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Lengua
LINGÜÍSTICA
Las lenguas del mundo - 13ª parte
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Lenguaje, cultura y conocimiento (continuación)
La hipótesis de Sapir-Whorf (continuación)
n la línea de reflexión ya descrita anteriormente, el discípulo de Sapir, B. L. Whorf (1897-1941), desarrolló, más amplia y radicalmente, lo que se conoce hoy como "hipótesis de Sapir-Whorf". Según ésta, la estructura de una lengua determina la percepción de los hechos mediante categorías como las de número, espacio, tiempo, sujeto-objeto, etc., y por tanto la experiencia, el pensamiento y la actividad de sus hablantes.
Whorf estudió la lengua hopi (hablada por una tribu india del sudoeste de los Estados Unidos), comparándola con un buen número de las lenguas europeas y, particularmente, con el inglés. Llegó a la conclusión de que los sistemas lingüísticos, incluyendo explícitamente en ellos la gramática, no son un mero medio para la formulación de los pensamientos, sino más bien los pensamientos mismos: "El mundo se presenta como una corriente caleidoscópica de impresiones que son organizadas por nuestro espíritu y esto significa esencialmente por el sistema lingüístico en nuestro espíritu."
Planteamientos más actuales
Dado el estado actual de los estudios sobre las relaciones entre cultura y lengua, parece claro que el principio de relatividad lingüística que mantienen teorías como la de Sapir-Whorf es rechazable en sus pretensiones radicales.
Ello por varias razones poderosas: en primer lugar, no es la lengua el único factor determinante del conocimiento y el comportamiento, como muestra el que, ante hechos iguales, hablantes de las lenguas más diversas reaccionen de manera bastante similar; las lenguas son, además, relativamente traducibles unas a otras, y el contacto y el cambio lingüístico prueban que son interpenetrables; la existencia de determinadas características comunes a todas las lenguas (universales lingüísticos) indica también una radical identidad de la especie humana más allá de las diferencias de sus lenguas. Hay que concluir que el pensamiento y el lenguaje, si bien son interdependientes y constituyen un todo, no son exactamente la misma cosa.
No obstante, parece claro que las lenguas condicionan en una medida considerable nuestra percepción, actitudes y conducta. El propio Whorf, que antes de dedicarse a la lingüística había trabajado en una compañía de seguros contra incendios, menciona muchos casos en los que determinadas palabras contribuyeron decisivamente a algunos accidentes: por ejemplo, la inscripción "tanque vacío" que figura sobre un depósito de gasolina es entendida como sinónimo de "inerte, sin peligro", sin que se repare en que eso no quiere decir que en el recipiente no queden líquidos o vapores explosivos que resultan más peligrosos. El rótulo propició, en efecto, mayor descuido, y una cerilla o un cigarro sin apagar produjo un incendio.
Hechos de tanta trascendencia como el tabú lingüístico o los estereotipos (es decir, concepciones simplificadas, muy valorativas y comúnmente aceptadas, del tipo de "burgués", "gitano" o "judío") prueban igualmente este condicionamiento.
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