GEOGRAFÍA - PAÍSES: Chile - 3ª parte
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Geografía

PAÍSES

Chile - 3ª parte


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Historia, siglos XV al XIX

os adelantados españoles, con Diego de Almagro al frente, penetraron por primera vez en Chile en 1535-36 buscando una prolongación de la riqueza del Perú de los incas. Pero encontraron un país áspero y poblado por belicosas tribus, entre los que destacaron los araucanos. Estas circunstancias demoraron la conquista definitiva de Chile, que de hecho fue la última de la América española. Se completó la dominación con sendas expediciones de Pedro de Valdivia, fundador de Santiago (1541), y de García Hurtado de Mendoza, que consolidó la conquista.

Chile quedó organizado como una Capitanía General dependiente del virreinato del Perú (1641), iniciándose la explotación agrícola del valle central y prosiguiéndose la guerra para someter a los araucanos del S. Durante los primeros cien años de la conquista, las enfermedades y la guerra diezmaron a los indios y permitieron a los colonos disponer de sus tierras; se formó así una élite de terratenientes-criollos (blancos nacidos en América) que tendría un papel decisivo en la consecución de la independencia a principios del s. XIX.

A medida que, durante los tres siglos de dominación española, se consolidaban las estructuras socioeconómicas de la Capitanía General de Chile, se pusieron de manifiesto desavenencias con la metrópoli, fundamentalmente en dos direcciones: en la economía, la élite criolla dedicada a cultivos exportadores en expansión chocaba con el sistema colonial cerrado y proteccionista que les impedía conectar con los centros económicos más dinámicos (Gran Bretaña, Estados Unidos y Países Bajos); y en la política, había un enfrentamiento entre los españoles «criollos» y los «peninsulares» (nacidos en España) por las posiciones de poder. Además, mientras la administración colonial estaba copada por funcionarios ilustrados, la oligarquía criolla era profundamente conservadora. De este modo, los patriotas chilenos, encabezados por el general Bernardo O'Higgins, proclamaron la independencia el 18 de septiembre de 1810, y la municipalidad de Santiago estableció una Junta de Gobierno Provisional. La independencia se consolidó definitivamente en 1817 con la victoria en Chacabuco del caudillo argentino San Martín sobre los realistas. No obstante, hasta 1844 España no reconoció oficialmente la soberanía de Chile.

Con el general O'Higgins como Director Supremo, se consiguió, ya a partir de 1830, una estabilidad política y social excepcional, y no tuvo que resolver sus conflictos en una guerra civil, como la mayoría de sus vecinos. Las diferencias entre las distintas oligarquías regionales y sus intereses particulares (los cultivadores del valle frente a los mineros del N), se resolvieron con un pacto plasmado en una organización descentralizada o federal del estado.

Otro conflicto fue el de las relaciones entre la oligarquía dominante y el resto de la sociedad. A los terratenientes y propietarios de minas les convenía mantener el orden y asegurarse para sí el producto de la expansión económica. Lo consiguieron con un estado autoritario en donde el debate político no existía y las relaciones entre los distintos grupos estaban militarizadas: ello explica la sucesión de presidentes que eran caudillos militares (O'Higgins, Ramón Freire, etc.).

En este contexto, Chile tuvo la fortuna de que la guerra de independencia no arruinó su economía; los capitalistas chilenos fueron los únicos de Latinoamérica en este período que invirtieron fuera de sus fronteras, concretamente en una región al N del país teóricamente vinculada a Perú y Bolivia, donde se producían nitratos (salitre), para fertilizantes y explosivos, y cobre. No sólo el capital era chileno, sino también la mayoría de la mano de obra. En realidad, Perú y Bolivia únicamente controlaban el cobro de impuestos, y la soberanía de los territorios mineros se fue deslizando hacia Chile hasta que, en 1879, estalló un conflicto, la Guerra del Pacífico, que se saldó con triunfo chileno y la anexión formal de los 180 000 km2 llamados El Norte Grande, sólo devueltos en parte en 1929 bajo el arbitraje de Estados Unidos, cuando el salitre ya no podía competir con los abonos químicos. La explotación de ese sector tuvo efectos muy saludables para la economía chilena: fue una fuente de capital para invertir en actividades productivas; formó un mercado interno, estimulando la industrialización y la actividad de los puertos comerciales, especialmente Valparaíso; proporcionó al fisco cuantiosos ingresos; y, al sustraer mano de obra a la agricultura, la obligó a invertir en mecanización. La guerra del Pacífico dio además un gran prestigio al ejército.

La relativa prosperidad económica permitió ir introduciendo reformas liberales en el estado a partir de la constitución de 1833 (vigente hasta 1925). Básicamente, se trató de reformas en tres planos: para limitar los poderes del Ejecutivo, o, lo que es lo mismo, de la persona del presidente (favoreciendo la autoridad del Congreso), para resolver las relaciones entre la Iglesia y el Estado y, ya en el s. XX, para promover la justicia social, cuando el estado liberal ya agonizaba.

La presidencia de José Manuel Balmaceda (1886-1891) fue la última de este período de estabilidad y reformas liberales. Balmaceda fue derrocado por un golpe de estado conservador que instauró un parlamentarismo inestable, con constantes crisis ministeriales y elevada corrupción, y que duró hasta la crisis económica de los años 20 del siglo pasado.

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