FILATELIA: OPERACIÓN ANTROPOIDE

Durante mi última y fugaz visita a Praga, me tropecé con el rodaje de una película y, uno de los coches [con la bandera de China] me llamó la atención: precisamente estaban rodando una película sobre los hechos históricos que en su día se bautizaron como Operación Antropoide que acabó con la vida del general de la SS y Reichsprotektor Reichard Heydrich. Hoy, y recordemos que no es ni la primera ni será la última vez que el tema salte a la historia postal y filatélica, estamos rememorando aquella etapa negra en la historia del pueblo checo.

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Recordemos que el 15 de marzo de 1939 Alemania ocupó Bohemia y Moravia y estas tierras se convertían en el protectorado alemán (Eslovaquia declaró su independencia, era un estado títere del régimen nazi del momento). Checoslovaquia recuperaría su independencia en 1945 integrándose en esa nueva realidad política la República de Eslovaquia.

Sin duda fue un sexenio de presencia alemana que dejó grandes heridas y no pocas suspicacias. Los actos de heroísmo son muchos y el correo checo nos lleva hasta aquella famosa operación que acabó con la vida del militar, pero que provocaría también duras represalias por parte de los ocupantes que cometieron infinidad de atrocidades contra personas que ni física ni intelectualmente participaron en la misma: se trataba de sembrar el terror y lo consiguieron.

El general fue nombrado para el cargo en 1941, era un especialista en el terror y en el horror y no tardó en comenzar a aplicar su mano dura en su destino praguense. Mientras tanto, en la Gran Bretaña, en el más estricto secreto, se entrenaban los paracaidistas que deberían acabar con su vida y el 27 de mayo de 1942 Jan Kubis y Jozef Gabcik asaltaban el coche oficial en el barrio de Liben [en mayo de 2008 se levantó el simbólico monumento al que se puede llegar tras bajarnos del tranvía y caminar un tramo, en esa zona están las calles que les honran las célebres Gabcíkova y Kubisova] y Heydrich moría a consecuencia de las heridas el 4 de junio de 1942. En el Museo del Ejército de Žižkov hay una exposición permanente sobre aquella misión y el célebre Mercedes en el que viajaba el militar.

Los dos autores y sus cinco colaboradores acabaron refugiándose en la iglesia de Cirilo y Metodio, una impresionante obra barroca del XVIII que fue ejecutada por Kilian Dientzenhofer y Paul Bayer; la cripta que los cobijó alberga hoy el emotivo Monumento Nacional a las víctimas del terror post Heydrich. Las siete personas estuvieron  escondidas durante tres largas semanas hasta que finalmente fueron delatadas por el colaboracionista Karen Curda; entonces los alemanes trataron de capturarlos con vida pero, tras más de ocho horas de intentarlo no lo consiguieron, el resultado fue de tres muertos y el resto se quitó la vida antes de caer en manos de la GESTAPO; durante esas tres semanas de obligado refugio estuvieron intentando abrir un túnel para llegar a las cloacas con el objetivo de escapar de la zona.

Los alemanes reaccionaron salvajemente ante aquellos hechos y dos aldeas fueron arrasadas por completo, visitarlas supone experimentar una extraña sensación; inexplicablemente, la piel se me erizó. Lidice y Lezaky son desde entonces las aldeas mártires, recordemos que todos los hombres fueron ejecutados, las mujeres que sobrevivieron y los jóvenes se enviaron al campo de concentración de Ravensbrück y los más pequeños fueron llevados a los orfelinatos de Alemania. De las 500 personas, fueron eliminadas 192 hombres, 60 mujeres y 88 niños; el memorial es impactante y demuestra una inusitada perversión del ser humano que parece no aprende del pasado y hoy, camino de liquidar el primer cuarto del siglo XXI, los horrores de las guerras o de los atentados, parece no amilanan a nadie: la vida sigue y uno se sonríe contemplando la hipócrita Europa que se rasga las vestiduras por nimiedades y mira siempre para otro lado, como pidiendo explicaciones a los ejecutantes de tanto horror y dolor.

Quizá el aldabonazo de la película sueca que acaba de alzarse con el premio en Cannes, analizando la hipocresía de la sociedad escandinava [que puede aplicarse a todo el continente] que nos ha tocado vivir, nos haga reaccionar aunque, personalmente, uno tenga por fuerza que dudar de ello a la vista de tanto estólido haciendo lo que le da la real gana e inmediatamente ir poniendo la mano para seguir viviendo de la sopa boba de la subvención. A propósito: ya han saltado las alarmas en Kosovo; Occidente pretendió acabar con un problema y creó otro que puede sea mucho peor. Vaya que se quiso poner un parche y ahora supuran las costuras y el invento [aunque los medios lo silencian] no deja de producir quebraderos de cabeza por cuanto allí han posado sus reales lo mejorcito de cada casa.

El sello de 46 coronas apareció el 17 de mayo del 2017, fue diseñado por Karen Zeman y grabado por Jaroslav Tvrdon, gran formato vertical de 40×50 mm, emitido en hoja bloque con ocho viñetas sin valor postal que complementan los motivos del sello y la famosa Operación Antropoide: el sello el Mercedes de Heydrich destrozado, el subfusil de Gabcik y la bomba de Kubiš. Las viñetas que complementan la hojita bloque recrean al célebre vuelo desde el que se lanzaron en paracaídas, la cripta en la que se refugiaron, las ventanas destrozadas y las largas espinas de las rosas que vuelven a la vida. En el sobre el motivo es una calavera humana, un soldado nazi saludando y un imaginario punto de mira como forma de simbolizar la operación que pretendía acabar con el terror pero que, por el contrario, arrojó mucho más horror a la vida cotidiana de ciudadanos inocentes que fueron eliminados para vengar la muerte del militar. El matasellos simboliza la insignia de los paracaidistas que, en este caso, estuvieron esperando las condiciones meteorológicas benignas hasta que el 28 de diciembre de 1941 los pilotos del Escuadrón de la RAF en su Misión Especial nº 138 los colocaron sobre el territorio checo sobre el que se lanzaron siguiendo las instrucciones del Ministerio de Defensa del Gobierno Checoslovaco en el Exilio.

Los siete integrantes de aquella importante misión secreta fueron: Josef Bublík, Jozef Gabcik, Jan Hrubý, Jan Kubiš, Adolf Opálka, Jaroslav Švarc y Josef Valcík. Digamos de paso que la GESTAPO empleó los más atroces métodos para tratar de localizarlos pero, irónicamente, fue un voluntario el que meció la cuna y cuyo resultado ya hemos relatado.

El 18 de junio de 1942 a las 4.15 de la madrugada el batallón “Deutschland” acompañado por el de guardias “Prag” iniciaron el ataque a la iglesia, necesitaron ocho horas de duros combates para acabar con los siete heroicos paracaidistas que habían partido desde la Gran Bretaña unos meses antes en el más estricto de los secretos y, a pesar de todo, siempre hay un bocas que se va de la lengua.

Recordemos que Heydrich no era precisamente un ángel y ya en enero de 1942, en la célebre Conferencia de Wannsee, declaró que estaba dispuesto a la solución final: el holocausto está tan documentado que estimamos no debemos profundizar en esa herida que está al alcance de cualquiera con las modernas tecnologías. Vaya que los negacionistas no tienen por qué seguir insistiendo en un hecho histórico tan lacerante pero, que a juzgar por cómo van las cosas, parece todavía hay iluminados que les siguen y en estos momentos de posverdad o mentira programada, nadie está a salvo de ser envenenado con un relato de ese tipo. O te amueblas tu mente y te documentas, o te desprograman con una facilidad realmente alarmante.

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JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

 

 

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