Infografía sobre la deforestación: causas y consecuencias

A lo largo de la historia, muchos pueblos y culturas evolucionaron al amparo de los bosques. Aún hoy, sirven a buena parte de ellos para recogerse, como fuente de alimentos o para la obtención de energía. Pero, las masas forestales no sólo aportan refugio y medios de subsistencia, son además fundamentales para toda forma de vida sobre el planeta. Su ausencia, o una reducción significativa de esas masas, contribuiría a importantes desequilibrios climáticos, una elevación del dióxido de carbono en la atmósfera y un calentamiento global con consecuencias medioambientales muy graves.

Tanto la deforestación, como la degradación forestal, también tiene consecuencias en la capacidad de los suelos para retener los nutrientes. Los suelos se empobrecen, y se reduce la vegetación favoreciendo la erosión y desestabilización de las capas freáticas, que tiene como efecto derivado tanto inundaciones como sequías. Una consecuencia que no es visible inmediatamente, pero muy grave en su concepción ecológica, es la pérdida de la biodiversidad, es decir, la capacidad de los bosques para albergar hábitats y variabilidad genética de especies.

Infografía cortesía de https://laregaderaverde.com

El fenómeno de la deforestación es real y tangible en los tiempos actuales; la acción humana es responsable de la destrucción de muchos bosques del planeta –a menudo primarios y con árboles de maderas nobles–, que pierden la masa forestal a un ritmo superado incluso por los agentes atmosféricos de la erosión, sobretodo en áreas extensas de Asia, Pacífico y Sudamérica.

Imagen captada por los astronautas de la Estación Espacial Internacional a comienzos del actual siglo XXI, donde se observan núcleos de selva tropical en Bolivia deforestados para el cultivo de soja. Cada una de las estrellas es una zona agrícola que posee en su centro un poblado distanciado unos 5 km de los demás. Imagen Wikimedia Commons.

Este fenómeno no es nuevo, ya a lo largo de la historia los humanos calcinaban áreas de bosques para obtener suelos fértiles, que luego abandonaban cuando esos suelos quedaban agotados de nutrientes. A pesar de los asentamientos de muchos pueblos nómadas o recolectores para dedicarse a las prácticas agropecuarias, y el mejor conocimiento sobre el funcionamiento de los ciclos naturales, se manifestó una deriva que se alejó de la vida en equilibrio con el entorno, y en la actualidad se sigue practicando esta forma de abrir zonas de bosque para el cultivo en variadas áreas del planeta, particularmente en la Amazonia. Muchos campesinos realizan las quemas de forma rudimentaria sin ninguna medida de seguridad que evite el descontrol de los incendios. A la vez, otras comunidades de indígenas, que atesoran históricamente un mayor conocimiento y respeto por su entorno, se ven obligados a desplazarse al perder su hábitat natural; otras se hallan en peligro de que desaparezca lo que fue su hogar durante incontables generaciones.

Selva calcinada por la mano humana para abrir nuevos terrenos a la agricultura en el sur de México. Imagen Wikimedia Commons.

Estas prácticas, en sus orígenes bajo el sentido de la supervivencia, perdió su esencia cuando comenzó a servir para instalar infraestructuras, asentamientos permanentes y, más cerca de nuestro tiempo, actividades industriales generadoras de capitales en un ámbito más globalizado. Así, aunque en Europa se ha conseguido frenar la deforestación con respecto a otros continentes, las nuevas ciudades industriales que demandaban más cantidad de alimentos, combustibles y materiales de construcción, causaron la desaparición de muchos bosques europeos. Ya en el siglo XIV grandes áreas boscosas de Inglaterra fueron deforestadas, y a partir del siglo XVIII las poblaciones nacidas de la Revolución Industrial las aceleraron, sobretodo en la Europa Continental y Norteamérica.

Cabe concluir afirmando que, a pesar del conocimiento actual sobre el funcionamiento de los ecosistemas y su influencia en el ambiente total del planeta, pervive el fenómeno de la deforestación. Las causas se hallan ancladas en malas políticas gubernamentales, a la concesión de explotaciones mineras y agropecuarias en suelos primarios, y a la tala indiscriminada sin control administrativo, o con permisos donde se prima el beneficio económico frente a los intereses medioambientales. Todo ello, agravado por la ausencia de inversiones efectivas en programas de conservación del medioambiente.


Fuentes de consulta:
https://laregaderaverde.com
-Redacción de natureduca.com
-Documentos ONU/FAO

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