Es evidente que todos los fines no son fines
perfectos. Pero el bien supremo constituye, de
alguna manera, un fin perfecto.
La democracia ha surgido de la idea de que sí
los hombres son iguales en cualquier respecto, lo
son en todos.
Y es que la naturaleza no hace nada en vano, y
entre los animales, el hombre es el único que posee
la palabra.
La ciencia es respecto del alma lo que es la luz
respecto de los ojos, y si las raíces son amargas,
los frutos son muy dulces.
Quien discute sobre si se puede matar a la
propia madre no merece argumentos sino azotes.
Mercaderes e industriales no deben ser admitidos
a la ciudanía, porque su género de vida es abyecto y
contrario a la virtud.
Todo acto forzoso se vuelve desagradable.
Todo lo que se mueve es movido por otro.
Si tanto me alaban, será por alabarse a sí
mismos, pues al alabarme dan a entender que me
comprenden.
El movimiento no existe fuera de las cosas, pues
todo lo que cambia, o cambia en el orden de la
sustancia o en la cantidad, o en la calidad, o en el
lugar.
Movimiento es el paso de la potencia al acto.
La bestialidad es un mal menor que la
perversidad, pero es más temible.
Todo hombre, por naturaleza, desea saber.
Cuanto más nos inclina la naturaleza a los
placeres, tanto más propensos somos a la licencia
que a la decencia.
Lo que tiene alma se distingue de lo que no la
tiene por el hecho de vivir.
Las revoluciones no se hacen por menudencias,
pero nacen por menudencias.
No conviene hablar del pudor como de una virtud.
Se parece más bien a una emoción que a una
disposición adquirida. Se define, pues, como un
miedo de dar de sí una mala opinión.
Si nada hay eterno, no es posible la producción
ni la generación.
El fin de la ciencia especulativa es la verdad,
y el fin de la ciencia práctica es la acción.