinación de los genes de un padre y una madre, en consecuencia su descendencia también tendrá rasgos filiales de ambos, o sea, nunca será 100% idéntico a uno de ellos. Esas características de la herencia genética ya lo descubrió hace casi dos siglos Gregor Mendel, dejando sus descubrimientos en las famosas leyes de Mendel, que son la base de la genética moderna.

Método de reproducción asexual de una vid mediante un injerto de cuña

Si lo que deseamos es conservar las características genéticas de una planta madre, el método sexual no es eficiente, pues muchas propiedades deseables pueden desaparecer, o aparecer otras negativas debido a la variabilidad genética; por ejemplo, el proceso de germinación y floración tardará más, muchas especies incluso pueden tardar años en dar fruto. Además, puede manifestarse con más fuerza la vecería, es decir, la capacidad de un frutal de producir mucho fruto una temporada y poco o casi nada en la siguiente.

En resumen: se puede recurrir al método de reproducción sexual cuando deseamos explorar la variabilidad genética de una semilla, por ejemplo para obtener nuevas variedades. Pero, si la intención es reproducir una planta madre, su semilla no puede transferir el 100% de los genes, ya que esa semilla es fruto de la madre, pero también de un padre. En consecuencia, nunca será una planta idéntica a la madre, pudiendo aparecer en la descendencia características negativas que no deseamos. Sólo mediante la reproducción asexual, sea mediante injerto, esqueje, acodo…, obtendremos un clon de la madre, es decir, una planta 100% idéntica.

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Abel Domínguez

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