El entendimiento es una tabla lisa en la cual
nada hay escrito.
El verdadero discípulo es el que supera al
maestro.
El hombre que se mantiene en el justo medio
lleva el nombre de sobrio y moderado.
No hay que empezar siempre por la noción primera
de las cosas que se estudian, sino por aquello que
puede facilitar el aprendizaje.
Solamente haciendo el bien se puede realmente
ser feliz.
Los dialécticos y los sofistas, en sus
disquisiciones, se revisten de la apariencia de
filósofos.
Las enseñanzas orales deben acomodarse a los
hábitos de los oyentes.
Las ciencias tienen las raíces amargas, pero muy
dulces los frutos.
Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta,
ni sediento ni bebido.
El hombre nada puede aprender sino en virtud de
lo que sabe.
Gracias a la memoria se da en los hombres lo que
se llama experiencia.
Es propio del filósofo poder especular sobre
todas las cosas.
Es necesario que haya uno o varios principios y
aun, en caso de existir uno sólo, que éste sea
inmóvil e inmutable.
Los discursos inspiran menos confianza que las
acciones.
Aprendemos, o por inducción o por demostración.
La demostración parte de lo universal; la inducción
de lo particular.
Todos los aduladores son mercenarios, y todos
los hombres de bajo espíritu son aduladores.
Si el espíritu es un atributo divino, una
existencia conforme al espíritu será verdaderamente
divina.
Una definición es una frase que significa la
esencia de una cosa.
Es absolutamente imposible demostrarlo todo.
Si las acciones humanas pueden ser nobles,
vergonzosas o indiferentes, lo mismo ocurre con los
placeres correspondientes. Hay placeres que derivan
de actividades nobles, y otros de vergonzoso origen.
La ciudad (polis) es una de las cosas que
existen por naturaleza; y el hombre es, por
naturaleza, un animal político.
La mente siempre tiene razón, mientras que el
apetito y la imaginación pueden equivocarse.