Historia y Arte
EL SIGLO XIX
Manifestaciones artísticas - 5ª parte
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El realismo (continuación)
oubert (1819-1877), al ver rechazados por los organizadores del Salón de 1855 dos de sus mejores cuadros, decidió costearse su propio salón, una barraca de madera en la que expuso más de cuarenta obras y sobre cuya puerta colocó un letrero que anunciaba su obra con el significativo término de Realismo. Los cuadros rechazados del salón de 1855 fueron El entierro de Ornans y El estudio del pintor; ambas composiciones, pero sobre todo el entierro, se alejan por completo de la estética romántica al ofrecer una visión de la muerte más realista y, si se quiere, prosaica en la que ni siquiera aparece el cadáver del difunto, ya que el auténtico tema es el dolor de los sencillos habitantes de Ornans, su pueblo natal, con un paisaje totalmente desolador; el estudio, por su parte, nos ofrece una visión del trabajo del artista nada idealizada, en la que aparecen, en lugar de musas mitológicas, sus amigos y los modelos populares que representan las capas más bajas de la sociedad de su tiempo.
Otras obras del realismo de Coubert fueron Los picapedreros, representación, ni siquiera retrato, de dos miserables trabajadores anónimos y, en otra línea de realismo, Señoritas a orillas del Sena, cuadro en el que se nos ofrece un momento de descanso sudoroso y nada bucólico de un día de calor.
Dos pintores más destacaron en el Realismo, fueron Daumier y Millet. A Daumier (1808-1879) se le debe considerar un precursor, gracias a su abundante trabajo como ilustrador y caricaturista de prensa. Durante años y con una técnica enormemente ágil, Daumier recogió muchos aspectos de la vida de su tiempo en los que es fácil ver una dura crítica. Entre su obra pueden destacarse los dibujos de titiriteros y de viajeros de ferrocarriles, El vagón de tercera clase, o su óleo La lavandera, en el que destaca el dulce tratamiento de la figura infantil.
El Ángelus, de Millet, Museo del Louvre
En Millet (1814-1875) el realismo de preocupación social encontró sus temas y sus personajes en las escenas agrícolas y los campesinos. Sus cuadros El aventador, El hombre de la azada, El sembrador, Los parias y el conocidísimo El Angelus, dan buena muestra de unos seres miserables y humildes con una sencillez formal tan intensa que, en su obra más tardía llenó de apacibilidad sus lienzos.
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