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Historia y Arte
EL SIGLO XIX
Manifestaciones artísticas - 3ª parte
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Del Neoclasicismo al Romanticismo (continuación)
n otra línea completamente distinta se encuentran los paisajistas ingleses Constable (1776-1837) y Turner (1775-1851) que también integraron algunos de los conceptos románticos en su personal modo de interpretar la naturaleza. Para Constable, la naturaleza era fuente de intensos sentimientos personales y como tales pueden juzgarse románticos. Turner, por su parte, nos ofrece en su obra una naturaleza violenta, agitada y brutal, propia del más puro romanticismo. Ambos pintores, no obstante, fueron con sus libertades formales, sobre todo Turner, un claro precedente de lo que sería el impresionismo, por su preocupación por la luz y por lo efímero de sus cielos y sus ambientes.
La pintura inglesa dio lugar, además, a un peculiar grupo de pintores cuya obra contiene también elementos propios del romanticismo, fueron los autodenominados Prerrafaelitas, entre los que destacaron Millais, Hunt y Dante Gabriel Rossetti. Estos artistas, que despreciaban toda la pintura posterior a Rafael, dieron a sus cuadros un aire romántico a partir de la expresión de sentimientos íntimos o de buscar sus temas inspirándose en la Edad Media. Hubo, no obstante, en algunos prerrafaelitas cierto interés por la crítica de la sociedad de su tiempo que se insertaba ya en la tendencia del Realismo.
En la pintura romántica alemana destaca la figura de Friedrich (1774-1840) que se caracterizó por sus paisajes misteriosos y lúgubres (cementerios, cumbres entre nieblas, ruinas medievales, etc.). En ellos aparecen, con frecuencia, personajes que, como el espectador, contemplan esas naturalezas inquietantes capaces de sobrecoger el ánimo por su desolación y su aspereza. Entre los artistas alemanes también surgió un grupo que, renegando de la pintura de su tiempo, se inspiró en la Edad Media, fueron los Nazarenos, que llegaron a formar una comunidad artístico-religiosa en Roma y buscaron sus modelos en Fra Angélico, Rafael, Leonardo o Durero.
Ahora bien, donde la pintura romántica alcanzó su máxima expresión fue en los pintores franceses Gericault y, sobre todo, Delacroix, cuya vida artística fue una lucha contra el academicismo neoclásico dominante en Francia.
La Balsa de la medusa, de
Théodore Géricault (Museo del Louvre), una obra que escenifica el
patetismo de un naufragio, y que junto con las revoluciones
políticas constituían los motivos preferidos por los pintores
románticos.
Gericault (1791-1824) comenzó su obra con representaciones de la vida militar napoleónica, pero no desde la óptica grandilocuente del neoclasicismo, sino buscando sus personajes en el anonimato de la soldadesca, a la que elevó a categoría de héroes Coracero herido, Oficial de cazadores de la guardia imperial, Carreta con soldados heridos, etc.
No obstante, la obra por la que alcanzó justa fama fue La balsa de la Medusa; para pintar este cuadro, en el que se narra la epopeya de los supervivientes de un naufragio, Gericault realizó un profundo estudio de las anatomías agonizantes, incluso tomó apuntes de cadáveres, recabó de los propios náufragos cuanta información pudiera servirle para aportar verismo a su cuadro y pidió al propio carpintero del barco "Medusa" que le realizara una maqueta de la balsa que él construyó en la realidad. El resultado fue una obra llena de patetismo, en la que la vida lucha por vencer a la muerte, no siempre consiguiéndolo.
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