En esta ocasión las referencias radiales las encontré en una obra que es toda una experiencia de uno de los pocos que lograron salir con vida de Auschwitz. Narra la epopeya de los judíos de Rodas [donde también se asentaron los expulsados de Sefarad en el XV por parte de los Reyes Católicos] y que, a lo largo de sus poco más de 200 páginas te hacen reflexionar sobre hechos que nunca debieran de haber sucedido. Pero ya sabemos que hay gente para todo, incendiarios que se les llena la boca de consignas absurdas y enturbian el devenir de los pueblos.
La odisea de David Galante [es el subtítulo] no te deja indiferente y te hace ver que, en cualquier momento, ese demonio puede volver a salir y el hombre, lamentablemente, sigue sin aprender de la historia y así nos va. Parece que lo fácil es seguir al “Mesías” de turno y lo difícil reflexionar y evitar que nos vuelvan al hoyo de la insensatez, el dolor y la debacle. Pero no: eso parece que no lo queremos escuchar y soñamos con hacer un mundo diferente en base a la vida de nuestros semejantes.
Uno se acaba cansando de tanto necio, tanto especulador, tanto individuo “iluminado” que siempre nos acaba llevando a la senda del dolor. Trabajar honradamente, ser un ciudadano honesto, con una ética a prueba de insultos parece que no se lleva en la Celtiberia de estos momentos y seguiremos bajando esa cuesta que nos conduce al precipicio, como tantas veces nos ocurriera en esta historia preñada de ejemplos, demoledores, en los que el dolor es lo único que nos queda.
Este testimonio de vida es estremecedor, pero en sus páginas también nos da la esperanza de ese medio libre y volador llamado radio en onda corta y que tan mal la están dejando en estos inicios de centuria en donde una década se ha llevado lo más granado de la radiodifusión internacional [o al menos en la mayoría de los países occidentales los “listos de turno” han conseguido callar las voces de periodistas e investigadores de primera mediante el resultado de endeudar (primero) a los gobiernos y después hacerles el “harakiri” que nos ha convertido en unos paganos a perpetuidad si nadie lo remedia.
Con ello, también se han llevado por delante los ahorros y las vidas de centenares de personas. Pero eso sí, todo el mundo estaba contento cuando fluía el crédito a raudales y los gobiernos se iban metiendo cada vez más en una ciénaga de arenas movedizas cuajadas de tiburones de las finanzas ¿o eran ladrones de guante blanco que lo único que les faltaba eran las nuevas tecnologías y mediante sucesivos clic hacer desaparecer el rastro de sus fechorías?
Bueno, quien se lo quiera creer allá él. Pero saben hasta la marca de kleenex que tenemos olvidada en una chaqueta que hace décadas no usamos y nos vienen con las monsergas de que es imposible seguir el rastro a lo que acaban de hacer. Es evidente que una justicia, como la que en estos momentos rige los destinos de determinados lugares, es lo más parecido al mítico papel cebolla: transparente y, a la que te descuidas, inconsistente.
Así que, una vez más, vamos a lo que nos preocupa. El mundo de la radio que aparece en unos pocos pasajes. Entre corchetes y en negrita va la página o páginas de donde se extrae la información radial. La obra la realizó Martín Hazan, fue impresa por Inédita Editores. Barcelona, 2009.
“Las noticias de guerra eran seguidas por algunos radioaficionados que por las noches se enganchaban a la señal de la BBC de Londres. Ellos transmitían las novedades que se iban produciendo, lo que no alteraba el normal funcionamiento de la apacible vida que suelen llevar las islas del Mediterráneo y por lo que hoy se han convertido en unas de las mayores atracciones turísticas del mundo.” [37]
“Sin embargo, por las noches, David y un grupo de amigos se congregaban en la casa de Tonino di Giambattista, un entrañable amigo italiano cuyo padre era marechal (mariscal), quien albergaba ese extraño y codiciado aparato que por decisión del gobierno de turno se había convertido en una valiosa joya tan deseada como peligrosa. La información se había convertido en un bien de alto valor, que otorgaba poder a quien la poseía. Acurrucados y en silencio, se reunían en una pequeña habitación de la casa, aislada del exterior. David y sus amigos sentían palpitar fuertemente su corazón al escuchar los primeros acordes de la Quinta Sinfonía de Beethoven que precedían a la edición italiana del informativo de la BBC de Londres. A través de ella podían mantenerse actualizados y enterarse de las novedades de lo que sucedía en el mundo por boca de la voz de los aliados. Eran noches reveladoras, aun cuando la información era escasa y ocultaba lo más importante: el destino trágico de los judíos europeos. La voz del locutor italiano invadía todo el espacio y descubría las novedades poco alentadoras sobre el avance de las tropas nazis. El temor comenzaba a ganar espacio entre las personas y al finalizar cada edición se sucedían los más acalorados debates respecto al futuro de la isla y su impredecible destino.” [49/50]
“Durante todo el trayecto, algunos que se habían informado escuchando la señal de la BBC (antes de ser tomados prisioneros en Rodas) sostenían que nunca llegarían al corazón de Europa: -“Primero tenemos que atravesar el Mediterráneo que está controlado por los barcos aliados”. Pero al llegar al puerto de El Pireo en Atenas, descubrieron cuán solos estaban.” [61]
“-Hombre, algunas cosas se decían en la radio… Y ellos ya lo sospechaban. De hecho, no tenían muchas esperanzas de que volviera alguien. Pero cuando volví y les conté era como una confirmación de lo que ellos sospechaban.” [154]
“Al cabo de unos días de haber llegado a la isla. David fue a vivir a la casa de Rosa León y Tonino di Giambattista, el amigo italiano en cuya casa escuchaban los programas de la BBC con los que mantenían al tanto de lo que sucedía en la guerra. Rosa se casó con Tonino antes de la deportación y de esa manera consiguió salvar su vida…” [156]
“Rodas no volvería a ser nunca más Rodas, y David lo sabía. Por eso estaba a la espera de cualquier señal que lo sacara de allí. Hasta que una mañana esa señal llegó. Cada tanto, se acercaba hasta el local de la Cruz Roja donde se publicaban listas con nombres de los supervivientes [de Rodas prácticamente desaparecieron 1700 judíos o algo más del 90% de la población de ese origen en la isla mediterránea en aquellos momentos]. También escuchaba Radio Vaticano, que por las noches daba listas de nombres de supervivientes. David se quedaba escuchando hasta altas horas de la noche sin saber bien lo que buscaba. Tenía miedo de saltarse un nombre involuntariamente, por eso prestaba atención tratando de oír bien cada sílaba pronunciada por el locutor. Se mantenía un segundo en silencio como hurgando en el rincón de los recuerdos., hasta que finalmente daba un suspiro asegurándose que no era ésa la persona buscada. Pero un día el locutor de Radio Vaticano emitió una señal distinta. De su boca salió un nombre conocido. En medio de una larga lista de lo mismo, que parecería interminable, un nombre emergió entre los otros: “Moshe Galante”. La información lo situaba en Roma. Junto a una inembargable emoción y un par de lágrimas que instantáneamente expulsaron sus ojos, David tuvo la certeza de que el momento finalmente había llegado y que sus días en Rodas tocaban a su fin. Moshe vivía en Roma y él iría a buscarlo.” [158/159]
P.D. Si le interesa la historia completa, puede saber más visitando www.undiamasdevida.com.ar en donde hay testimonios de aquella terrible e inolvidable experiencia de dolor. Personalmente el libro me atrapó y me lo “comí” de una tacada. Naturalmente, hay pasajes muy duros y tenía que tomar aire para continuar. Pero la historia es así, sobre todo si es próxima. En este caso también descubrí que algunos FRANCO sucumbieron en aquella hecatombe y que, seguramente, tirando hacia atrás en el árbol genealógico nos encontraríamos. Pero no es fácil llegar más allá de cinco generaciones y los documentos cada vez se hacen más difíciles de localizar y, sobre todo, de ubicar.