IKIGAI, UN MOTIVO PARA VIVIR

Leo en El Confidencial el siguiente título: ‘Ikigai’, el ‘best seller’ español traducido a 38 idiomas que aquí pasa desapercibido.

Con noticias como la del artículo que adjunto venimos a confirmar aquel dicho de que «nadie es profeta en su tierra», y si se trata de cuestiones relativas a la cultura o el conocimiento, entonces en España las pruebas son innumerables.

Resulta, que dos españoles (Francesc Miralles y Héctor García) han escrito un libro que ha resultado un best seller en medio mundo, con alrededor de un cuarto de millón de ejemplares vendidos traducidos a 38 idiomas, y pronto sacarán más ediciones. Pero aquí, en «este país», 18.000 ejemplares es lo máximo que han conseguido, a través de la editorial Urano dedicada a libros de autoayuda.

Imagen «El Confidencial»

Aparte de venir a demostrar que somos una pobre gente, con una notable suficiencia cuando hablamos de política o de nuestro manoseado derecho a decidir, pero totalmente inútiles para evitar meter tres faltas seguidas en una oración de una sola línea…, aparte de eso, como digo, la temática del libro me viene al pelo para abordar un concepto extraño en el acelerado mundo que nos ha tocado vivir: la búsqueda de la felicidad. No es extraño por buscado, sino por no hallado.

Resulta, que en una aldea del Okinawa un ciudadano de 80 años es un joven adolescente, y obviamente nos preguntamos dónde está el secreto. El libro se titula «Ikigai», que en japonés viene a significar algo así como «un motivo para existir». Preguntados a los ciudadanos de esa aldea cuál era el secreto de su dieta, vinieron a decir que comían de todo, que no hacían ninguna dieta especial, aunque sí eran moderados en sus ingestas de alimentos y alcohol. Pero, había un importante nexo entre ellos: todos tenían un ikigai, una razón existencial, una motivación para la vida, e incluso muchos podían tener más de un ikigai, uno o más objetivos a cumplir o simplemente una tarea que realizar. Desde luego, estar sentados delante de un ordenador o la televisión no es un ikigai. A veces, uno de esos objetivos era tan simple como ocuparse del jardín, trabajar con mimo unas hortalizas y compartir los frutos con los vecinos. Esa, la relación humana entre los vecinos, lo llevan en esa aldea a su expresión más sorprendente para los occidentales que vivimos absolutamente perdidos y «solos» en medio de cinco millones de habitantes. Un ciudadano de esa aldea tiene en cada vecino un seguro, al que puede recurrir en caso de desgracia física o personal. Si una catástrofe arruina la casa o los bienes de uno de ellos, todos los demás, sin pedirlo el infortunado, se ponen manos a la obra para levantar su hogar y restituir los bienes perdidos. Todos colaboran en el bien común, y eso es algo que sienten y practican.

Vivir sin estrés, ser moderados en la alimentación aún comiendo de todo, gestionar bien el tiempo y, sobretodo, tener un ikigai o motivo para vivir, es el verdadero secreto de estas personas para alcanzar los cien años de vida y superarlos.

En Occidente, estamos demasiado preocupados en fastidiar al vecino, en envidiar lo que tiene, y últimamente en odiar profundamente al que piensa distinto, o en organizar su vida o cómo debe conducirla. Por eso, porque en Occidente no tenemos un ikigai, nuestros propios odios y contradicciones restan años a nuestra existencia. Estamos demasiado pendientes de ver cómo viven los demás, en vez de ver cómo vivimos nosotros mismos.

Leer la noticia original en: https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-01-28/ikigai-libro-best-seller-francesc-miralles-hector-garcia_1510864/

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