GEOGRAFÍA - PAÍSES: Estados Unidos de América - 1ª parte

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Geografía

PAÍSES

Estados Unidos de América - 1ª parte


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Geografía física

letra capitular Estados Unidos de América es una República federal formada por cincuenta estados situados, excepto Alaska y el archipiélago de Hawaii, en la zona templada del hemisferio boreal. Ocupan la parte central del subcontinente norteamericano, extendiéndose unos 4 000 km de E a O y 2 000 km de N a S. Limita con Canadá al N, el océano Atlántico al E, el golfo de México al SE, México al S y el océano Pacífico al O. Alaska y Hawaii están separados geográficamente, ya que el primero se halla en el extremo NO de América del Norte, y el segundo es un archipiélago del océano Pacífico, situado a varios miles de kilómetros del continente americano.

Los territorios y dependencias de los Estados Unidos comprenden la isla de Puerto Rico, que posee el estatus de estado libre asociado, la zona del canal de Panamá, las islas Vírgenes, en el Caribe, y diversas islas e islotes del Pacífico (Guam, Samoa, Midway, Wake, las Marianas septentrionales, etc.). La capital es Washington D.C. Es el cuarto país más extenso del mundo, con un relieve relativamente simple.

De E a O, pueden establecerse cinco grandes unidades geomorfológicas: la llanura litoral atlántica, la cadena de los Apalaches, la llanura central, las Montañas Rocosas y tierras altas del O, y la cordillera Costera. La llanura litoral atlántica, más ancha cuanto más al S, está cubierta de los sedimentos procedentes de los cercanos montes Apalaches. En tiempos geológicos recientes sufrió varios procesos de transgresión marítima, lo que explica su aspecto recortado como consecuencia de la penetración del mar por los antiguos valles fluviales.

Los montes Apalaches, con un relieve antiguo profundamente cortado por la acción fluvial, se extienden a lo largo de 3 000 km entre la frontera canadiense y el estado sureño de Alabama, y se caracterizan por sus formas redondeadas, desgastadas, de montañas relativamente bajas, que alcanzan su mayor altura en el monte Mitchell (2 037 m). La llanura central se extiende desde las vertientes occidentales de los Apalaches hasta las orientales de las Montañas Rocosas. Constituye un terreno de marcada horizontalidad, aunque hacia el O va ganando altura, hasta el pie de las Rocosas. En su parte septentrional quedan numerosas huellas de las glaciaciones cuaternarias, como los Grandes Lagos. El sistema alpino del O puede dividirse en tres grupos: las propias Montañas Rocosas (formadas al inicio del terciario), las altiplanicies, cuencas y depresiones intermontanas, y las cadenas montañosas costeras de las Cascadas (NO) y de la SierraNevada (SO), formadas al principio de la Era Cuaternaria. La cordillera de las Rocosas forma la línea divisoria de aguas entre los dos océanos y alcanza alturas de4 399 m en el monte Elbert y 4 364 m en el pico Blanca.

Por el O, las mesetas del Columbia, la gran cuenca y el Colorado, de gran elevación media, cuentan con algunas cordilleras y en muchos puntos se hallan recorridas por profundos desfiladeros y cañones cavados por los cursos fluviales. Cerrando las grandes mesetas por el O, en el sector septentrional, la cordillera de las Cascadas se distingue por la presencia de numerosos volcanes, como el Santa Elena o el monte Rainier, de 4 392 m de altura. En el sector californiano, la Sierra Nevada se caracteriza por sus picos extremadamente agudos, alcanzando la mayor altitud en el monte Whitney (4 418 m). Finalmente, la cadena costera, de reciente formación, es paralela a la anterior, muy larga y estrecha y de elevaciones más modestas: alcanza su mayor altura en el monte Olympus, en el extremo septentrional, con 2 424 m. El valle formado entre la cadena costera y las de las Cascadas y la Sierra Nevada está ocupado al N por el entrante marítimo de Puget Sound, por el valle de Willamette en Oregón y por el Gran Valle de California, que continúa en la depresión de Salton y en el golfo de California, ya en México.

La disposición del relieve desempeña un papel fundamental en las variaciones climáticas del país. Correspondiéndose con las características físicas, es posible establecer una división climatológica del territorio, diferenciándose las tierras situadas a ambos lados del meridiano 100: la mitad oriental presenta un clima bastante húmedo, mientras que la mitad occidental es particularmente árida. En la mitad oriental los Apalaches, con un relieve de baja entidad, no representan un obstáculo para las secas corrientes polares que soplan hacia el S durante el invierno ni para las masas de aire húmedo que se desplazan en verano desde el golfo de México hacia el N. Es por ello que las precipitaciones son frecuentes en la estación cálida y más escasas en invierno.

Dentro de un contexto general continental, los factores locales o regionales permiten individualizar diversos climas: la región de Nueva Inglaterra de inviernos bastante rigurosos, acentuados por la presencia de la corriente fría del Labrador, y veranos lluviosos; las zonas ribereñas de los Grandes Lagos, de inviernos más cálidos y veranos frescos; y el SE, donde la vecindad del golfo de México y la latitud imponen climas subtropicales de Laredo a Charleston, y claramente tropicales en Florida. En esta última región son frecuentes los huracanes, ciclones tropicales que recorren la zona a más de 300 km/h, a menudo acompañados de lluvias de carácter torrencial. El sector de los Estados Unidos situado al O del meridiano 100 presenta condiciones climáticas diversas, impuestas por el relieve y la latitud. La estrecha franja costera situada entre el Pacífico y la cordillera de las Cascadas goza de un clima oceánico sumamente regular, con precipitaciones abundantes en el N. Hacia el S el clima va adquiriendo características mediterráneas cada vez más acusadas, atenuadas en la costa de California; las montañas reciben todavía fuertes precipitaciones, pero en las depresiones, inaccesibles a los vientos húmedos, los inviernos son mucho más suaves y los veranos se caracterizan por una pronunciada aridez.

En las grandes llanuras centrales el clima continental es particularmente acentuado. La aridez es la regla general, pues las montañas del O sirven de pantalla a las influencias oceánicas. La insolación y la evaporación son muy activas en verano y las precipitaciones no superan nunca los 500 mm. Las condiciones climáticas determinan la disposición de los paisajes vegetales, reproduciendo la oposición entre el E y el O del país. La zona central, sin embargo, debe ser considerada como de transición ya que integra las características del E húmedo y del O árido. La parte oriental del país se halla cubierta por tres grandes formaciones forestales: al N, en la región de los Grandes Lagos y Nueva Inglaterra, domina el bosque mixto canadiense (coníferas boreales y árboles de hoja caduca), constituyendo una de las grandes reservas de madera de los Estados Unidos.

Más al S, desde el alto Mississippi a la costa media atlántica, se extiende el bosque caducifolio de encinas, hayas, nogales, arces, tilos y fresnos. Desde Texas a Virginia, el S posee grandes bosques de especies subtropicales de encinas y de pinos, a menudo degradados en bosques claros de pinos. En la parte occidental del país, las montañas más lluviosas (cordillera de las Cascadas y el N de la cadena costera y de la Sierra Nevada), presentan un bosque denso de grandes coníferas, mientras que en las montañas subhúmedas (las Rocosas y el S de la Sierra Nevada), alternan los pinos y las piceas. Las montañas semiáridas (Arizona y estribaciones de la Sierra Nevada) están cubiertas de bosques claros, cada vez más xerófilos a medida que se desciende hacia el S (pinos, enebros).

Las cuencas interiores, caracterizadas por su extrema sequedad, están cubiertas al N por una estepa de artemisas, mientras que en la región del bajo Colorado las plantas espinosas dominan la vegetación. En la zona central, entre las Montañas Rocosas y el Mississippi, dominan los tipos de transición, alternándose las praderas altas de gramíneas, los bosques de encinas o nogales y las praderas arboladas. A excepción de las cuencas cerradas de los Grandes Lagos, las aguas se distribuyen en tres grandes vertientes, impuestas por el eje montañoso de las Rocosas: la del Pacífico, la del Atlántico y la del golfo de México, formada esta última por la cuenca del Mississippi-Missouri.

El Mississippi (5 620 km con el Missouri), es el segundo río del mundo en longitud y la mayor vía de navegación fluvial. Atraviesa de N a S toda la región central y su cuenca cubre la tercera parte de Estados Unidos. Sus afluentes, entre los que destacan el Minnesota, el Des Moines y el Illinois, están intensamente utilizados para el riego y la producción de energía eléctrica. El Missouri (3 726 km) está formado por la confluencia de los ríos Jefferson, Madison y Gallatin; se alimenta de numerosos afluentes, entre los que destacan el Yellowstone y el Platte. En la cuenca del Atlántico, los Apalaches determinan la presencia de ríos cortos, aunque muy caudalosos. Los más importantes son, de N a S, el Connecticut, el Hudson, el Susquehanna y el Potomac.

La cuenca del Pacífico está formada, al N, por el río Columbia (1 953 km), con su afluente el Snake (1 500 km), el Sacramento (610 km) y el San Joaquín (510 km), ríos que proporcionan un gran potencial eléctrico y permiten la irrigación del Gran Valle de California, antes desértico. Al S el Colorado, el río más largo de los que nacen en las Rocosas (2 800 km), corta un altiplano formando el Gran Cañón. Los Grandes Lagos, de origen glaciar, se sitúan al N del valle del Mississippi, entre Canadá y Estados Unidos. Desempeñan un eminente papel en el desarrollo económico de América del Norte porque el San Lorenzo, su emisario, ha sido acondicionado para la navegación, y por estar comunicados con el río Hudson mediante un sistema de canales. Los más importantes son el lago Superior, el Huron, el Michigan, el Erie y el Ontario.

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