Natureduca - Portal educativo de ciencia y cultura |
Actividades ecológicas
y contacto con la Naturaleza
ACTIVIDADES PROPIAS
Elaboro mi propio vino y sus derivados -
2ª parte
(Por Abel Domínguez)
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14
El cultivo de la vid
os habitantes de Rubiós, al igual que sucede con otras parroquias y municipios limítrofes, dedican áreas de sus tierras al cultivo de la vid. Recorriendo la zona se puede observar que raramente una finca está desprovista de su propia viña en forma de emparrados, empalizadas o espalleres, etc.
Habitualmente, se utilizan las superficies centrales de las fincas para cultivar productos hortícolas o cereales, especialmente maíz, y se reservan los contornos para la vid. Bajo la vid también se suelen realizar otros cultivos de mata baja, como la patata o la judía rastrera, para aprovechar al máximo el terreno, ya que las tierras particulares son en general minifundios.
En mi caso, he conservado los viñedos antiguos que ya proceden de cultivos ancestrales de mis familiares, y he añadido nuevas plantaciones con sistema de emparrado, que permite una mejor aireación de la uva (muy necesario por el tipo de clima húmedo de Galicia), además de que son estructuras robustas que se conservan durante muchos años con muy bajo mantenimiento.
Proceso de obra de emparrado con viguetillas de hormigón en una finca de
mi plantación
Una de las obras de emparrado ya
terminada y alambrada; al pie de cada columna se pueden observar los recipientes
de plástico,
en cuyo interior, recubierto de tierra, se encuentra el injerto de uva albariña.
Un injerto que ha fructificado donde se pueden apreciar unos
minúsculos racimos de albariño.
Maquinaria y equipos auxiliares
El cultivo de la vid en Rubiós es básicamente tradicional y artesanal, aunque lentamente se han introducido elementos que se relacionan con el cultivo y elaboración industrial, pero siempre aplicados a la producción de carácter familiar. Por ejemplo, es común utilizar vehículos tractores de pequeña potencia (los conocidos popularmente como chimpín) para variadas labores agrícolas y de transporte, pero raramente para desarrollar actividades mecanizadas intensivas, dadas las limitadas extensiones de las parcelas. Igualmente, va quedando atrás la imagen del viticultor cargando con la máquina de sulfatar a la espalda, y se van popularizando los depósitos móviles dotados de compresor con motores autónomos.
Recipientes
En lo que se refiere a la elaboración y conservación del vino, en la zona comienzan a ser aceptados los depósitos metálicos para el almacenaje, así como las vasijas de poliéster u otras materias sintéticas para la fermentación del vagazo. De todas formas, los métodos tradicionales basados en la tinaja y el barril de roble siguen siendo mayoritarios.
Recipientes de acero
inoxidable de 250 litros de capacidad
Además del barril, que es un nombre genérico para los recipientes de madera más o menos de hasta 34 cabazos (510 litros), en nuestra zona utilizamos otras vasijas de madera que denominamos con diferentes nombres según su capacidad. Se distinguen las siguientes:
La utilización de toneles de
roble sigue siendo mayoritaria, pero va dejando paso poco a poco a los
recipientes metálicos.
Regularmente debemos ir añadiendo agua según la madera la vaya absorbiendo. Pasado un tiempo (horas por lo general) el agua ya no filtrará más, y pasaremos entonces a hinchar desde el interior. Para ello, se tumba el barril y se forra por los extremos para que no ruede, seguidamente se llena de agua la cuenca que forma en su interior hasta que rebose por su borde; cíclicamente (por ejemplo cada hora o dos horas) se va rodando el barril para que el agua vaya humedeciendo las otras duelas aún por tocar.
Cuando el barril ha hinchado totalmente, las duelas han cerrado las posibles rendijas existentes entre si, por donde podría fluir el vino al exterior durante su almacenaje. Se deja secar el barril al aire libre, pero no al sol, y posteriormente se guarda en la bodega hasta el momento en que se vaya a utilizar para guardar el vino, momento éste en que habrá que aflojar de nuevo los aros para volver a colocar la fondama, apretándolos después fuertemente. El periodo desde que se hincha el barril hasta que se utiliza no debe ser muy largo, ya que podría secar la madera y perder su estanqueidad, teniendo que volver a repetir el proceso.
La utilización de depósitos metálicos reduce notablemente los tiempos dedicados a la preparación de los toneles de madera. Pueden ser lavados en el mismo lugar en que se encuentran asentados, y no es necesario moverlos salvo para efectuar reparaciones de importancia. Suelen disponer de válvulas de seguridad, con objeto de expulsar al exterior los gases que pudieran formarse por fermentación espontánea. Vienen generalmente incorporadas con llaves de prueba, servicio y descarga, así como puerta o escotilla para acceder a su limpieza interior. Los de uso industrial tienen además circuitos de refrigeración para mantener el vino a una temperatura constante.