Historia y Arte
EL SIGLO XIX
Manifestaciones artísticas - 10ª parte
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El Impresionismo y el Postimpresionismo (continuación)
l término postimpresionismo no debe entenderse más que desde el punto de vista cronológico y en ese sentido hay que situarlo a caballo entre los últimos años del siglo XIX y los comienzos del XX. Esta limitación a lo temporal viene dada por las profundas diferencias estilísticas de los pintores denominados postimpresionistas, cuyo primordial punto en común, quizá, fue el haber entendido su pintura, de nuevo, como medio de expresar sus sentimientos, sus estados de ánimo o sus pasiones. En este sentido conviene señalar que el Impresionismo, en su afán de transmitir una vivencia sensorial, fue un arte demasiado frío y distanciado de sus creadores.
No en vano el Impresionismo fue una manifestación artística primordialmente estética y empeñada en generar un nuevo "buen gusto" y no ocupada en transmitir una visión interiorizada de la realidad, sino una simple visión óptica de la misma. Es probable, no obstante, que sin ese distanciamiento el movimiento impresionista no hubiera llegado nunca a romper con el pasado de la manera en que lo hizo.
Sea como fuere con la llegada de Gauguin, Van Gogh y, sobre todo, Cézanne, la pintura de finales del XIX superaba el impresionismo y con ello rompía la unidad estilística de las escuelas para dar paso definitivo a la individualidad de los artistas. Y tal vez ello representaba la culminación de una época marcada por el individualismo.
Paul Cézanne (1839-1906) pasó por una etapa romántica, se integró en el movimiento impresionista y siguió evolucionando hasta hacer de su obra una pintura personal que llegó a anunciar futuras corrientes como el cubismo.
Fuertemente preocupado por la composición y por el color le dio a sus cuadros una completa bidimensionalidad (ya el impresionismo se había desinteresado de la perspectiva) que parecía querer reafirmar sus pinturas como tales pinturas. Hay, en este sentido, en Cézanne, un alejamiento de la ilusión de realidad que le da a su obra un carácter de representación enormemente moderno.
Algunas de estas características quedaron perfectamente plasmadas en obras como El golfo de Marsella desde l'Estaque, Los jugadores de cartas, la serie de La montaña de Sainte Victoire, Las grandes bañistas o en sus numerosas naturalezas muertas.
Paul Gauguin (1848-1903) fue un pintor que inició su carrera a los 35 años tras romper con su vida anterior. Su personalísima obra la comenzó después de una etapa impresionista y estuvo caracterizada por una gran libertad en el empleo del color que le hizo precursor del fauvismo y del expresionismo. Atraído por la naturaleza no civilizada se trasladó a Tahití, donde realizó, lejos de todo condicionamiento, buena parte de su obra. Gauguin entendió la pintura como creación, por eso no se sujetó a la moda de su tiempo con una rebeldía que aún hoy es patente en obras como La visión después del sermón o sus numerosas representaciones de indígenas tahitianos.
La visión después del sermón, de Gauguin
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