HISTORIA Y ARTE - EL SIGLO XIX: Manifestaciones artísticas - 12ª parte
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Historia y Arte

EL SIGLO XIX

Manifestaciones artísticas - 12ª parte


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La escultura (continuación)

ubo a lo largo del siglo XIX algunos escultores o cuando menos algunas obras que merecen ser destacados. Ése es el caso del francés Rude. Su grupo escultórico La Marsellesa, conocido inicialmente como "La marcha de los voluntarios de 1792" y realizado para el arco de triunfo de la plaza de la Estrella de París, es una obra que puede calificarse de romántica por el espíritu que la anima (el ansia de lucha y de victoria revolucionaria) a pesar de que sus personajes aparecen vestidos a la romana, como mandan los cánones neoclásicos. Para esta obra Rude tomó como punto de partida el cuadro de Delacroix "La Libertad guiando al pueblo". Hacia mediados de siglo, en la etapa final de la obra de Rude se puede observar un giro hacia el realismo en su escultura El Mariscal Ney.

Otro escultor francés que puede merecer el calificativo de romántico fue Barye, cuya producción se centró en los temas animalísticos. Su obra, que tampoco está exenta de realismo, muestra fieras salvajes en encarnizadas luchas llenas de tensión y movimiento.

En Alemania la tradición neoclásica fue intensa y se puso de manifiesto en escultores como Schadow y Rauch que trabajaron primordialmente en el retrato.

Ya en la segunda mitad del siglo, la escultura comenzó a evolucionar con las obras del francés Carpeaux o el belga Meunier. El primero fue autor del grupo escultórico La Danza, realizado con gran delicadeza para la Ópera de París. Meunier, por su parte, dio la mayor muestra en escultura del ideario del realismo social, con obras como El pudelador.

Ahora bien, la gran renovación de la escultura del siglo XIX fue obra de Auguste Rodin.

Rodin (1840-1917) supuso una ruptura definitiva con el pasado neoclásico y, aun a pesar de estar fuertemente influenciado por Miguel Ángel, supo darle a su obra el aire de modernidad que la haría poderosamente influyente en la escultura del siglo XX. Rodin pretendió darle a sus obras una fuerte carga expresiva y para ello optó por una técnica en apariencia tosca, donde las líneas parecen no querer perfilarse (a Rodin se le ha denominado como el escultor del impresionismo).

Más aficionado a modelar que a tallar, sus obras ofrecen, con frecuencia, la sensación de inacabadas en un claro intento de distanciarse de la estética neoclásica. Su producción, que rezuma potencia creadora, aparece así como algo vivo, lejano a la materia inerte que la sustenta. Hay en Rodin importantes innovaciones, como las esculturas que representan tan sólo partes del cuerpo humano (manos y torseis) lo que hace suponer cierta visión conceptual de su arte.

Entre su producción destacan el famosísimo Pensador, que era una de las figuras destinadas a La puerta del Infierno, proyecto inacabado para un museo parisino que no llegó a construirse; Los burgueses de Calais, grupo conmemorativo de una gran intensidad; Balzac, la figura arrogante y poderosa del novelista; y Las manos de Dios, también denominada La Creación, en la que una mano sustenta un trozo de materia de la que emergen dos figuras humanas.

Los burgueses de Calais, de Rodin. Museo Rodin, París
Los burgueses de Calais, de Rodin. Museo Rodin, París

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