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Historia

l primer europeo en llegar hasta el extremo sur del continente africano fue el portugués Bartolomé Díaz, en 1486. Un año más tarde lo hacía Vasco de Gama y, durante un siglo y medio, los lusitanos establecieron en Ciudad del Cabo un puerto de paso en la ruta comercial de las Indias, hasta que se consumó la decadencia del imperio colonial portugués, que dio paso a la supremacía de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.

Cuando en 1652 una expedición de esta Compañía mandada por Anthonisz Van Riebeeck fundó en Ciudad del Cabo la primera colonia holandesa, el territorio de Sudáfrica estaba habitado por dos pueblos khoi, los bosquimanos y hotentotes, y también por los antepasados de los actuales pueblos de lengua bantú, que llegaron en sucesivas migraciones desde el siglo XI al XVIII. Las dos primeras comunidades africanas, ancladas en la Edad de Piedra, apenas opusieron resistencia a la colonización, al contrario que los diferentes pueblos bantúes, que contaban con una cierta organización social y una relativa capacidad militar. Entre los bosquimanos y hotentotes, hostigados por los holandeses, unos se replegaron hacia el N, y otros se adaptaron a los nuevos colonos, aunque en la actualidad, después de haber quedado diezmados y del mestizaje sufrido, sólo subsisten algunas comunidades de bosquimanos en el desierto de Kalahari.

Pese a que la Compañía de las Indias no pretendía más que el mantenimiento de la plaza de El Cabo como lugar de escala y aprovisionamiento, los colonos fueron extendiéndose como granjeros hacia el N y el E, y obtuvieron el título de burger, ciudadanos, denominándose más tarde bóers, palabra que designa al campesino en neerlandés. Fruto de esta expansión fue la primera guerra de Kaffir, en 1779, que enfrentó a los bantúes de la parte oriental de la provincia de El Cabo con los nuevos pobladores blancos, y se saldó con el establecimiento de una frontera que iba a separar durante un tiempo a las dos comunidades contendientes. Poco antes había llegado una pequeña colonia de hugonotes y, en 1795, otra de británicos, que sometió sin dificultad a los bóers y continuó las luchas que éstos habían iniciado con los negros, desarrollándose en 1812 y 1818 nuevas guerras Kaffir. Previamente a estos enfrentamientos, el jefe nguni Dingiswayo creyó en la necesidad de la unificación de los pueblos indígenas para hacer frente a la expansión de los blancos. Su tarea de conquista y unificación de las diferentes tribus fue continuada por su sucesor Shaka, del clan zulú, quien forjó un ejército armado con pequeñas lanzas para el combate cuerpo a cuerpo y conquistó y dominó numerosos pueblos hasta fundar, alrededor de 1820, un poderoso imperio zulú. Por esas mismas fechas los británicos instituyeron una serie de leyes que contravenían los intereses de los bóers, entre ellas la abolición de la esclavitud, en 1833, lo que originó un movimiento migratorio masivo por parte de los holandeses denominado Gran Trek. En 1838 los emigrantes bóers fundaron la república de Natal y, cuando ésta fue anexionada por los ingleses, continuaron hacia el N y el O, estableciéndose en las repúblicas del Estado Libre de Orange y el Transvaal, al sur del imperio zulú. Para entonces el neerlandés estaba experimentando variaciones que desembocarían en una nueva lengua: el afrikaans.

En 1879 los británicos se adentraron en territorio zulú con un poderoso ejército al que el sucesor de Shaka, Cetshawayo, infligió una humillante derrota. Poco después un nuevo ejército británico volvía a invadir el imperio zulú, aniquilándolo. Una vez consolidada su hegemonía y expansión en tierras africanas, y tras unos años de luchas esporádicas con los bóers, los británicos iniciaron una nueva contienda, esta vez contra los bóers, sobre todo a causa del descubrimiento en 1867 de las minas de diamantes y en 1873 de las de oro. La riqueza había atraído a los uitlanders, aventureros extranjeros que contaron con el apoyo del gobierno británico y las grandes compañías, como la Chartered de Cecil Rhodes, el cual llegó a ser primer ministro de la colonia de El Cabo. Rhodes intentó una unión aduanera con el Transvaal pero, al fracasar tal estrategia, fomentó un movimiento revolucionario en Johannesburgo, lo que sirvió de excusa para enviar una columna de tropas británicas mandada por su amigo, el doctor Jameson.

La resistencia del presidente bóer de Transvaal, Paul Krüger, a conceder el derecho al voto a los uitlanders, así como su ultimátum para que se retiraran las tropas, acabaron de convencer a los británicos de la necesidad de la guerra. La contienda anglo-bóer estalló en 1899 y terminó en 1902 con la paz de Vereeniging, tratado mediante el cual quedaban suprimidos los Estados bóers constituidos a raíz del Gran Trek, si bien se concedieron fuertes indemnizaciones y se prometieron ciertos grados de autonomía a esos mismos territorios en unos pocos años.

Con la formación de un Estado sudafricano instituido en torno a la Ley de la Unión, en 1910, culminaría el proceso de unificación entre las dos comunidades blancas de Sudáfrica. Dicha Ley de la Unión contemplaba una constitución común para las cuatro colonias, convertidas desde entonces en cuatro provincias, y cuyo primer ministro fue el afrikaner Louis Botha. La Primera Guerra Mundial puso a prueba al reciente Estado, que sofocó los intentos de sublevación de la comunidad germanófila bóer, declaró la guerra a Alemania y ocupó el territorio de la actual Namibia, colonia alemana denominada entonces África del Sudoeste.

En 1913 entró en vigor la ley de la tierra, que restringía las propiedades de los negros a unas parcelas geográficas denominadas reservas, que comprendían un 10 % del territorio, aunque más tarde esta proporción se incrementó hasta un 12 o 13 %. Al finalizar la contienda mundial, la Unión Sudafricana fue integrada en la Commonwealth, entró a formar parte de la Sociedad de Naciones y recibió como mandato la colonia de África del Sudoeste.

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