La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (España)

Historia

Con casi siglo y medio de existencia, la RACMYP, conservando su viejo nombre, cuando las disciplinas de que se ocupa han ido diversificándose, sigue fiel a su múltiple condición de foro de encuentro y de debate sobre ideas y problemas que preocupan a nuestra sociedad; de centro difusor de enseñanzas y de laboratorio de investigación y de crítica. Todo ello, apoyándose en la experiencia de personalidades de gran significación en la vida política, social y económica española de los dos últimos siglos.

Origen de la RACMYP

La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (RACMYP) se halla en el centro, cronológico y conceptual, del eje formado por las academias pertenecientes al Instituto de España, que representan a las numerosas instituciones de su género a ellas agregadas dentro y fuera de nuestro país.

El nacimiento de las reales academias en España (prescindiendo de la huella renacentista y de carácter más literario y artístico que científico dominante en algunas asociaciones, más o menos institucionalizadas, aparecidas en siglos anteriores en distintas ciudades españolas) está ligado, históricamente, a varias razones, confluyentes, en distinta proporción, en todas ellas:

a) Razones de política cultural ilustrada en la búsqueda de los fundamentos de la historia (y, por consiguiente, de la política) nacional.

b) La conservación y difusión del patrimonio histórico, artístico y literario (comenzando por la lengua misma) nacional.

c) El fomento y estímulo de la tarea de los investigadores, con la comunicación mutua de los resultados obtenidos y la posibilidad de disponer de medios colectivos para su trabajo.

d) La evolución del pensamiento científico (comenzando por la historia, siguiendo por las ciencias de la naturaleza -ya desde el siglo XVII- y terminando por las ciencias sociales y humanas) hacia posturas más críticas de las mantenidas por las instituciones y escuelas existentes.

e) La participación social, a través del asesoramiento y de las publicaciones académicas, en los frutos teóricos de las distintas ciencias.

Entre 1714 (Real Academia Española) y 1946 (Real Academia de Francia) se hallan las fechas de nacimiento de las ocho academias, de las cuales tres nacen en el siglo XVIII, cuatro en el XIX y una en el XX.

La RACMYP tiene su acta de nacimiento en un Real Decreto firmado por Isabel II el 30 de septiembre de 1857 que le encomienda «cultivar las ciencias morales y políticas». Este nacimiento supone que en España, habían llegado a su mayoría de edad, con vida propia ya o anunciando su nacimiento (siguiendo la evolución europea y con la participación cada vez más activa de la sociedad en la vida política), las ciencias dedicadas al estudio de la actividad política y económica (Ciencia Política y Económica) y las del comportamiento de los individuos en sociedad (Sociológica), englobadas antes en otras (Derecho y Filosofía) que habían pasado a construir sus bases teóricas.

La preocupación, mantenida desde el principio, por estar en contacto con los especialistas extranjeros, a través del examen sistemático y hasta corporativo de sus publicaciones, del establecimiento de relaciones estables con instituciones que se ocupan de los mismos campos, y de la presencia de académicos correspondientes de todo el mundo, dotan también a la RACMYP de carácter universal.

La sede

La historia de la RACMYP está íntimamente ligada a la del edificio civil más antiguo de Madrid, la Torre y Casa de los Lujanes, salvado de la demolición para convertirse en sede suya, restaurado después con el fin de acercarlo a su aspecto primitivo y definitivamente consolidado y devuelto a su antiguo ser, gracias al apoyo de otras instituciones, estatales, madrileñas y privadas. Se presenta también una visita por el edificio.

Académicos

«Rasgo fundamental de nuestra corporación es la convivencia en ella de investigadores en Ciencias Sociales, figurando a su lado quienes, de forma inmediata, aplican sus enseñanzas a la práctica de la política diaria. Investigadores en Ciencias Sociales y políticos se han entremezclado de tal manera que esta academia sólo puede explicarse si, desde sus primeros pasos, junto a los políticos que desempeñaron cargos importantes en la vida del país, contemplamos al mismo tiempo los trabajos de investigación realizados por otros académicos y difundidos por nuestra corporación.»

(Palabras del Presidente D. Enrique Fuentes Quintana en la inaguración del «Simposio Hispano-Alemán sobre Ciencias Morales
y la Modenización»)

La Biblioteca

La biblioteca es, en una Academia, el elemento patrimonial más importante, como fuente imprescindible de documentación para la realización de su trabajo intelectual. La biblioteca de la RACMYP es especialmente valiosa no sólo por el volumen de sus fondos (más de 110.000 volúmenes), sino por su alto grado de especialización y por la presencia en ella de fondos antiguos que se remontan hasta la época incunable y que resultan imprescindibles para el estudio de las ciencias sociales en el siglo XIX.

La biblioteca de la Academia se ubicó, una vez que en 1866 ésta consiguió su sede definitiva, en la Torre y Casa de los Lujanes, en su piso principal. En 1871 la Academia contaba ya con una espléndida biblioteca formada por fondos antiguos y modernos, fruto de las donaciones y de las compras llevadas a cabo por Manuel Colmeiro. En 1879, la Dirección General de Obras Públicas, Comercio y Minas aprobó un proyecto para reparar la casa. El arquitecto, Francisco Jareño y Alarcón, académico de la de San Fernando y que ya había realizado el proyecto para la nueva sede de la Biblioteca Nacional, recibió el encargo de ampliar la biblioteca. En 1894, una Real Orden concedió a la Academia ampliar sus locales con los que había venido ocupando en el mismo edificio que ella la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Se llevó a efecto la entrega en 1897 y sirvió para poder ampliar la cada vez más voluminosa biblioteca.

Las sucesivas grandes reformas de 1910 y de 1990 fueron prestando cada vez mayor espacio para la instalación de la biblioteca, pero sin que nunca se pudiera emprender la reforma definitiva. Podemos decir que a lo largo de toda esta larga etapa la biblioteca ha formado siempre parte del resto de las instalaciones y hasta de la decoración de la Academia, ya que en todas las dependencia de la misma, si exceptuamos prácticamente el Salón de Actos académicos, ha estado presente en sus repletas estanterías.

La situación ha cambiado radicalmente en los últimos años, gracias principalmente a dos hechos: la confluencia de Gonzalo Fernández de la Mora, el actual Bibliotecario, gran erudito, conocedor y amante de los libros, con el Presidente Enrique Fuentes Quintana, incansable promotor de bibliotecas vivas, por un lado, y, por otro, la incorporación a la Academia, gracias a la buena visión política del Ayuntamiento de Madrid y al mecenazgo de la Fundación Caja de Madrid, de la Casa de Don Álvaro de Luján, antigua sede de la Hemeroteca Municipal.

Con este hecho, basado en un convenio con el Ayuntamiento, la Academia ha conseguido, por fin, disponer de espacio suficiente y en la zona históricamente más noble de Madrid para una biblioteca dotada de todas las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, con una sala de investigadores elegante y acogedora, despachos para los bibliotecarios, salas para los trabajos técnicos y depósitos de almacenamiento bibliográfico capaces para unos 150.000 vols. que cubren ampliamente las necesidades previsibles por el incremento propio o por posibles convenios cooperativos con otras bibliotecas, en unos tiempos en que buena parte de la información se halla ya disponible en otros soportes distintos del papel impreso. La nueva biblioteca, dentro de un edificio de aspecto renacentista, es ya una biblioteca del siglo XXI.

(V. Luis Redonet, «Una visita a nuestra biblioteca». Discurso leído en la Fiesta del Libro de 23 de abril de 1942. Madrid: Impr. del Magisterio Español, 1942).

Información procedente de la R. A. de Ciencias Morales y Políticas Más información en la web de la Institución