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Historia y Arte
LA EUROPA DE LA ILUSTRACIÓN
Manifestaciones artísticas - 6ª parte
La pintura europea del siglo XVIII y comienzos del XIX (continuación)
Goya
rancisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos 1746 - Burdeos 1828) fue un pintor de difícil clasificación, ya que su obra, iniciada a finales del siglo XVIII, bajo la influencia de las corrientes de la época, alcanzó en los primeros años del siglo XIX, una fuerte personalidad alejada ya de toda moda.
Su trayectoria como artista comenzó con dos fracasados intentos de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, lo que hizo que decidiera viajar a Italia para completar allí una formación que, en su país, no podía realizar.
Tras su regreso a España, Goya contrajo matrimonio con una hermana de Francisco Bayeu, que entonces era pintor de cámara de Carlos III. Gracias a su relación con Bayeu, Goya entró a trabajar como pintor de cartones (bocetos para tapices), en la Real Fábrica de Tapices. Por entonces, Goya conoció la obra de Velázquez, a quien consideró como uno de los tres maestros, los otros dos fueron Rembrandt y la naturaleza.
La llegada al trono de Carlos IV supuso para Goya el nombramiento de pintor de cámara y, a partir de ese momento, su fama creció rápidamente. Los duques de Osuna, primero, y los de Alba después, fueron sus protectores y admiradores, la nobleza de la corte madrileña le encargaba retratos y, como una paradoja de la vida, fue elegido académico de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Ésta fue, sin duda, la etapa más feliz en la vida de Goya y esa alegría se reconoce en sus cuadros; retratos luminosos, desenfadados y con ciertos toques de influencia rococó. Fueron estas obras muy distintas de las que realizó en lo que podría considerarse como su segunda gran etapa, que supuso un cambio radical y progresivo de su estilo y de sus preocupaciones temáticas, que fueron fiel reflejo de unas circunstancias personales (su sordera, desde 1792) y de la situación conflictiva de una época que, para Goya, resultó trágica y desesperanzadora (Guerra de la Independencia).
El genio de Goya no fue temprano, la calidad de su pintura fue aumentando progresivamente con el paso del tiempo. En Goya había, desde el principio, un carácter fuerte y rebelde que se agudizó con su sordera y con lo que él consideró injusticias y necedades de su tiempo (persecución de sus amigos ilustrados y crueldad de la guerra). Su mentalidad avanzada y su impulsivo carácter, hicieron de su obra fiel reflejo de su modo de pensar y de ser.
Así, desde los últimos años del siglo, hasta su muerte en 1828, Goya se fue apartando de la vida social y buscó refugio en la única actividad que le permitía ser libre, su pintura. Surgen entonces de su pincel obras íntimas, poderosas y agrias, en las que Goya escribe su propio "cuaderno de quejas" de una época con la que no se sintió identificado. Pinta en contra de la guerra (Los fusilamientos de la Moncloa o El coloso), en contra de la superstición (El aquelarre), del fanatismo (Caprichos y Disparates) o de las costumbres salvajes (La riña a garrotazos) en lo que bien puede considerarse como la Ilustración española llevada a la pintura.
Goya, que murió en un destierro voluntario en Burdeos, se adelantó a su tiempo estilística y temáticamente, anunciando con ello algunas de las futuras vanguardias pictóricas del siglo XX.