ISLAS DEL MUNDO: ISLA ÁMSTERDAM (TAAF)

Se trata de una isla subantártica que se localiza en los 37º 83 S – 77º 52’ E está  integrada en las Tierras Australes y Antárticas Francesas, más conocidas entre la gran familia de filatelistas como TAAF, unida en la administración con la de Saint Paul (San Pablo) 89 kilómetros al sur [38º 43 S – 77º 31’ E]. Tiene una superficie de 58 km², es un inhóspito territorio, azotado por los vientos australes, que permite pocas satisfacciones la mayor parte del año, a pesar de su posición, raramente llega a helar.

A pesar de su posición austral el clima es relativamente cálido comparando con otras tierras emergidas de la región, generalmente ventoso, seco y húmedo. En Junio el mercurio suele dar las temperaturas más bajas del año que raramente bajan de los 10º y, en enero-febrero, durante el verano austral, el termómetro alcanza los 15º.

Su máxima altura se da en Mont de la Dives (867 metros) y La Grande Marmite (730 metros), se trata de un extinto volcán submarino que ahora presenta un cono formando una meseta a unos 600 metros de altitud, en algunos casos sus acantilados son abatidos de manera constante por un fuerte oleaje que dificulta enormemente los desembarcos en los escasos lugares en que estos son posibles, se trata de unas pequeñas calas; todo su perímetro tiene una constante de 30 metros de altura, excepto en las denominadas torres del oeste en donde se alzan acantilados de más de 700 metros.

Fue descubierta por Juan Sebastián Elcano durante la expedición que completó la primera circumnavegación terrestre y en la que murió asesinado Fernando de Magallanes. Aquí estuvo este vasco el 18 de marzo de 1522, en 1979 se le dedicó una serie de dos sellos a este español que dio a conocer tan desangelado territorio; no sería bautizada hasta 1633 por el holandés Anthonie van Diemen que le puso el nombre de su barco Nieuw Amsterdam (Nueva Ámsterdam) que los franceses han dejado hasta hoy, sólo le han eliminado el adjetivo.

El primer desembarco, documentado, fue realizado en 1696 cuando llegó una flotilla de tres navíos holandeses. Las aguas de la isla Ámsterdam fueron mudos testigos de numerosas tragedias navales, en ellas se documentaron varios naufragios en diferentes momentos del XIX, por ejemplo aparece el Lady Munro (1833), George (1839), Meridian (1853), Tuscany (1855), Vellore (1865) y Fernand (1876). Suponemos hay más navíos que naufragaron, pero en los materiales consultados sólo hemos encontrado los citados.

Como tantas otras tierras de las regiones antárticas, lo crudo de su climatología hizo que permaneciera sin habitar hasta que llegaron los cazadores de focas y la zona se convirtió en una fuerte industria que, en algunos casos, esquilmó la población de estos mamíferos. En Saint Paul y Ámsterdam en la temporada 1791-92 el navío británico Nootka cazó 15.000 ejemplares. Similar captura presentaría un ballenero norteamericano que le siguió en 1792 con 13.415 animales. Aunque las estadísticas consultadas nos relatan el caso de otro navío estadounidense que superó ambas cifras en 1800: el Mary, cazó 44.517 focas.

El intento de poblar la isla se hizo en 1870-71 cuando un matrimonio francés, sus hijos y cuatro trabajadores intentaron construir un castillo y hacerla habitable, pero fracasaron en su empeño y siete meses después la abandonaban. Tres años más tarde viviría allí, posiblemente, su habitante más famoso: el capitán Coffin, desembarcado, junto a dos de sus oficiales, tras el amotinamiento del Annie Battles. El 9 de diciembre de 1874 una expedición francesa vino para realizar las observaciones del tránsito de Venus. Oficialmente se tomó posesión en 1892.

La ocupación permanente llega en 1949 cuando el gobierno francés decide instalar una estación científica en la parte más resguardada, la zona norte, entonces invernaron 10 hombres bajo el mando de Paul Martin de Viviès [ahora el emplazamiento lleva su nombre y la estación acoge 30 personas durante el invierno, la dotación aumenta en el verano cuando llegan los científicos y biólogos aprovechando el corto verano austral]. Aquí esta una de las dos bases que hay en funcionamiento para el control planetario de la contaminación atmosférica.

Es una de las pocas en la que crecen árboles, en este caso la especie predominante es la Phylica arborea, aunque un severo incendio devastó la vegetación original en el lejano 1792, hecho que se repetiría en 1825-26 cuando naufragaron algunos marineros de Tasmania y se declaró un nuevo incendio de manera involuntaria o el desastre de 1833 con el Lady Munro. En poco menos de 200 años, los sucesivos habitantes, más o menos forzosos, acabaron con la vegetación original al intentar sobrevivir, los constantes vientos les acababan creando graves problemas y los incendios duraban años en extinguirse.

En la actualidad hay alguna fauna semisalvaje que fue introducida como una manera de poder obtener provisiones para aquellos largos viajes del XVI-XIX. Las vacas –hoy salvajes- las introdujo el reunionense Heurtin en el XIX y prácticamente acabaron con la flora autóctona, hoy están confinadas en un cercado y su población rigurosamente controlada. Las potencias navales de la época lograban alimentos para los navíos al dejar animales en remotas islas, esencialmente cabras, ovejas y vacas que eran cazadas en los viajes de retorno, se cargaban las bodegas de los barcos en aquellas épicas expediciones que, a veces, estaban años hasta regresar al puerto de origen. Un cercado para el ganado vacuno aparecía filatelizado en 1990 con motivo del programa de rehabilitación del hábitat natural. Muchas veces el desastre ecológico que se provocó acabó con la mayoría de la fauna y flora autóctona.

En Ámsterdam tenemos el caso de los albatros filatelizados que son únicos de la isla. Han merecido una preciosa hojita bloque fuera de programa con motivo del Salón del Sello [Parque Floral de París, 12 de junio de 2010] que nos ofrece cuatro momentos del albatros autóctono (en el margen izquierdo tenemos varios individuos en vuelo), que continúa teniendo serios problemas de supervivencia y se están realizando seguimientos que permiten albergar cierta esperanza para la especie, inicialmente se trató de estabilizar nidadas y ahora se trabaja en aumentar el éxito de cría y supervivencia, tratando de eliminar la mortandad provocada por las enfermedades.

La población de estos gigantes del aire, en numerosas ocasiones han sido honrados en los signos postales de los TAAF. Esta hojita tuvo su primer día en París y los cuatro efectos un facial de 0,56€ tarifa básica nacional. En 1995 apenas anidaban 13 parejas, la especie fue declarada totalmente diferente al resto de albatros en 1983, desde entonces la Diomedea amsterdamensis es una de las aves más raras del mundo, sólo aquí nidifican. Gracias a las actuaciones llevadas a cabo por la administración francesa, las vacas asilvestradas ya no tienen acceso a la zona de reproducción situada por encima de los 600 metros, ello permite pensar que la especie conseguirá estabilizar el número de individuos y salir definitivamente del latente peligro de extinción.

Los primeros sellos de los TAAF aparecieron en 1955 cuando se sobrecargaron efectos de la entonces colonia de Madagascar (de la que dependían administrativamente). En la actualidad la gestión del territorio está concentrada en la isla de La Reunión que es en donde confluyen los expedicionarios encargados de abastecer las bases y del cambio de personal para cada invernada, también parten los navíos pesqueros que tanto hacen por los filatelistas al cancelar los sobres que reciben desde todo el mundo y llevan el correo para las distintas gerencias postales.

Son sellos que siguen la clásica calidad francesa y generalmente se agrupan a comienzos del año que es cuando llegan las dotaciones a los diferentes asentamientos y entre otras cosas, llevan el correo y el mundo filatélico a los más apartados confines del territorio francés. A veces se realizan algunas emisiones fuera del programa, es el caso de la emisión que nos atrapó para realizar el presente trabajo, coincidía con la muestra filatélica de primavera en la capital de Francia o el facial dedicado al Pabellón Gabriel, donde tuvo lugar la Exposición Filatélica del Club del Elíseo (27-29 de mayo de 2010).

www.taaf.fr

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía, doctor en Historia de América.

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