GEOGRAFÍA - PAÍSES: Chile - 1ª parte

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Geografía

PAÍSES

Chile - 1ª parte

Colabora: Dña. Marcela Grillo, Profesora para la Enseñanza Primaria; Informática y Administración - República Argentina (mngrillo@fullzero.com.ar)


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Geografía física

hile es un Estado de América del Sur. Limita con Perú al N, Bolivia al NE, Argentina al E, el paso de Drake (estrecho entre el Atlántico y el Pacífico) al S y el océano Pacífico al O. La capital es Santiago de Chile.

La principal característica del espacio físico chileno es su extremada longitudinalidad. El país se extiende, en un estricto sentido N-S, desde los 18º a los 56º de latitud S. La extensión lineal total de Chile es superior a los 4 000 km, pero su anchura media (E-O) es de apenas 200 km (máx. 445 km, mín. 40 km); por ello se define como una estrecha franja entre los Andes y las costas del Pacífico S.

Las unidades orográficas más destacables son tres: la Cordillera Costera, el Valle Central y los Andes, formaciones que siguen la estructura lineal N-S. La cordillera de los Andes configura una infranqueable barrera natural que separa al país de Argentina y Bolivia, alzándose como divisoria de aguas entre las vertientes atlánticas y pacíficas del cono S americano. La altitud de los puertos o pasos andinos y sus impracticables accesos, situados la mayoría a más de 3 500 m de altura, dan a Chile su histórica razón de ser debido al aislamiento físico y humano en que se enmarca.

Los Andes de la zona N, en los límites con Bolivia, esconden tras de sí a las altas mesetas de los altiplanos bolivianos y del montañoso N de Argentina. Más al S, en la zona central, la cordillera va estrechándose, al tiempo que alcanza, ya en territorio de Argentina, sus mayores alturas (Aconcagua 6 959 m, Bonete 6 872 m); el pico del Aconcagua ostenta la mayor altura de América, recibiendo el merecido sobrenombre de "techo de América". Se hace presente también en esta área central, un elevado número de volcanes.


El pico Aconcagua, en los Andes argentinos: el cerro más alto de toda la cordillera.

Más al S, la cordillera andina modifica sus características: su anchura es menor, lo mismo que la altitud de sus picos, y empiezan a aparecer importantes lagos y glaciares. Hacia la zona más meridional las alturas disminuyen considerablemente, aunque numerosos picos sobrepasan aun los 3 000 m, hasta que en el extremo S del país los Andes prácticamente desaparecen, sucedidos por la abrupta geografía del archipiélago de Tierra de Fuego, con alturas por encima de los 2 000 m.

La depresión central, longitudinal o intermedia, llamada allí Gran Valle Central, es una zona llana que se abre paso (de N a S) entre los Andes y la Cordillera Costera. En su zona N, el Valle Central es ocupado por el árido desierto de Atacama, que desde la frontera peruana se extiende hasta el río Copiapó. Al S de este río, el valle presenta ya un carácter más estepario que desértico. El desierto de Atacama posee destacados yacimientos minerales y contiene numerosos salares (o salinas) que ocupan el fondo de pequeñas cuencas interiores.

En el Chile central el valle adquiere su mayor anchura, y aparece poblado de importantes ríos y amplios llanos. En su extensión hacia el S, el Valle Central se junta finalmente con el mar en el golfo de Ancud. La cordillera Costera resigue el abrupto litoral del N y centro chilenos; es una antigua formación orogénea muy desgastada y erosionada, con muchos pasos abiertos al ímpetu de los ríos andinos. Esta formación montañosa ofrece sus máximas alturas en el N del país, con varios picos por encima de los 2.000 m. En el Chile central la cordillera presenta unas cotas más bajas y amplios pasos formados por los ríos y discurre muy cercana a la costa, lo que proporciona más amplitud al Valle Central; la cordillera Costera prosigue formando la isla de Chiloé y archipiélagos como el de los Chonos.

En la zona meridional, la insularidad domina las tierras chilenas y sólo restan unidas al continente estribaciones y laderas andinas que se precipitan directamente en el mar, formando una abrupta región de glaciares, fiordos e islas que caracterizan esta parte del territorio. Debido a su extensión longitudinal, Chile alcanza desde el Trópico de Capricornio a los entornos circumpolares antárticos. Así, el clima, muy condicionado por la latitud, presenta una acusada variedad regional.

En el N (entre los 20º y 30º de latitud S), el Chile tropical queda ocupado en su totalidad por el desierto de Atacama, una de las zonas más áridas del planeta, con un clima desértico muy extremado, provocado por una constante presencia anticiclónica y por la corriente oceánica fría de Humboldt, que impiden la creación de masas nubosas y la condensación necesaria para producir lluvias. La zona central, entre los 30º y 45º de latitud S, se corresponde con la parte más ancha del valle central (Santiago y entornos), y se encuentra bajo la influencia de un clima típicamente mediterráneo, con veranos muy secos e inviernos suaves.

Ya al S de la latitud 45º, nos encontramos en otro dominio climático: el oceánico húmedo, con temperaturas menos extremas y más suaves que van descendiendo paulatinamente hacia el S. Alrededor de los 55º S, en el extremo meridional del país, las temperaturas medias de verano difícilmente superan los 10ºC, y las lluvias y la humedad oceánica son abundantes y constantes, mientras que los inviernos son fríos y nevados.

Es de destacar que, además de la variedad de latitudes, Chile ofrece también una diferencia de altitud de las más acusadas del mundo, ya que en un corto espacio asciende desde el nivel del mar hasta las elevadas cumbres andinas, salvando en varios casos más de 6 000 m de altitud en 300 km escasos. Las diversas alturas y la elevación de algunos valles provocan variaciones locales de los distintos climas, dándose los típicos estratos climáticos de montaña hasta llegar a las cumbres de nieve y hielos perpetuos. Toda esta variedad climática de altitud y latitud genera una gran diversidad vegetal; el árido N no permite más vida que la de algunos cactos y matorrales resistentes a la sequía.

El área mediterránea ofrece una mayor riqueza vegetal, siendo una zona apta para cultivos tan típicamente mediterráneos como la vid, los árboles frutales, las hortalizas o para los bosques secos, poblados de matorral y sotobosque, tan característicos también; en este ámbito climático se introdujeron con éxito especies traídas del Mediterráneo europeo (cítricos, alcornoques). Más al S (Araucania), el clima va haciéndose cada vez más húmedo y permite en el valle central ricas tierras de cultivo con importantes explotaciones cerealísticas. Los valles andinos de la Arucania están poblados de espesos bosques, con una especial alternancia de especies caducifolias y perennifolias, gozando la región de una importante riqueza maderera que llevó a la introducción de especies foráneas de rápido crecimiento como el eucaliptus.

El Chile meridional, de clima oceánico, es el dominio de los bosques de coníferas; entre los accidentados y rocosos entornos de la zona, grandes árboles forman espesos y verdes bosques que cubren las islas y fiordos del S. Únicamente rompen la homogeneidad algunos amplios claros cubiertos de verdes prados, tierras de condiciones homologables a las del N europeo. Todos los ríos chilenos discurren en un estricto sentido E-O, entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico; otros cursos menores siguen el mismo recorrido, desde la cordillera costera hasta el Pacífico. Una característica remarcable de la red hidrográfica chilena es el gran número de cursos fluviales que se van sucediendo casi de forma paralela desde el N hasta el S, así como la inexistencia de alguna gran cuenca o depresión fluvial en el valle central. Se trata, pues, de una curiosa formación hidrográfica en la que el principal valle del país no está asociado a ningún río, sino que se encuentra cortado transversalmente por centenares de ellos.

Los ríos chilenos son cortos, con grandes pendientes e importantes tramos de alta montaña; los caudales, bastante considerables teniendo en cuenta su longitud, se alimentan del deshielo andino y son mayores cuanto más al S, ya que a la alimentación estacional que produce el deshielo se añaden las aportaciones de un clima más lluvioso. De N a S destaca el Loa, el único curso notable de Atacama, ya que el resto de ríos se pierde en las desérticas cuencas y salinas interiores. Le siguen, ya en Chile central, el Aconcagua, el Maipo y el Rapel como principales cuencas del área mediterránea seca; más al S el Maule y el Bío Bio se alimentan ya de la mayor pluviosidad y de los lagos andinos existentes en su cabecera.

El río Araucania, el Tolten, el Valdivia y el Bueno son los principales cursos de la región de Araucania. En el S, el Palena, el Aysén y el Baker son ríos de alta montaña que discurren por entre los Andes para precipitarse, casi sin llegar a tener curso bajo, en los fiordos de la zona. En el extremo más meridional, unos pocos ríos rompen con la uniformidad de la red hidrográfica chilena, y cruzan hacia Argentina para morir en el Atlántico. De esta manera, la parte alta de la cuenca de los argentinos ríos Gallegos, río Chico y río Grande de Tierra de Fuego, se halla en Chile.

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