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- La experiencia no tiene valor ético alguno, es
simplemente el nombre que damos a nuestros errores.
- Uno debería estar siempre enamorado. Por eso
jamás deberíamos casarnos.
- Estoy convencido de que en un principio Dios
hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en
ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde
deberíamos intentar vivir.
- Las preguntas no son nunca indiscretas. Las
respuestas, a veces sí.
- Cínico: un hombre que sabe el precio de todo y
el valor de nada.
- Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le
enfurezca más.
- La mejor manera de librarse de la tentación es
caer en ella.
- Los niños comienzan por amar a los padres.
Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces,
hasta los perdonan.
- El trabajo es el refugio de los que no tienen
nada que hacer.
- La única manera en que un hombre debe
comportarse con una mujer es: haciendo el amor con
ella, si es bonita, o con otra, si es fea.
- Sólo hay una cosa en el mundo peor que estar en
boca de los demás, y es no estar en boca de nadie.
- La única diferencia que existe entre un capricho
y una pasión eterna es que el capricho es más
duradero.
- Lo único capaz de consolar a un hombre por las
estupideces que hace, es el orgullo que le
proporciona hacerlas.
- No existen más que dos reglas para escribir:
tener algo que decir y decirlo.
- Hay que simpatizar siempre con la alegría de la
vida. Cuanto menos se hable de las llagas de la
vida, mejor.
- Haría cualquier cosa por recuperar la
juventud... excepto hacer ejercicio, madrugar, o ser
un miembro útil de la comunidad.
- Las mujeres feas son celosas de sus maridos. Las
bonitas no tiene tiempo, ¡están siempre tan ocupadas
en estar celosas de los maridos de los demás...!
- La risa no es un mal comienzo para la amistad. Y
está lejos de ser un mal final.
- Hablan mucho de la belleza de la certidumbre
como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer
es muy monótono; la duda es apasionante.
- Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo
peor: que no hablen.
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