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Historia y Arte
LA EUROPA DEL BARROCO
Manifestaciones artísticas - 2ª parte
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Introducción (continuación)
os palacios de los reyes o la nobleza fueron la máxima expresión del lujo; allí, espejos, tapices, porcelanas, lámparas, terciopelos, muebles dorados, relojes y un largo etc. de objetos inalcanzables para los demás, daban la muestra más evidente de lo que era la concepción absoluta del poder. Y para que el pueblo llano pudiera imaginar los interiores de esos palacios, éstos se rodeaban de esplendorosos jardines, cuyas dimensiones llegaron, en el caso de Versalles, a superar lo que la vista podía abarcar.
La burguesía consumidora de arte, generalmente protestante y, por ello, más comedida en su expresión de poder y riqueza, se limitaba a decorar sus viviendas con más parquedad; en ellas, los cuadros de paisajes y de bodegones o los retratos eran, junto con algún pequeño objeto de lujo, las muestras de arte más frecuentes. El Barroco fue una manifestación estética mucho más vinculada al mundo católico que al protestante. En efecto, gran parte de la grandiosidad del Barroco no fue otra cosa que la respuesta católica al serio formalismo protestante.
Si en arquitectura fueron la grandiosidad y la magnificencia lo característico, en escultura y, sobre todo, en pintura, fue el realismo naturalista la nota predominante. Realismo no exento de efectismo que, en el caso de la pintura y la escultura religiosas se transformó en un efectismo místico y sensiblero que despertara la devoción y la piedad de cuantos lo contemplaban.
La arquitectura barroca
Las primeras muestras de la arquitectura barroca surgieron en Roma a finales del siglo XVI, época en la que algunos papas sintieron ya deseos de engrandecer la ciudad con obras urbanísticas y momento en el que Giacomo della Porta realiza la fachada de la iglesia jesuítica de "Il Gesú", iniciada por Vignola.
Iglesia de Il Gesú (Roma)
Ahora bien, fue a comienzos del siglo XVII cuando los grandes arquitectos del Barroco italiano marcaron las pautas del estilo que rápidamente se extendió por la Europa católica (España, Portugal, Francia, Austria, sur de Alemania y Polonia) y, desde allí, a muchas de las colonias americanas, en donde arraigó con fuerza.
La arquitectura barroca se manifestó en cada país con ciertos rasgos peculiares, fruto de la adaptación de las formas italianas a la personalidad de cada zona.
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